CALÍGULA: LA RECONSTRUCCIÓN DE UN CLÁSICO DEL SÉPTIMO ARTE

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Malcolm McDowell y Teresa Ann Savoy en un fotograma de “Caligula” (1979)

El 25 de diciembre de 1980 se estrenó en Lima la película Calígula en el Cine Roma. Con visos de superproducción épica y un reparto estelar (Malcolm McDowell, Helen Mirren, Peter O’Toole y John Gielgud), atrajo la atención no sólo de la gente común sino también de varios miembros de la Familia Sodálite, que asistieron a esa mítica sala de cine para disfrutar del espectáculo cinematográfico. Pero parece que la experiencia estuvo muy lejos de ser un disfrute espiritual, pues posteriormente hicieron correr la recomendación de que nadie fuera a verla. El entonces conocido animador de televisión Augusto Ferrando salió en su programa “Trampolín a la Fama” pidiéndole a la gente que no fueran a ver Calígula, pues se trataba de un film brutal y con escenas de sexo explícito, es decir, pornografía.

Desde entonces, la cinta adquiriría la mala reputación —a nivel mundial— de ser considerada como la película pornográfica más cara jamás filmada, fama de la cual no ha podido desprenderse, más aún cuando su director, Tinto Brass, se dedicó a partir de los 80 a rodar casi exclusivamente cine erótico.

Hoy, a 40 años de haber sido lanzada por primera vez la película, se hace necesario revisar una obra que ha adquirido el status de “clásico de culto”, no obstante haber sido censurada en varios países.

Producida por Bob Guccione, director de la revista Penthouse, el rodaje tuvo lugar en el año 1976. Tinto Brass, el director, había sido elegido por el productor luego de que le mostraron algunas escenas de su film Salon Kitty (1976), un drama histórico-político de alto contenido erótico, situado en la Segunda Guerra Mundial, que narra la historia de un burdel en Berlín donde las prostitutas son agentes del gobierno dedicadas a espiar a los miembros del Partido Nazi.

La producción estuvo plagada de problemas desde un inicio. Brass accedió a dirigir la película sólo si le permitía reescribir varias partes del guion del escritor norteamericano Gore Vidal, el cual terminaría finalmente por exigir que se retirara su nombre de los créditos del film. A su vez, Guccione quería incluir escenas de sexo no simulado, que Tinto Brass se negó a rodar, mientras que en las tomas éste no dejaba que las esculturales chicas Penthouse puestas a su disposición por Guccione aparecieran en primer plano en las escenas, sino siempre en el trasfondo. El conflicto estaba servido. Tinto Brass afirmaría después que él quería hacer un film sobre “la orgía del poder”, mientras que Guccione estaba más interesado en mostrar “el poder de la orgía”.

Cuando en la etapa de posproducción Tinto Brass ya había montado 84 minutos de la cinta, un día se presentó a continuar con su trabajo y constató que ya no tenía acceso a la sala de edición. Poco después se le informó que Guccione lo había despedido. A continuación, éste, asistido por el montajista Nino Baraglia, comenzó a armar el film a su gusto y capricho, e incluso rodaría escenas pornográficas hardcore que fueron insertadas en el film, sin aportar nada sustancial a la historia. Por supuesto, Tinto Brass desautorizó esta versión de la película y no permitió que su nombre apareciera en los créditos como director. Se le menciona sólo como responsable de la fotografía principal.

Existen varias versiones de la película, según los cortes que haya sufrido en cada país, pero la versión oficial completa sigue siendo la que se conoce como la “Uncut” (sin cortes) de una duración de 156 minutos, con las escenas pornográficas incluidas.

En el contexto de la época, hay que tener en cuenta que el cine de género pornográfico se normalizó en los 70, dejando de ser ilegal en varios países y pudiendo ser exhibido abiertamente en salas de cine. Algunos productores, sobre todo de películas de serie B, no tuvieron ningún reparo en añadir escenas de sexo explícito a películas que no eran pornográficas, a fin de atraer a las audiencias. Ocurrió, por ejemplo, con algunas películas del prolífico director español Jesús Franco, entre otras 99 mujeres (99 Women, 1969) —la primera película dentro del subgénero de cárceles de mujeres, de la cual existen la versión del director en inglés y una versión francesa con escenas pornográficas añadidas— y La noche de las estrellas fugaces (1973) —un drama de terror onírico cargado de simbolismo y poesía visual con cierto contenido erótico, al cual los productores añadieron escenas pornográficas y estrenaron con el sugerente nombre de Cristina, princesa del erotismo (Christina, princesse de l’érotisme)—.

