EL INCENDIO DEL SODALICIO

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Cuando en octubre de 2015 Pedro Salinas y Paola Ugaz publicaron el libro Mitad monjes, mitad soldados, el Sodalicio comenzó a incendiarse. Los encargados de apagar ese incendio y resarcir los destrozos, sobre todo los daños infligidos a las víctimas de abusos, eran quienes tenían en ese momento las riendas de la institución, los integrantes de lo que se conoce como el Consejo Superior del Sodalicio de Vida Cristiana.

Si bien el P. Juan Mendoza Figari integraba el Consejo Superior en el año 2015 como asistente de espiritualidad, ya en el año 2016 no formaba parte de ese organismo y nos encontramos con la siguiente constelación de miembros:

  • Alessandro Moroni , Superior General
  • José Ambrozic, Vicario General
  • P. Jorge Olaechea, asistente de espiritualidad
  • Gianfranco Zamudio, asistente de instrucción
  • Javier Rodríguez Canales, asistente de apostolado
  • Fernando Vidal, asistente de comunicaciones
  • Carlos Neuenschwander, asistente de temporalidades

Sería este Consejo Superior el que enfrentaría el período más álgido de la conflagración en el año 2016, cuando comenzaron a aparecer más testimonios de abusos, la Comisión Ética para la Justicia y la Reconciliación —convocada por el mismo Sodalicio— evacuaba en abril un primer informe demoledor, y la segunda comisión de tres expertos internacionales (Ian Elliott, Kathleen McChesney y Monica Applewhite) —también convocada y contratada en régimen de honorarios por el Sodalicio— iniciaba su labor de control de daños y lavado de cara de la institución. A su vez, el Consejo Superior viajaba a Roma para ver cómo arreglaba el escándalo de los abusos ante las autoridades vaticanas.

El fuego no paró de arder y aparentemente terminó chamuscando a varios miembros del Consejo Superior, pues con el tiempo cuatro de ellos terminarían saliendo del Sodalicio, a saber, Alessandro Moroni, Javier Rodríguez Canales, Jorge Olaechea y Gianfranco Zamudio. Nunca antes en la historia de la institución se habían ido en un período tan corto de tiempo, por voluntad propia, tantos sodálites que llegaron a ocupar altos cargos dentro del Consejo Superior, si bien ninguno de ellos está incluido entre los denunciados por abusos. Anteriormente sólo dos integrantes del Consejo Superior se habían separado del Sodalicio: Virgilio Levaggi, por voluntad propia, acusado de abusos sexuales, y Germán McKenzie, que fue expulsado por una falta grave reiterada que nunca se quiso dar a conocer, pero que sabemos con certeza que no entra dentro de la categoría de abusos, pues la estrategia del Sodalicio frente a este tipo de faltas ha solido ser el encubrimiento y el silencio, nunca un pronunciamiento público admitiendo un delito de tal envergadura, aunque sea veladamente, en uno de sus miembros.

De los anteriores, el primero en irse fue Javier Rodríguez Canales, actualmente Director de Cultura y Biblioteca del Centro Cultural Peruano Norteamericano de Arequipa. Es hermano de Manuel Rodríguez Canales, un sodálite casado que jugó un papel protagónico ejerciendo una crítica institucional interna hacia la manera en que el Sodalicio manejó el tema de los abusos, aunque siempre ha preferido tener un perfil bajo y no hacer declaraciones públicas y transparentes sobre lo que sabe. Lo cual es absolutamente comprensible, si se entiende que toda su trayectoria profesional ha estado ligada a la Universidad San Pablo de Arequipa, gestionada por el Sodalicio.

Gianfranco Zamudio es actualmente subdirector de formación del Colegio Cumbres (Santiago de Chile), institución educativa fundada por los Legionarios de Cristo.

El P. Jorge Olaechea colgó los hábitos, llegó a ser director director académico de la Universidad Andina para el Desarrollo (Huancavelica) y actualmente es su director de investigación.

¿Y qué fue de la vida de Alessandro Moroni, el único Superior General del Sodalicio de los cuatro que ha tenido la institución que se ha separado de ella?

