EL FRAUDE SODALICIO

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El 8 de julio de 1997 el Sodalicio de Vida Cristiana recibió la aprobación pontificia, siendo erigido como sociedad de vida apostólica laical de derecho pontificio. Es decir, quedaba sustraído a la jurisdicción de los obispos locales, dependiendo directamente de un dicasterio romano.

Ese mismo año las autoridades sodálites descubrieron los abusos sexuales en perjuicio de menores cometidos por Jeffery Daniels y lo recluyeron en San Bartolo, sin informar ni a las autoridades civiles ni a las eclesiásticas.

No sé si la reclusión de Daniels fue anterior o posterior a la aprobación pontificia, pero lo cierto es que, de haberse sabido los motivos, probablemente se hubiese puesto en juego esa aprobación, obtenida mediante el engaño, el fingimiento, la simulación y un eficaz trabajo de lobby eclesiástico.

Eso lo relata en su blog José Rey de Castro, quien vivió 18 años a la sombra de Figari como sirviente a tiempo completo sin remuneración alguna ni libertad.

Inmediatamente después de su aprobación como instituto de derecho diocesano el 22 de febrero 1994 por el cardenal Augusto Vargas Alzamora, entonces arzobispo de Lima, la maquinaria del Sodalicio se puso en marcha para conseguir a la brevedad posible la aprobación pontificia, sin que ni a Figari ni a su círculo más íntimo les importara que en ese entonces ya se habían cometido abusos sexuales en la institución, y que tanto los abusos psicológicos (perpetrados mediante un sistema de destrucción del yo auténtico a través de la dominación y prácticas humillantes) como físicos (que encontraron su máxima expresión en los maltratos efectuados en San Bartolo) eran pan de cada día en la vida comunitaria sodálite, en mayor o menor intensidad, dependiendo del superior y de la casa en la que uno viviera. Tanto Figari como Germán Doig, su mano derecha, cargaban con víctimas sexuales en su conciencia, y Virgilio Levaggi —quien en los 80 llegó a ser el tercero en la cadena de mando— había abandonado la institución en 1987, tras haber cometido abusos sexuales que fueron encubiertos hasta época reciente por el Sodalicio.

No sólo callaron estas prácticas indebidas a las autoridades vaticanas, sino también les contaron el cuento de hadas de su “historia oficial” expurgada de hechos incómodos y de varios textos que sirvieron para la formación intelectual y espiritual de las primeras generaciones de sodálites (el Folleto Azul, las Memorias de Figari, etc.).

A esto se sumó el trabajo de lobby con cardenales, obispos y otras personalidades eclesiásticas, que tuvo su momento estelar en el V Congreso Internacional de Nueva Evangelización rumbo al Tercer Milenio (Lima, octubre de 1995), el último de una serie de congresos sobre la reconciliación que había organizado el Sodalicio a lo largo del tiempo en Arequipa (1985), El Callao (1986), Tacna (1987) y nuevamente El Callao (1989), con la excusa de profundizar en una determinada línea de pensamiento (la teología de la reconciliación), pero que en realidad sirvieron para tejer una red de contactos eclesiásticos que permitirían la expansión de la institución a otros países y su ascenso en la escala de poder al interior de la Iglesia católica.

Respecto al evento de 1995, señala Rey de Castro que «los grandes invitados de aquel congreso de la reconciliación serían quienes apoyarían luego la aprobación pontificia del SCV, pues se habían llevado una gran opinión de ellos en este evento y habían visto una buena “vitrina” preparada por el SCV», vitrina que incluyó decisiones anómalas como la aceleración de profesiones perpetuas (o consagración a perpetuidad) de numerosos sodálites —sin importar si verdaderamente tenían vocación a la vida religiosa—, el aumento considerable de aspirantes al Sodalicio así como la fundación de nuevas casas de comunidad. Y, por supuesto, el incremento de sodálites enviados a San Bartolo para su formación.

Finalmente, la Santa Sede aprobó al Sodalicio según la imagen que éste había proyectado de sí mismo. Si hubiera sabido la verdad, otro sería el cantar. Ahora que ya se sabe, ¿qué está esperando para retirar una aprobación que nunca debió ser otorgada?

Ése constituiría un primer paso para restarle poder al monstruo, permitiendo que los obispos locales tengan jurisdicción sobre las comunidades sodálites asentadas en sus diócesis. Sería el mal menor, pues lo ideal es que desaparezca lo que nunca debió existir.

(Columna publicada en Altavoz el 30 de abril de 2018)

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FUENTES

Familia Sodálite NOTICIAS
Los Congresos de la Reconciliación cumplen 30 años (11/03/15)
https://web.archive.org/web/20170303191755/http://www.fsnoticias.org/cronicas/los-congresos-de-la-reconciliacion-cumplen-30-anos-10725

Mi vida en el Sodalicio (Blog personal de José Rey de Castro)
Hacia la aprobación pontificia del SCV
https://web.archive.org/web/20220518033136/https://www.mividaenelsodalicio.app/hacia-la-aprobacion-pontificia-del-scv/

2 pensamientos en “EL FRAUDE SODALICIO

  1. Ellos lamentablemente jamás entendieron lo sistémico en su problemática, primero por la apoteósica soberbia que llevaban a cuestas, segundo porque un problema institucional de esa categoría no suele detectarse desde adentro de una institución. El hambre de poder lo justificaron tal y cual lo justifica el opus dei, las diferencias son insignificantes en lo pragmático.

    Nunca entendieron que la confianza en el poder de Dios excluye entender al poder humano como algo imprescindible, ni que el desasimiento fue una de las características que Cristo dibujó con sus pies en el camino que nos ofreció. Relativizaron esto bajo el pretexto del estilo. Cuántas mentiras se esconden tras esa palabra ! Y lo más triste es que hasta el día de hoy eso no ha cambiado. El testimonio que dejan es un malentendido que es capaz de ser eseñado y aprendido y les va a dificultar la salvación a muchas almas.

    Un abrazo Martin 🙂

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  2. Hola Martín. Yo estuve en SB en el ’97 cuando llegó la noticia de la aprobación pontificia en plenos ejercicios espirituales. Te puedo confirmar que Jefferey no llegó ese año sino recién en el ’98. Debe haber sido entre enero y febrero, no recuerdo bien.

    También fui de los aspirantes que atendieron a los obispos y demás invitados en la casa de retiro de Pasionistas en donde los hospedaron. Siempre pensé que nos pidieron ayuda a nosotros por tener más tiempo libre, pero ahora que lo mencionas tiene todo el sentido del mundo: obvio que nos preguntaron por qué queríamos ser sodálites y dimos las respuestas correctas. Se nos veía el brillo en los ojos del fanatismo. En un solo evento muestras a tu gente y a la vez a chibolos de 18-19 muertos de ganas de entrar en la institución. Todo muy bien maquinado.

    Yo estoy convencido que la aprobación pontificia fue un gran engaño. Terminé de volverme ateo por cosas como esas. La Iglesia católica claramente se equivoco y no tiene los pantalones para enmendar su error porque se cuestionaría otras de sus decisiones. Yo, como tantos, soy testigo de cómo cuando había visita todo eran sonrisas y cantos y se prohibían los temas complicados. Tú sabes bien cómo era eso. Yo soy de los muchos que tuvieron un accidente por entrar a nadar a San Bartolo de noche por las rocas. Como cojeaba y tenía tantos cortes en el cuerpo tenía prohibido salir de mi cuarto cuando venían visitas. Te imaginas lo que habría pasado si bajaba. Lo peor es que en este tiempo, y con el cerebro lavado, me parecía lo más normal del mundo.

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