ABUSOS SEXUALES: TAMBIÉN LA IGLESIA EVANGÉLICA

abusos

En noviembre de 2018 la Conferencia Episcopal Alemana publicó el así llamado Estudio MHG —en alusión a las iniciales de las ciudades a las que pertenecían los institutos de los investigadores: Mannheim, Heidelberg, Giessen— sobre el abuso sexual en la Iglesia católica alemana. Los resultados fueron devastadores, aun cuando la investigación contó con limitaciones e incluso obstaculizaciones por parte de algunas de las diócesis que se habían comprometido a realizarlo.

Se analizaron 38,156 actas personales de sacerdotes y diáconos de los 27 obispados alemanes pertenecientes al período entre 1946 y 2014. Se halló 1,670 clérigos abusadores, lo que representa el 4.4% de todos los clérigos cuyas actas personales fueron examinadas. Se identificó 3,677 víctimas de abuso sexual infantil y juvenil. Se encontraron estructuras institucionales que permitían el abuso sexual, como relaciones asimétricas de poder y un sistema cerrado en sí mismo, característico de la Iglesia católica. Y esto sólo era la punta del iceberg debido a las limitaciones señaladas, pues los estudios independientes posteriores encargados por varias diócesis no han hecho más que aumentar el número de abusadores —no sólo clérigos, sino también religiosos y personal laico— y también el número de víctimas.

La Iglesia Evangélica en Alemania (Evangelische Kirche in Deutschland, conocida por sus siglas EKD), una federación de actualmente veinte iglesias protestantes regionales, creada en 1948 después de la Segunda Guerra Mundial, se enorgullecía en ese aspecto de ser mejor que la Iglesia católica. ¿Cómo iban a ocurrir abusos sexuales en las iglesias reformadas, que tenían como pilar principal la fidelidad a la Palabra de Dios expresada en la Biblia y cuyas autoridades eclesiásticas —obispos, pastores y vicarios de ambos sexos— no tenían la obligación de guardar el celibato, como sí ocurre en la Iglesia católica?

De otra opinión era Detlev Zander, quien en 2014 se convirtió en el primer denunciante de abusos sexuales contra menores en una institución asociada a la Iglesia evangélica. Zander fue víctima de abuso sexual, golpes y humillaciones por parte de varios agresores cuando era niño en un hogar infantil de la Comunidad de Hermanos en Korntal, cerca de Stuttgart. La Iglesia evangélica había ignorado su historia de sufrimiento y lo había difamado como mentiroso. Solo cuando decidió hacer público su testimonio, la Iglesia se preocupó en investigar. Actualmente, Zander es el portavoz del Foro de Participación Violencia Sexual de la Iglesia Evangélica, creado en 2022. El foro tiene poder de decisión en cuestiones relacionadas con la violencia sexual. Zander señaló que en los hogares y casas parroquiales evangélicas prácticamente no existen estructuras que permitan poner al descubierto o prevenir tales casos. En agosto de 2021 Zander había declarado en una entrevista: «Desde mi punto de vista no se puede decir que el contexto católico sea peor que el evangélico – en ambas iglesias no se hace nada. Ambas están igual de mal y son terribles».

El tiempo le ha dado la razón. El 25 de enero de este año por fin fue publicado un informe multidisciplinario de más de 800 páginas sobre abusos sexuales en la Iglesia Evangélica en Alemania (EKD), realizado por el Consorcio de Investigación ForuM, con el título de “Investigación sobre el tratamiento de la violencia sexual y otras formas de abuso en la Iglesia Evangélica y la Diaconía en Alemania”, entendiéndose por “diaconía” el servicio social que prestan cada una de las iglesias protestantes regionales. En la elaboración del informe, encargado por la misma EKD, participaron ocho universidades e institutos alemanes, cubriendo las áreas de trabajo social, historia, ciencias de la educación o pedagogía, psicología, sociología, psiquiatría forense, sexología y criminología.

La EKD encargó el estudio hace más de tres años por un costo de alrededor de 3.6 millones de euros. También hubo participación de los afectados. Los investigadores analizaron alrededor de 4,300 actas disciplinarias, 780 actas personales y alrededor de 1,320 documentos adicionales. Haciendo una comparación, en el Estudio MHG de la Conferencia Episcopal Alemana de 2018 se examinaron más de 38,000 actas personales, como ya se ha indicado.