Actualmente vive en Santo Domingo, a unos 96 km por carretera al sur de Valparaíso y a 114 km por carretera al oeste de Santiago de Chile. Las Brisas de Santo Domingo es un paraíso para ricos, un lujoso condominio cerca de la costa chilena, con campo de golf incluido, y Moroni es gerente general de la Fundación Las Brisas de Santo Domingo, que se dedica a la promoción social de los trabajadores del condominio, incluidos sus familiares. Moroni está casado y parece gozar de la confianza de la clase pudiente que habita esos lares. Aparentemente se ha olvidado de su vida pasada. Pero quienes recordamos la gran responsabilidad que ostentó y su complicidad en defraudar y maltratar a las víctimas del Sodalicio, no olvidamos. Esperamos que aún tenga una conciencia que le recuerde la tibieza con que actuó y las vidas arruinadas que dejó la estela de su actuar mediocre y cómplice. Si quiere redimirse, algún día tendrá que decir lo que sabe. Su actual vida paradisíaca está construida sobre ruinas humanas.

Los cuatro que se fueron saben cómo se manejó el escándalo y cuáles fueron las estrategias de encubrimiento de los abusos y traición de la confianza de las víctimas. Y probablemente todo eso haya influido en la decisión que tomaron de separarse del Sodalicio. Pero hasta ahora ninguno ha hablado. Recae sobre sus hombros una inmensa responsabilidad. Y en la medida en que no hablen, serán cómplices de los crímenes cometidos por el Sodalicio. Sabiendo todo lo que pasó al interior del Sodalicio en los años 2015 y 2016, mantienen un silencio verdugo de las víctimas.

Lo curioso es que este incendio institucional fue precedido años antes por un incendio real de enormes proporciones y consecuencias desastrosas, donde uno de los miembros del Consejo Superior jugó un rol importante, a saber, José Ambrozic.

En el año 2011 Ambrozic era superior de una comunidad sodálite encargada de administrar el Centro de Retiros Religiosos y Conferencias que la arquidiócesis de Denver (Colorado, EE.UU.) había inaugurado en 1987 en Camp St. Malo, a unos 100 km al noroeste de Denver en un agreste paraje montañoso que invita a la contemplación y la meditación. Se trataba de una imponente edificación de tres pisos con 49 habitaciones, que recibía unos seis mil visitantes al año. El complejo incluía la Capilla de Santa Catalina de Siena, más conocida como la Capilla sobre la Roca. Terminada de construir en 1936 y designada en 1999 como un sitio histórico por el condado de Boulder, la capilla sigue siendo el núcleo de lo que es el centro espiritual de Camp St. Malo.

El sitio había adquirido también una importancia histórica y espiritual por otra circunstancia. Durante la Jornada Mundial de la Juventud realizada en Denver (10 a 15 de agosto de 1993), el Papa Juan Pablo II había bendecido la capilla e incluso se había alojado en en el centro de retiros. La habitación donde había dormido era custodiada de una manera especial, mientras en un depósito aparte se conservaban las sábanas y cobertores que había usado amén de otras “reliquias”, entre ellas fotos relacionadas con la visita del Sumo Pontífice.

Pero de esta honorable visita no habían sido testigos ni José Ambrozic, ni los otros cuatro sodálites ni el aspirante al Sodalicio que habitaban el centro de retiros en el año 2011, pues —según la página web oficial de Camp St. Malo— recién en el año 2003 la arquidiócesis de Denver le había encargado la administración de las instalaciones al Movimiento de Vida Cristiana vinculado al Sodalicio, y en realidad fueron solamente sodálites quienes asumieron esa tarea.

El 14 de noviembre de 2011, a las 7:45 de la mañana, se desató un incendió. Según Catholic News Agency, Ambrozic y los otros integrantes de la comunidad vieron las llamas cuando regresaban a su residencia después de la misa el lunes por la mañana. Pero el mismo Ambrozic le contaría posteriormente una historia distinta al Denver Post. Relató que él y cinco colegas estaban asistiendo a misa en la capilla del tercer piso la mañana del 14 de noviembre cuando alguien en la habitación vio llamas en el techo exterior. Según Ambrozic, habían estado unas 48 horas sin electricidad y estaban utilizando la chimenea en la sala de estar para calentar el edificio y evitar que las tuberías se congelaran. Al principio, el incendio, que parecía restringirse a una pequeña sección del techo, no parecía ser un gran problema. Alguien llamó al 911 y todos evacuaron el edificio.

Hacia las 11 a.m. los bomberos informaron que habían logrado contener el fuego que comenzó con una explosión en el techo del edificio principal del centro de retiros. Pero el salón, el comedor, la cocina, la biblioteca y las áreas comunes se habían quemado y colapsado, junto con la pequeña capilla del tercer piso. No hubo muertos ni heridos que lamentar, pues ese día el centro no tenía huéspedes y estaba prácticamente vacío.