En el caso de Calígula tal como fue estrenada, ¿se trata —como tanto se ha repetido— de una película pornográfica? Pienso que es una opinión excesiva, pues 6 minutos de escenas pornográficas salpicadas dentro del metraje de una película que tiene una duración de más de dos horas y media no son suficientes para determinar que nos hallamos ante una de esas obras que sólo muestran sexo explícito con el fin de excitar lúbricamente a la audiencia. Y lo que queda, si bien no corresponde exactamente a lo que Tinto Brass se proponía, es el fascinante relato de una personalidad psicótica que se deja embriagar por el poder y, gozando de una autoridad absoluta y sin límites, hace lo que le viene en gana, disponiendo de la honra y vida de sus subalternos sin ningún freno moral. Indudablemente, Calígula, aún sin los añadidos pornográficos, tiene un alto contenido erótico y de violencia, que sin embargo vienen insertos dentro de una estructura artística que la convierten en una obra digna de mención dentro del Séptimo Arte. Como diría la actriz Helen Mirren —la cual nunca renegó de su participación en el film—, «se trata de una mezcla irresistible de arte y genitales». Hemos de suponer que si Tinto Brass hubiera terminado su trabajo de edición dentro de un marco de libertad artística, tendríamos una obra maestra de la cinematografía del siglo XX.

No otra es la opinión de Alexander Tuchinski, un joven cineasta y productor cinematográfico alemán, quien sustentó su tesis de bachillerato en la Universidad de Medios de Stuttgart en el año 2011 sobre el tema de la posible reconstrucción de la película de Tinto Brass. Esto es lo que escribe en las conclusiones de su tesis:

«Viendo la manera como fue planeada Calígula, habría sido más bien una película política comentando los 70 y temas políticos universales junto con la historia romana. Si a Tinto Brass se le hubiera permitido montar la película, ciertamente hubiera sido extrema en su representación de violencia y desnudez en algunas partes, pero por otro lado, hubiera tenido una trama que tocaba varios temas políticos del pasado e incluso de hoy.

La película en su forma planeada hubiera sido una continuación apropiada de la obra temprana de Tinto Brass en los 60 y 70, incorporando motivos, estilo e ideas de casi todas sus películas previas en un proyecto de gran presupuesto.

En la versión estrenada […] quedan pocas huellas de esto. La historia original ha sido cambiada casi en su totalidad, ha sido cortada y reordenada, y debido al estilo de montaje, incluso en las escenas restantes fueron eliminadas muchas ideas.

Pero hay posibilidades para el futuro: Una versión de Calígula conforme con la visión de Tinto Brass podría ser montada utilizando materiales existentes en las arcas de Penthouse.

Suponiendo un soporte e interés financiero, un montajista con conocimientos profundos del estilo de edición de Tinto Brass podría volver a montar el film de esa manera, ofreciéndole al público una visión totalmente nueva del film y de la obra de Tinto Brass, que era muy política y radical en los 70.

Actualmente es considerado frecuentemente como un director de cine erótico, basándose en la versión estrenada de Calígula (que difiere de sus intenciones) y sus producciones posteriores.

Un nuevo montaje […] seguramente cambiaría esta visión. Incluso sólo con el material estrenado. Tendría unos 170 minutos y, aun no presentando el estilo de montaje de Brass debido a falta de material, podría por lo menos volverse a armar la historia para que sea más comprensible y esté en la línea de las intenciones de Brass.

De este modo, suponiendo interés financiero, habría en el futuro infinitas posibilidades de que esta película sea reconstruida y revaluada. Esto ciertamente cambiaría la percepción pública tanto de la película como de la obra de Brass».

El año pasado, durante la premiere del documental Mission: Caligula de Tuschinski en el Hollywood Reel Independent Film Festival (USA) —que narra las investigaciones hechas por el cineasta alemán a fin de hacer posible la reconstrucción de la película de Tinto Brass—, Kelly Holland, actual directora ejecutiva de Penthouse Global Media Inc., anunció sus planes para trabajar con Tuschinki en la reconstrucción del film. Para ello cuentan con el montaje de 84 minutos (en blanco y negro) que habría realizado Tinto Brass antes de ser despedido. El resto del film tendrá que ser reconstruido sobre la base de las instrucciones e indicaciones dejadas por Tinto Brass y sobre el guion que éste seguía, buscando en lo posible reproducir su mismo estilo de edición.

Aun así, la película tal como está ahora puede verse. Y creo que deberían verla todos los sodálites, tapándose los ojos en las escenas pornográficas, si eso ofende su sensibilidad moral —o hipersensibilidad hacia todo lo que tenga que ver con el sexo que va a la par de su insensibilidad hacia los sufrimientos de las víctimas de su institución—, a fin de que comprendan la personalidad psicótica de quienes están embriagados de poder junto con las atrocidades a las que se llegan en ámbitos sociales e institucionales donde se debe obediencia absoluta e irrestricta a una sola persona. A un Superior General, por ejemplo. Buen provecho.

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FUENTES

Alexander Tuschinski
CALIGULA: Reconstruction, analysis and its place in Tinto Brass’ oeuvre (2011)
http://www.alexander-tuschinski.de/resources/CaligulaReconstructionAnalysisAlexanderTuschinski.pdf

Mission: Caligula (Alexander Tuschinski, 2018)