El estudio realizado demuestra que ha habido muchos más víctimas de abuso de lo esperado, habiendo identificado a 2,174 afectados y 1,259 perpetradores. Sin embargo, Harald Dressing, uno de los investigadores —quien también colaboró con el Estudio MHG de la Iglesia Católica en 2018— explicó que, no obstante haber una obligación contractual, solo una de las veinte iglesias evangélicas regionales proporcionó actas personales junto con las actas disciplinarias. Ello significó una seria limitación al estudio, pues el análisis adicional de las actas personales de la única pequeña iglesia regional que las puso a disposición de los investigadores mostró que en las actas disciplinarias no había registro de aproximadamente el 60% de los abusadores y del 70% de las víctimas. Basándose en estos datos y en la experiencia de estudios similares, se llega a cifras mucho más altas. Según cálculos estimados, desde 1946 al menos 9,355 niños y jóvenes habrían sufrido abuso sexual en la Iglesia evangélica y en la Diaconía. Además, habría 3,497 abusadores, de los cuales más de un tercio serían pastores o vicarios. Se presume con razón que hay una cifra oscura muy grande. Muy grande y aterradora.

Según el estudio, alrededor del 64.7% de las víctimas eran hombres y el 35.3% por ciento eran mujeres. Casi todos los perpetradores son hombres (99.6%). Alrededor de tres cuartas partes de ellos estaban casados en el momento del primer abuso. La mayoría de los delitos son de naturaleza hands on, es decir, con contacto físico, desde tocamientos corporales innecesarios en clases de educación física hasta la penetración.

Por supuesto, las reacciones de los eclesiásticos y eclesiásticas evangélicos han sido muy similares a las que encontramos entre las autoridades de la Iglesia católica, resaltando más el impacto emocional en la institución perpetradora y el daño a su imagen que las terribles experiencias de las víctimas, con biografías destrozadas preñadas de dolor. «Esperaba mucho de la investigación, pero el cuadro general me ha conmocionado», dijo Kirsten Fehrs, presidenta interina del consejo de la EKD, en la presentación del informe en Hannover. Con respecto a las víctimas, Fehrs dijo: «No las protegimos en el momento del delito, ni las tratamos adecuadamente cuando tuvieron el coraje de denunciarlo». Hubo una tendencia a mirar hacia otro lado en las comunidades eclesiásticas y en las instituciones de la Diaconía.

El director del estudio, Martin Wazlawik, señaló que los casos de abuso en la Iglesia evangélica hasta ahora no han sido adecuadamente registrados ni investigados. El mal manejo de los casos de los afectados muchas veces se hizo desde una actitud que consideraba a la Iglesia evangélica como superior a la católica.

Los representantes de los sobrevivientes de abuso exigieron estándares vinculantes para la investigación en todas las iglesias regionales, pues el federalismo inherente a la EKD —donde cada iglesia regional sigue sus propios procedimientos— obstaculizaban la elucidación de los casos de abuso. Aún hoy, dijo Detlev Zander, el trato hacia los afectados sigue causando retraumatización.

El Ministro Federal de Justicia, Marco Buschmann, instó a ambas iglesias a comprometerse con el esclarecimiento de casos de abuso, la reparación y una mejor prevención. También dijo: «El esclarecimiento eclesiástico es importante, pero no puede sustituir al procesamiento penal estatal donde sea posible».

Internamente se habla en la Iglesia evangélica de una «debacle», aunque nadie quiera ser citado al respecto con nombre y apellido. Los investigadores independientes encargados denunciaron en la presentación del estudio y en entrevistas la «parsimoniosa colaboración de las iglesias regionales», y que sólo pudieran realizar un análisis de las actas personales en una de las veinte iglesias regionales. El hecho es que se había acordado contractualmente una inspección de las actas personales de forma aleatoria. Sin embargo, en algún momento los investigadores se encontraron ante la alternativa de interrumpir el estudio, o conformarse con las actas disciplinarias. Según ellos mismos, las iglesias regionales alegaron que no tenían suficiente personal para revisar las actas personales. Esto resultó en una disponibilidad «altamente selectiva» de fuentes, por lo cual los resultados sobre el número de abusadores —cuyos nombres aun no han sido revelados— y de víctimas sería sólo «la punta de la punta del iceberg».