El fuego no afectó la histórica Capilla sobre la Roca, situada a cierta distancia del edificio, pero los bomberos declararon que el centro de retiros podría perderse por completo debido al daño estructural, aunque tres pisos del área de alojamiento aún permanecían en pie. La habitación 314 donde se había alojado el Papa Juan Pablo II salió indemne del incendio. Los contenidos de un clóset que contenía recuerdos de su visita sobrevivieron en su mayoría. Sin embargo, las pérdidas incluyeron un cuarto usado como depósito donde se guardaban la colcha y las sábanas que Juan Pablo II utilizó durante su visita, además de otros objetos recordatorios.

En declaraciones a la Catholic News Agency, Ambrozic dijo: «Ésta es una pérdida muy trágica, porque muchos elementos emblemáticos de la Iglesia en Colorado estaban aquí en St. Malo, y la mayoría de ellos se han perdido en el incendio. Sin embargo, la Iglesia es mucho más que sus edificios, así que volveremos cuando Dios lo desee, sirviendo como lo hemos estado haciendo en la comunidad católica de Colorado y más allá». Al igual que sus futuras promesas de resarcir justamente a las víctimas de abusos en el Sodalicio, esto nunca ocurriría, por circunstancias que veremos más adelante.

Un mes después, el 23 de diciembre, el incendio causante de pérdidas de hasta ocho millones de dólares en daños fue declarado accidental. Según dieron a conocer las autoridades del sheriff del condado de Boulder, los investigadores no pudieron determinar la causa directa del fuego que se originó en la estructura del techo, dentro y alrededor de la chimenea del edificio.

Sin embargo, parece que la compañía del seguro contra incendios tenía más información. En una bitácora web de la asociación Camp St. Malo Alumni aparece la siguiente anotación:

«December 2015:

Last day for the Archdiocese of Denver to receive insurance money from the fire or they would lose it».

Diciembre de 2015:

Último día para que la Arquidiócesis de Denver reciba el dinero del seguro por el incendio, de lo contrario, lo perdería»].

A decir verdad, el seguro nunca pagó nada. Téngase en cuenta que en estos casos una de las razones más frecuentes que esgrimen los seguros para evitar pagar un daño es que hubo grave negligencia por parte de los responsables del edificio. José Ambrozic habría omitido encargar el mantenimiento de rutina de la chimenea, que tiene que ser deshollinada con regularidad, y eso habría ocasionado el incendio. Por supuesto, esta información debía ser mantenida en reserva a fin de evitar perjudicar la buena imagen que el Sodalicio estaba buscando irradiar en los Estados Unidos. Esto no podría haberse logrado sin la complicidad de las autoridades eclesiásticas que protegían a los sodálites.

Para esa fecha el arzobispado de Denver ya había renunciado a reconstruir el centro de retiros. A inicios de septiembre de 2013, lluvias torrenciales devastaron gran parte del terreno en los condados de Boulder y Larimer. Las inundaciones y deslizamientos de lodo y escombros causaron daños significativos a la propiedad de Camp St. Malo, aunque la Capilla sobre la Roca permaneció intacta debido a su posición elevada en relación al terreno circundante.

En noviembre de 2014 se hizo de conocimiento público la decisión de no reconstruir el centro de retiros. «A la luz de los significativos costos de saneamiento de la propiedad, la continua incertidumbre sobre la estabilidad de Mount Meeker y el impacto desconocido de los futuros flujos de agua y sedimentos en la propiedad, se ha determinado que no es prudente reconstruir en la propiedad de St. Malo», declaró David Holden, director financiero de la arquidiócesis y presidente de la entidad corporativa de Camp St. Malo.

¿Qué pasó con Ambrozic, quien habría tenido responsabilidad en lo sucedido? Pues nada relevante. Aún siendo el integrante de mayor edad de la fundación generacional, teniendo una mente brillante de inteligencia superior unida a un carácter distraído y talante ausente, nunca habría gozado de la confianza plena de Luis Fernando Figari y, por lo tanto, por eso mismo nunca habría ostentado ningún cargo en el Consejo Superior. Lo mismo sucedió durante cuando, por corto tiempo, fue Superior General Eduardo Regal (entre 2011 y 2012), quien había sido mano derecha de Figari y la persona a través de la cual Figari habría seguido ejerciendo influencia en la conducción del Sodalicio. Ambrozic se habría convertido para Figari en el lorna que quemó el centro de retiros de Camp St. Malo.

