El Sínodo de Familia que se realiza ahora en Roma ha publicado un documento de trabajo que resume las intervenciones de los obispos durante este evento. El texto oficial contiene novedades que auguran cambios importantes en la pastoral de familia.
Por ejemplo, las convivencias (o uniones de hecho) y los matrimonios civiles ya no son condenados de antemano como situaciones inmorales en sí, sino que se los considera como manifestaciones incompletas e imperfectas de unión de pareja que contienen valores positivos y que pueden ser encauzadas hacia el matrimonio.
Si bien se recalca que no se puede equiparar la unión de parejas homosexuales al matrimonio entre un hombre y una mujer, «se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo…».
Y hasta se plantea la posibilidad —aun no sancionada definitivamente— de darle la comunión a los divorciados vueltos a casar.
La reacción de los conservadores —que quieren que la Iglesia siga igual que siempre, aunque ello signifique condenarla a la irrelevancia— no se ha hecho esperar. El cardenal Gerhard Ludwig Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, declaró que «no hay nada nuevo». El secretario del Sínodo, monseñor Bruno Forte, dijo: «La Iglesia no comparte que la palabra ‘familia’ se pueda aplicar a una unión homosexual».
La mayoría de fieles católicos no se sienten representados por estas opiniones. Y apoyarán al Papa Francisco en su labor de ventilar las habitaciones vetustas y mohosas de la institución eclesial.
(Columna publicada en Exitosa Diario el 15 de octubre de 2014)
________________________________________
Por razones de espacio, sólo he podido reproducir en mi columna de Exitosa Diario una breve cita de la parte que el documento Relatio post disceptationem le dedica a los homosexuales. Incluyo aquí los párrafos correspondientes, para que se vea que no he sacado las palabras de contexto:
50. Las personas homosexuales tienen dones y cualidades para ofrecer a la comunidad cristiana: ¿estamos en grado de recibir a estas personas, garantizándoles un espacio de fraternidad en nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que sea casa acogedora para ellos. ¿Nuestras comunidades están en grado de serlo, aceptando y evaluando su orientación sexual, sin comprometer la doctrina católica sobre la familia y el matrimonio?
51. La cuestión homosexual nos interpela a una reflexión seria sobre cómo elaborar caminos realísticos de crecimiento afectivo y de madurez humana y evangélica integrando la dimensión sexual: por lo tanto se presenta como un importante desafío educativo. La Iglesia, por otra parte, afirma que las uniones entre personas del mismo sexo no pueden ser equiparadas al matrimonio entre un hombre y una mujer. Tampoco es aceptable que se quieran ejercitar presiones sobre la actitud de los pastores o que organismos internacionales condicionen ayudas financieras a la introducción de normas inspiradas a la ideología gender.
52. Sin negar las problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta el sacrificio, constituye un valioso soporte para la vida de las parejas. Además, la Iglesia tiene atención especial hacia los niños que viven con parejas del mismo sexo, reiterando que en primer lugar se deben poner siempre las exigencias y derechos de los pequeños.
El documento completo se puede leer en el siguiente enlace:
http://press.vatican.va/content/salastampa/es/bollettino/pubblico/2014/10/13/0751/03037.html
La agencia de noticias ACI Prensa informa sesgadamente sobre la publicación de este documento, con un titular que refleja la persistente manía homofóbica de su director, Alejandro Bermúdez:
Sínodo de la Familia: Uniones gay no se pueden equiparar a matrimonio entre hombre y mujer
https://www.aciprensa.com/noticias/sinodo-de-obispos-uniones-gay-no-se-pueden-equiparar-a-matrimonio-entre-hombre-y-mujer-93494/
Además, la nota omite mencionar otros temas más importantes relacionados con el matrimonio y la familia abordados por el Sínodo, en los cuales se muestra una apertura inédita hacia soluciones pastorales más inclusivas que enfocan con misericordia la debilidad humana, y se abstienen de juzgar y condenar a las personas desde el único rasero de la moral cristiana.
En un reciente Punto de Vista (“Lo que pasa en el Sínodo”, 14/10/2014; ver https://www.aciprensa.com/podcast/puntodevista/lo_que_esta_pasando_en_el_sinodo.mp3), el director de ACI Prensa se empecina en restarle importancia al documento, incidiendo en su carácter temporal y su nula validez magisterial, señalando además que habría sido sacado de contexto por la prensa secular.
Si bien es cierto que se trata sólo de un documento de trabajo sin carácter definitivo, los enunciados contenidos en el documento señalan por dónde van las reflexiones de los obispos y contradicen lo que Alejandro Bermúdez pretende presentar como un hecho, aunque en realidad se trate solamente de un deseo suyo, es decir, que «nada ha cambiado». Quiéralo o no Bermúdez, lo cierto es que después de este documento las cosas no volverán a ser iguales. Como ha ocurrido con frecuencia con otros temas a lo largo de la evolución histórica de la Iglesia.
Asimismo, en las elucubraciones de Alejandro Bermúdez se hace evidente el mismo esquema que ACI Prensa suele aplicar cuando las autoridades eclesiales emiten un comunicado —sea una declaración oficial o semioficial de una personalidad vaticana importante, sea cualquier documento proveniente de la Santa Sede— y que se puede formular como sigue:
- La Iglesia se pronuncia sobre un tema.
- La prensa secular y la prensa católica que no siguen la ideología conservadora de ACI Prensa malinterpretan el mensaje, o lo sacan de contexto.
- ACI Prensa —junto con los medios afines a ella— es la única capaz de explicar cómo se debe entender correctamente ese mensaje.
De esto modo, la agencia de noticias implícitamente se autoproclama auténtica intérprete de los comunicados provenientes de la Santa Sede, además de considerarse a sí misma como ejemplo destacado de periodismo profesional. Y de paso, nos da a entender que la Santa Sede es incapaz de emitir un mensaje que pueda ser entendido claramente sin mayores complicaciones, pues siempre se requeriría de la “autorizada” voz de Alejandro Bermúdez y su medio “informativo” para que por lo menos los fieles católicos de habla hispana no sean engañados y comprendan qué es lo que realmente quiso decir la Santa Sede. O dicho de otra manera, sin la labor de ACI Prensa, la generalidad de los lectores hispanohablantes nunca llegarían a comprender los comunicados provenientes de la jerarquía eclesiástica, que fácilmente son manipulados por la prensa secular y la prensa católica no conservadora. Si esto es así, qué duda queda de que tal vez lo mejor sería designar a Bermúdez vocero oficial de la Santa Sede —puesto al que probablemente aspira—. O mejor aún, Sumo Pontífice, a fin de evitar mediaciones innecesarias.
Alejandro Bermúdez concluye su audiocomentario con un supuesto remedio a las “malinterpretaciones” e “intimidaciones” de la prensa secular: «Sigamos la prensa católica, y en específico sigamos la prensa que realiza ACI Prensa, que —honestamente— por lo robusta de su oficina en Roma, es simplemente la mejor».
No sé si tomar esto como un ejemplo casi perfecto de humor involuntario, como una penosa falta de conciencia de las limitaciones e insuficiencias de ACI Prensa desde el punto de vista periodístico o simplemente como una muestra de arrogancia que bordea el campo de lo neurótico. En todo caso, se trata de un enunciado que no merece mayor comentario. Así como ACI Prensa no merece mayor atención de parte de quien quiera informarse adecuadamente en toda su complejidad sobre lo que ocurre realmente en la Iglesia católica y en el mundo.