El director del estudio, Martin Wazlawik, le comentó el 25 de enero al periódico semanal “Die Zeit” que los números aún no describen la magnitud total del abuso sexual:

«Lo que hemos hecho en el estudio ForuM es un comienzo, seguido de dos puntos [signo ortográfico]. Todavía hay mucho trabajo por hacer para que las iglesias regionales y la EKD rellenen el espacio después de estos dos puntos».

Todos estos resultados invitan a la reflexión. En las iglesias cristianas reformadas no existe la obligación del celibato para los clérigos, como en la Iglesia católica, y sin embargo los abusos sexuales son de igual o mayor magnitud que en la Iglesia católica. Incluso se aplican estrategias parecidas ante este problema: encubrimiento, protección de la imagen institucional, control de daños, maltrato de las víctimas —ya sea ignorándolas o desacreditándolas—, impunidad para los abusadores, omisión de denuncia ante la justicia civil.

El celibato no sería un factor determinante en el hecho de que haya abusos sexuales, pues los abusadores de la Iglesia evangélica no eran célibes. Incluso en la Iglesia católica un clérigo o religioso obligado al celibato puede transgredir esta obligación y llevar una doble vida, sin convertirse en abusador, ya sea teniendo un/a amante (en una relación hetero u homosexual), una relación estable —no oficial ni pública— con una mujer, o simplemente recurriendo al servicio de prostitutas. Ninguna de estas prácticas, si el sexo es consentido mutuamente, convierte a un clérigo en un abusador.

Aquí conviene citar a Alberto Moncada, exmiembro del Opus Dei:

«Yo no creo que el celibato eclesiástico sea la causa de la creciente inundación de pederastia sacerdotal. […] Los curas y monjas pederastas lo son no tanto por su eventual represión sexual cuanto por gozar de una situación de poder respecto de los menores que les están confiados. Es posible que si estuvieran emparejados hubieran sido menos pederastas pero también hay casados pederastas que tienen en común con los clérigos y monjas su fácil acceso a los menores y su situación de poder respecto a ellos».

Tanto en la Iglesia católica como en la Iglesia evangélica nos hallamos con estructuras similares de poder que propician la perpetración de abusos sexuales en perjuicio de menores y adultos vulnerables y donde en virtud de una autoproclamada misión religiosa se tiene acceso a la intimidad personal y a las conciencias de los creyentes en un supuesto ámbito de confianza. Y esto nos lleva a una tremenda paradoja: ser creyente no hace que uno esté más seguro y mejor protegido, sino que lo pone a uno en riesgo de sufrir abusos en las iglesias cristianas de las cuales se participa.

(Columna publicada el 12 de febrero de 2024 en Sudaca)

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FUENTES

Forschungsverbund ForuM
Forschung zur Aufarbeitung von sexualisierter Gewalt und anderen Missbrauchsformen in der Evangelischen Kirche und Diakonie in Deutschland
https://forum-studie.de/wp-content/uploads/2024/01/Abschlussbericht_ForuM.pdf

WEB.DE
“Wir waren Freiwild”: Ein Betroffener berichtet über sexuelle und körperliche Gewalt in der Evangelischen Kirche (04.08.2021)
https://www.augsburger-allgemeine.de/bayern/kirche-missbrauch-in-evangelischer-kirche-streit-um-zahlen-und-weitere-studie-id69343381.html

katholisch.de
Evangelische Kirche: 9.355 Missbrauchsopfer – 3.500 Beschuldigte (25.01.2024)
https://katholisch.de/artikel/50606-evangelische-kirche-9355-missbrauchsopfer-3500-beschuldigte

Augsburger Allgemeine
Missbrauch in evangelischer Kirche: Streit um Zahlen und weitere Studie (05.02.2024)
https://www.augsburger-allgemeine.de/bayern/kirche-missbrauch-in-evangelischer-kirche-streit-um-zahlen-und-weitere-studie-id69343381.html

LA VÍCTIMA DE ABUSO QUE ELIGIÓ ENTRE EL SUICIDIO Y LA LUCHA

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Detlev Zander

Año 2013. Detlev Zander, enfermero de más de 50 años de edad residente en Plattling (Baviera), comienza a sufrir continuas depresiones debido a flashbacks recurrentes y recuerdos de una infancia atormentada. Las consecuencias del trauma sufrido afloran como un volcán sin que haya habido un detonante y terminan incapacitándolo para seguir ejerciendo su actividad laboral. Decide quitarse la vida. Su primer intento de suicido fue a los 14 años de edad, y no sería el único. Como en las otras ocasiones, su tentativa falla nuevamente. Es entonces que decide tomar otro camino: en vez de lanzarse hacia la muerte, decide lanzarse hacia adelante y luchar. «O me voy de este mundo o me voy hacia la opinión pública», se dijo entonces a sí mismo.