Fue recién durante el período de mando de Alessandro Moroni como Superior General, quien pretendió romper con la influencia de Figari, que Ambrozic llegó a formar parte del Consejo Superior, primero como asistente de comunicaciones y después como Vicario General. Pero así como no pudo evitar ni apagar un incendio real, tampoco poco pudo evitar ni apagar el incendio simbólico que significó el escándalo de abusos del Sodalicio, incluso empeorándolo con su negligencia e incompetencia para tomar al toro por las astas y ponerse al servicio de la verdad y de la justicia.

(Columna publicada el 27 de enero de 2024 en Sudaca)

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FUENTES

Página web oficial de Camp St. Malo
https://campstmalo.org

Catholic News Agency
Colorado Catholic retreat center seriously damaged in fire (Nov 14, 2011)
https://www.catholicnewsagency.com/news/23754/colorado-catholic-retreat-center-seriously-damaged-in-fire

Reporter-Herald (The Denver Post)
Out of the ashes: Long road ahead for Camp St. Malo Retreat Center after fire (November 24, 2011)
https://www.reporterherald.com/2011/11/24/out-of-the-ashes-long-road-ahead-for-camp-st-malo-retreat-center-after-fire/

Daily Camera
Fire at Allenspark’s St. Malo Retreat Center ruled accidental (December 23, 2011)
https://www.dailycamera.com/2011/12/23/fire-at-allensparks-st-malo-retreat-center-ruled-accidental/

Denver Catholic
Mudslide buries plans to rebuild mountain retreat center (November 4, 2014)
https://denvercatholic.org/mudslide-buries-plans-rebuild-mountain-retreat-center/

CSM Alumni
https://www.csmalumni.com/new-page

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POST SCRIPTUM (29 de enero de 2024)

Posteriormente a la publicación de este artículo me llegó información relevante adicional sobre el incendio de la casa de retiros de Camp St. Malo. Según me cuentan, la información que los sodálites dieron a miembros del Christian Life Movement (Movimiento de Vida Cristiana) en Denver es que la causa había sido una falla en la caldera del edificio. Sin embargo, lo que realmente habría sucedido es mucho peor que cualquier sospecha que hubiéramos tenido.

La casa habría estado sin calefacción y electricidad por un par de días y los seis miembros de la comunidad sodálite habrían decidido bajar a dormir a la sala principal de la casa de retiro, que tenía una chimenea que era más de adorno que de verdad. Había otra chimenea de piedra en el comedor que podrían haber usado, pero no lo hicieron. Habrían decidido dormir en las alfombras de la sala alrededor de la chimenea del salón principal por el frío y habrían estado alimentando el fuego con cartones y maderas durante toda la noche. Temprano en la mañana se habrían levantado para ir a misa, dejando el fuego desatendido. El calor de la chimenea habría calentado el techo del edificio, donde efectivamente comenzó el fuego, que de allí se expandió por el techo a toda la zona derecha del edificio, incluyendo las habitaciones de la comunidad que estaban en el segundo piso en esa área. Se quemaron esas habitaciones, la comunidad perdió todo y la mitad del edificio quedó inservible.

Los sodálites que vivían Camp St. Malo son los únicos que podrían verificar públicamente esta versión de los hechos. Pero es poco probable que lo hagan, fieles al modus operandi del Sodalicio de mantener un código de silencio al estilo de la mafia y de mentir descaradamente ante la opinión pública.

DESERCIONES DEL SODALICIO

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Gabriel Pereyra, uno de los desertores más importantes del Sodalicio

Cuando Alessandro Moroni, entonces Superior General del Sodalicio de Vida Cristiana, declaró el 20 de noviembre de 2018 ante la comisión del Congreso que preside el congresista Alberto de Belaúnde, reveló que son aproximadamente 160 los miembros del Sodalicio que viven un estilo de vida consagrada en comunidades, es decir, con promesas de obediencia y celibato. Es decir, unos cuatro gatos en comparación con otras instituciones religiosas, más aún si consideramos que en el año 1993, cuando por fin pude salir de la órbita de la vida comunitaria sodálite, el número de sodálites en actividad sería de unos 120. Eso no significa que no hayan seguido reclutando a un número considerable de miembros mediante sus usuales métodos agresivos de proselitismo. Lo que ocurre es que las defecciones también han sido numerosas a lo largo de su historia, hasta el punto de que el número de exmiembros de la institución sería un múltiplo de la cantidad de miembros actuales.