En el año 2014 Zander se convierte en el primer denunciante de abusos sufridos por menores de edad en un hogar infantil de la Evangelische Brüdergemeinde Korntal, en castellano Comunidad Evangélica de Hermanos de Korntal, una pequeña localidad situada a unos 11 km por carretera de Stuttgart. La comunidad existe desde el año 1819 como una entidad de derecho público que mantiene lazos de cooperación con la Iglesia Regional Evangélica de Wurtemberg (sur de Alemania). La comunidad de Korntal es, pues, una iglesia cristiana autónoma nacida dentro de la corriente pietista del luteranismo, la cual le da más importancia a la vivencia interior —entendida como experiencia personal de Cristo— que a los aspectos institucionales y rituales de la comunidad eclesial. Pero por eso mismo, Korntal era a la vez «un cosmos cerrado en sí mismo», una comunidad autorreferencial, una institución que se miraba el ombligo y que ponía como condición para pertenecer a ella una fe piadosa y sentida, aunque bajo su manto se cometieran perversidades. Y eso es precisamente lo que vivió Detlev Zander en carne propia desde su más tierna infancia.

A inicios de los 60, a la edad de 3 años, llega al hogar infantil de la Comunidad Evangélica de Hermanos de Korntal, proveniente de un hogar para lactantes ubicado en la sureña región montañosa conocida como Jura de Suabia. La Oficina de Juventud le había quitado a los padres la custodia del niño desde que era un bebé. Su padre era un delincuente sexual muy violento. «Se me quiso proteger de él», señala Zander. Y paradójicamente fue entregado a un hogar infantil donde sería sistemáticamente violado durante diez años, desde los 4 a los 14 años de edad.

El conserje habría sido el principal abusador, quien se llevaba niños al sótano de las bicicletas y, tras haberlos acariciado con una mano exploradora de todos los rincones del cuerpo humano y haberlos obligado a practicarle el sexo oral, los colocaba boca abajo sobre un banco de trabajo y procedía a violarlos Si la potencia viril lo había abandonado y no retornaba, tenía a la mano una aceitera y un destornillador. Detlev recuerda cómo el conserje le untaba aceite en el trasero y luego le introducía el mango rojo de la herramienta. Para poder soportar el dolor y huir de la crueldad del momento, el niño acariciaba el logo del mueble, una pequeña placa con la figura de la iglesia mayor de Ulm, a fin de sustraerse al horror.

«Como niño desarrollas una estrategia, en la cual al final ya nada te importa. Yo me escindí como un venado muerto. Yo buscaba puntos y hacia dibujos con los dedos. Sobre este banco de trabajo estaba la iglesia mayor de Ulm, y entonces siempre jugaba a que la luna es redonda, la luna es redonda. De esta manera ya no sentía nada. Era una reacción refleja defensiva; si no, no se sobrevive a eso».

«Yo era presa de caza, porque no tenía hogar paterno. No se lo podía contar a nadie». Una sola vez se le contó a su preceptora: «Tía Gerda, mi popó está con sangre». Tenía 4 ó 5 años. «Entonces me pegó así y sólo me introdujo una gasa de algodón con un viejo termómetro y yo debía quedarme arriba en el dormitorio. Me quedó entonces claro que nadie me iba a creer».

A la violencia sexual se añadieron maltratos físicos y psicológicos. «Por ejemplo, yo era obligado a comerme mi propio vómito cuando había arrojado», cuenta Zander sobre su sádica preceptora. «Yo mojaba la cama. Entonces ella me ponía en la mañana bajo la ducha fría y con un cepillo de dientes restregaba mi pene con sal». El párroco también aplicaba violencia, llevaba a cabo exorcismos sobre la “estirpe del diablo”, golpeaba a los “engendrados en pecado”. Dice Zander que esta “violencia religiosa” era tan nefasta como la violencia sexual.