En ese sentido, el Sodalicio ha funcionado como el sistema digestivo, asimilando lo que estuviera a su alcance para luego terminar desechándolo, hecho mierda en la mayoría de los casos. Como ha ocurrido, por ejemplo, con José Rey de Castro, quien tras haber vivido bajo un régimen de esclavitud moderna al servicio directo de Luis Fernando Figari durante décadas, arrastra un síndrome de estrés postraumático con consecuencias cardíacas además de dificultades de concentración y socialización, lo cual lo ha incapacitado para realizar determinados trabajos y reinsertarse plenamente en la sociedad. Un video reciente difundido en Facebook (https://www.facebook.com/oscarost/videos/10213555748788893/) lo muestra fuera de control vociferando en un restaurante de Santiago de Surco, indignado ante la propuesta de un par de curas sodálites que le ofrecen pagarle sólo una terapia a la vez que se le niega la justa reparación que se le debe por los daños personales sufridos y los años perdidos, mientras que a Figari se le “castiga” con una residencia propia en Roma y todos los gastos pagados de una vida decorosa hasta el fin de sus días. Se trata del mismo Sodalicio que en el comunicado final de su V Asamblea General dice que quiere «pedir sincero perdón a las víctimas de estos abusos y maltratos. Renovamos nuestro compromiso por hacer todo lo que esté en nuestras manos para seguir sanando estas heridas y sufrimientos en justicia y en caridad».

No a todos los que deciden separarse de la institución les ha ido tan mal. Por ejemplo, está el caso de Gabriel Pereyra, quien habría sido el primero en encontrar muerto a Germán Doig —cuyo certificado de defunción habría sido firmado por un ginecólogo perteneciente al Movimiento de Vida Cristiana sin que se le permitiera ver el cadáver—. Pereyra habría sido apadrinado por Figari como un candidato a sucesor de Doig. Sin embargo, decidió separarse del Sodalicio al poco tiempo de hacerse públicos los abusos sexuales de Doig a través de la prensa escrita. Sería un testigo importante por los años transcurridos en el Sodalicio, por las responsabilidades que le fueron confiadas y por conocer las circunstancias que rodearon la misteriosa muerte de Doig. Hasta ahora no ha abierto la boca y ese silencio habría sido recompensado, pues parece que le va muy bien con su empresa de coaching empresarial Human Growth.

Las defecciones son muchas, y algunas de ellas importantes, como la de Javier Rodríguez Canales, quien fue asistente de apostolado en el Consejo Superior del Sodalicio cuando estallaron los escándalos en el año 2015; Gianfranco Zamudio, asistente de instrucción de ese mismo Consejo; Sebastián Correa Ehlers, el cura estrella del Sodalicio en Chile y durante algún tiempo director del Centro de Estudios Católicos —cuya página web está inactiva desde septiembre de 2016—; Alfredo Draxl —de parte de quien José Enrique Escardó sufrió graves abusos psicológicos y físicos—, actualmente director del Liceo Naval “Almirante Guise”; y faltan mencionar varios sacerdotes que recientemente han colgado los hábitos.

Por supuesto, el Sodalicio no comunica oficialmente estas deserciones. Al contrario, a través de videos ocasionales que cuelga en su página web, con ceremonias litúrgicas donde aparecen ordenaciones de diáconos y sacerdotes o emisiones de promesas vinculantes por parte de nuevos laicos consagrados perpetuos, intenta maquillar los fracasos de su historia y presentar una imagen de institución triunfante bendecida por Dios y por la Iglesia.

La verdadera historia del Sodalicio está en las heridas psicológicas y espirituales de aquellos que han desertado de la institución, historia de la cual apenas se sabe una pequeñísima parte. Recién está empezando a ser contada.

LA OBEDIENCIA TRAMPOSA DEL SODALICIO A LA IGLESIA

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Mons. Joseph William Tobin entrevistado en una comunidad del Sodalicio de Vida Cristiana (agosto de 2016)

En su comunicado del 10 de enero, el Sodalicio informa haber recibido «la noticia del nombramiento que la Santa Sede ha hecho de Mons. Noel Antonio Londoño Buitrago, C.Ss.R., Obispo de Jericó en el departamento de Antioquia (Colombia), como Comisario Apostólico de nuestra Sociedad».

Sin manifestar ninguna contrariedad y sin hacer alusión a los problemas que habrían motivado la intervención, el comunicado dice: «Como hemos hecho hasta ahora con el Cardenal Joseph Tobin desde su nombramiento como Delegado para el Sodalicio en mayo de 2016, colaboraremos en todo con Mons. Londoño para que pueda ejercer sus funciones según lo dispuesto por la Santa Sede».