«Abajo en el sótano eras violado y arriba se nos obligaba a la fuerza a rezar y cantar. Había coerción para ir a la iglesia todos los domingos. Había verdaderas expulsiones de demonios con golpes. Y siempre reproches y amenazas: “¡Si no haces esto, te irás al infierno!” Para mí de niño eso era normal, pero a la larga no era otra cosa que coerción. Desde mi punto de vista actual era pura demostración de poder, abuso de poder. No importaba que fuera el párroco, la preceptora, el conserje o el director del hogar infantil: todos ellos tenían cuasi poder sobre nosotros. El abuso sexual siempre es abuso de poder; no se debe relativizar esto, diciendo que todos eran pedófilos. Como el conserje, que no era pedófilo. Abusaba de los niños y luego les introducía cuerpos extraños, yo mismo lo viví. Se caracterizaba por ser muy sádico. Y esta conducta se reflejaba después en mi grupo, allí había insoportables orgías de golpes».

En el año 2015 Zander publicó una pequeña novela basada sobre sus experiencias personales con el título de “Y Dios aparta la mirada (La historia de Dieter Z. – Un niño en el infierno)” [“Und Gott schaut weg (Die Geschichte des Dieter Z. – Ein Kind in der Hölle)]”, donde, además de narrar los abusos de todo tipo que sufrió, describe lo que se puede considerar un sistema de abuso, donde cada uno de los responsables cumple una función y donde muchos no ven —o no quieren ver— lo que se les hace a los niños. Allí también se describe a un grupo de donantes, hombres que colaboraban monetariamente o con servicios a la comunidad evangélica y que podían llevarse un fin de semana a cualquier niño para un paseo, supuestamente para hacer que por algunos momentos se sientan parte de una familia. Uno de los principales donantes de la comunidad de Korntal habría sido también un abusador de menores, así como otros señores interesados en el “bienestar” de los niños.

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El niño Detlev Zander

No obstante que los Comunidad Evangélica de Hermanos de Korntal buscó silenciar a Zander, desacreditándolo como un mentiroso y embustero, finalmente tuvieron que admitir los hechos, dado que aparecieron nuevos testimonios de más de 140 víctimas. Se encargó una investigación independiente que incluía dos hogares infantiles de la comunidad entre los años 50 y 80, realizada por la exjueza Brigitte Baums-Stammberger, el pedagogo Bruno Hafeneger y el sociólogo Andre Morgenstern-Einenkel, los cuales presentaron su devastador informe el 7 de junio de 2018. Fueron entrevistadas 105 víctimas —entre ellas Zander—, de las cuales 56 habían sufrido violencia sexual. Se pudo identificar a 81 abusadores, de los cuales 8 eran abusadores intensivos en serie. Una vez publicado el informe se han reportado más de 50 víctimas adicionales.

Comenta Zander: «Desde mi punto de vista no se puede decir que el contexto católico sea peor que el evangélico – en ambas iglesias no se hace nada. Ambas están igual de mal y son terribles». Pero la atención puesta sobre la Iglesia católica eclipsa los abusos cometidos en las iglesias evangélicas. Zander recalca que «para nosotros, víctimas protestantes, hay poco apoyo».

Actualmente Detlev Zander forma parte de un equipo de investigación independiente para el procesamiento de la violencia sexual y otras formas de abuso en la Iglesia evangélica en Alemania, es oficialmente representante a nivel federal de las víctimas de abusos de la Iglesia evangélica alemana y ha fundado la asociación Red Fórum de Personas Afectadas (Netzwerk BetroffenenForum e.V.).

En febrero de este año declaraba que «el mismo se había convertido en punto de contacto». En el último año y medio se habían contactado con él 168 víctimas de comunidades protestantes. Muchos no querían declarar ante comisiones conformadas sólo por representantes de las iglesias evangélicas. Incluso para la investigación en curso se habían reportado demasiadas pocas víctimas. Zander alienta a participar: «El que calla, le fortalece las espaldas al abusador».

Detlev Zander ya no callará nunca más. Quiere pisarle los callos a los obispos para llevar adelante un esclarecimiento independiente. «Quien no logra crear estructuras sanas, se hace cómplice, le da a los abusadores y abusadoras la oportunidad de violar niños», dice. Para el próximo año se esperan los resultados de la investigación independiente. Zander prevé en la Iglesia evangélica el mismo terremoto que actualmente sacude a la Iglesia católica.