Finalmente concluye: «Reafirmamos una vez más nuestra absoluta obediencia al Santo Padre y a la Santa Madre Iglesia».

Cabe preguntarse cómo colaboraron con Tobin. ¿Acaso le contaron toda la historia de la institución, desde la época en que era bien marcada la influencia del fascismo español? ¿Le mostraron las Memorias, opúsculos anuales escritos por Figari entre 1976 y 1986, de lectura y estudio obligatorios para los sodálites hasta que se decidió requisar —sin explicar el motivo— todos los ejemplares e incluso ocultar su existencia a la Santa Sede durante el proceso de aprobación del Sodalicio? ¿Le permitieron asistir a alguna reunión grupal donde se obligara a los participantes a revelar sus intimidades privadas para finalmente “sacarles la mierda” por ser infieles al Señor Jesús? ¿Le hicieron escuchar las palabras soeces con que se humilla a los sodálites en la vida cotidiana?

Tobin parece tener la impresión de haber conocido bien al Sodalicio, como declaró en una entrevista publicada el 4 de agosto de 2016: «He llegado a conocer desde cerca la realidad del Sodalitium en sus obras apostólicas, colegios, trabajo social. He pasado tres días completos con el Consejo Superior y también visité la Casa de Formación. Luego tuve una cantidad de entrevistas con sodálites y ex sodálites». Al final, su evaluación es positiva: «Por una parte los problemas y los desafíos son graves. Yo creo que por otra parte hay voluntad de parte del Consejo Superior de enfrentarlos con sinceridad. Espero que esta actitud siga y venga compartida por los demás sodálites».

Alessandro Moroni, quien según el P. Jean Pierre Teullet desestimó las denuncias contra Figari en el año 2013 y posteriormente negó la gravedad de los abusos sufridos por varias víctimas de abusos psicológicos, integraba como Superior General ese Consejo Superior. También formaba parte de él como Vicario General José Ambrozic, miembro de la primera generación del Sodalicio y testigo de innumerables abusos cometidos dentro de la institución, el cual no ha tenido hasta ahora la valentía de reconocer públicamente la gravedad de los hechos que él presenció. Javier Rodríguez Canales, entonces Asistente de Apostolado, por lo menos ha tenido el decoro de renunciar al Sodalicio. Carlos Neuenschwander, Asistente General de Temporalidades —es decir, de la administración económica del Sodalicio— se habría encargado de que se pagara lo mínimo posible en reparaciones a las víctimas que el Sodalicio selectivamente reconoció.

Así como el Sodalicio habría escenificado ante Tobin su mascarada de una comunidad de gente feliz y contenta —como siempre lo hizo cada vez que venían visitantes importantes—, evidentemente obviando mostrar en todos sus detalles cómo se trata a sus miembros en el día a día, también es probable que haga lo mismo con Mons. Londoño, el comisario de la Santa Sede. Su colaboración con éste consistiría en influenciarlo en lo posible, para que se lleve una buena impresión de las comunidades sodálites. En lo que respecta a estas representaciones escénicas, los sodálites son expertos y fieles discípulos de Figari.

Por otra parte, la obediencia sodálite a la Iglesia implica renunciar a obedecer la propia conciencia. Sólo así se entiende que el Sodalicio haya aceptado sin observaciones ni reparos la inmoral decisión tomada por el Vaticano respecto a Figari.

Además, el Sodalicio —con su proverbial falta de transparencia— siempre ha buscado controlar la información que le llega al Papa, ocultando los aspectos incómodos de su régimen de gobierno, su disciplina y su historia, a fin de que el Sumo Pontífice termine ordenándoles lo que ellos ya han previsto. Sólo espero esta vez que con la intervención vaticana se dé definitivamente un GAME OVER.

(Columna publicada en Altavoz el 22 de enero de 2018)

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FUENTES

Página web oficial del Sodalicio de Vida Cristiana
Entrevista a Mons Joseph William Tobin, delegado vaticano para el caso Sodalicio (04 Ago 2016)
http://sodalicio.org/noticias/entrevista-a-mons-joseph-william-tobin-delegado-vaticano-para-el-caso-sodalicio/
Comunicado sobre nombramiento de Comisario Apostólico para el Sodalicio (10 Ene 2018)
http://sodalicio.org/comunicados/comunicado-sobre-nombramiento-de-comisario-apostolico-para-el-sodalicio/