De este modo, a las iglesias que se vanagloriaban de ser recintos de luz y santidad se les puede aplicar lo que decía el escrito alemán Johann Wolfgang Goethe: «Donde hay mucha luz, la sombra tiende a ser profunda».

(Columna publicada en Sudaca el 11 de junio de 2022)

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FUENTES

WEB.DE
„Wir waren Freiwild”: Ein Betroffener berichtet über sexuelle und körperliche Gewalt in der Evangelischen Kirche (04.08.2021)
https://web.de/magazine/panorama/freiwild-betroffener-sexuelle-koerperliche-gewalt-evangelischen-kirche-36028266

PNP.de
„Missbrauch nach dem Missbrauch”: Plattlinger kämpft um Aufarbeitung (26.02.2022)
https://www.pnp.de/lokales/landkreis-deggendorf/plattling/Missbrauch-nach-dem-Missbrauch-Plattlinger-kaempft-um-Aufarbeitung-4245993.html

„Uns wurde die Würde genommen“
GEWALT IN HEIMEN DER EVANGELISCHEN BRÜDERGEMEINDE KORNTAL IN DEN 1950ER BIS 1980ER JAHREN
AUFKLÄRUNGSBERICHT
http://www.aufklaerung-korntal.de/wp-content/uploads/2018/06/Aufarbeitungsbericht.pdf

Detlev Zander
Und Gott schaut weg (Die Geschichte des Dieter Z. — Ein Kind in der Höhle), 2015

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Por ser de interés general, he traducido del informe sobre los hogares infantiles de la Comunidad Evangélica de Hermanos de Korntal la parte donde se describe las estrategias que aplicaron los abusadores sexuales para lograr sus cometidos.

Estrategias de los abusadores

En particular, los abusadores desarrollaron […] típicas estrategias no llamativas para satisfacer sus inclinaciones sexuales (pedófilas, sádicas, efebófilas) y ansias de poder. Los modos de proceder presentaban las siguientes características:

  • La dependencia material e inmaterial de los niños es aprovechada por los abusadores.
  • Los abusadores escogen a las potenciales víctimas de manera selectiva según edad, sexo y apariencia; en sus necesidades las escogen según su inclinación positiva y cercanía emocional, según su “accesibilidad” y “receptividad” en vistas a una relación cercana.
  • El desarrollo de una relación personal de confianza y primer contacto corporal (caricias) e intimidad, que no son percibidas de inmediato por los niños como indicios de violencia sexual en marcha.
  • Se prueba la reacción (la resistencia) de los niños; los tocamientos deben ser experimentados como casuales y presentarse como “normales”.
  • Los niños que a tientas buscan su camino como sujetos se convierten en objetos; experimentan “momentos de absoluta dependencia”, junto con sometimiento y e impotencia para actuar.
  • La ausencia de testigos y pruebas es planeada; los únicos testigos de los hechos son las víctimas.
  • Los abusadores logran una atmósfera sexualizada difusa y opaca, y tienen “sus” lugares y tiempos ocultos de violencia, controlados por ellos mismos.
  • A los niños se les ofrece cariño y una supuesta relación de confianza —”amigo” adulto, “acompañante en la vida”, “figura paterna preocupada”, que siempre están disponibles para ellos—, son engatusados y vueltos indefensos.
  • A los niños se les otorga un “puesto especial” mediante “ofertas tentadoras” y aparentes ventajas” —pequeños regalos (por ejemplo, golosinas), viajar en el tractor, pequeñas libertades—, de este modo son “atraídos” y “atados”.
  • A los niños se les ofrece explicaciones de que eso “ es normal” y “queda como un secreto” (“no hablar de eso con nadie”), que “eso” no tiene nada de “malo”, y que si se lo “cuentan a alguien”, no les creerán.
  • Se mencionan sanciones o se amenaza con ellas, si “revelaran algo”.
  • Si hay un sentimiento “extraño” o incómodo o los niños se defienden, se les sugiere que su sentimiento es engañoso y que “lo que hacemos está en orden”.
  • Con el “afecto” comprado, adquirido y mantenido, luego con la paulatina sexualización de la relación, las “víctimas” son entonces avergonzadas profundamente y se les induce sentimientos de culpa. Están desamparadas y a merced del abusador posiblemente durante un largo período de tiempo.