JESUCRISTO, CAZADOR DE VAMPIROS

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Desde los inicios del cine, el Séptimo Arte, han habido intentos de llevar a la pantalla grande la historia de Jesús que se narra en los cuatro Evangelios reconocidos como auténticos por las iglesias cristianas.

En 1903 los franceses Ferdinand Zecca y Lucien Nonguet rodaron La vie et la passion de Jésus Christ (La vida y la pasión de Jesucristo), película muda rodada en blanco y negro pero coloreada parcialmente mediante el sistema Pathécolor. En 32 cuadros o viñetas vivientes, con una duración total de 44 minutos, se presentan los principales pasajes de la vida de Jesús, en parte buscando reproducir los dibujos que hizo el artista gráfico y pintor Gustave Doré (1832–1883) para ilustrar la Biblia.

Hollywood también incursionó desde muy temprano en el género de la historia de Jesús con esa obra señera del cine mudo que es la espectacular The King of Kings (El rey de reyes) de Cecil B. DeMille. Seguirían otros filmes cargados de espectáculo visual, entre los cuales destacan King of Kings (Rey de reyes, 1961) de Nicholas Ray, y The Greatest Story Ever Told (La historia más grande jamás contada, 1965) de George Stevens.

Sin embargo, hay en estos filmes escasa fidelidad histórica, un ideal que difícilmente se alcanza. Pues toda presentación de la historia de Jesús es una interpretación. Interpretación que ya se daba desde las fuentes, pues cada uno de los cuatro Evangelios oficiales interpreta a su manera la figura del Jesús histórico, dándonos cada uno una versión distinta aunque tengan muchos puntos en común. Y la interpretación que encontramos en los filmes mencionados corresponde a la de un Jesús desde la mirada de la burguesía cristiana del siglo XIX. Es un Jesús que no incomoda a las clases pudientes, las cuales han hecho del cristianismo su religión de cabecera. Es el Jesús de las estampitas, del altar adornado de flores, del conservadurismo, de la autocomplacencia burguesa. Y de esta visión no se libra ni siquiera esa obra magnífica del cine que es Ben-Hur (William Wyler, 1959).

En el año 1964, Pier Paolo Pasolini —marxista, ateo y homosexual— estrenó Il vangelo secondo Matteo (El evangelio según San Mateo), una versión en blanco y negro de la historia de Jesús sin escenas espectaculares ni cientos de extras, sin el nimbo hagiográfico de las producciones hollywoodenses. Su Jesús es un hombre corriente templado por la dureza de la vida rural, que se mueve en una geografía de pueblo de provincia, con gente que sufre de pobreza y miseria, que lleva marcados en sus rostros los rigores de la vida, alejados de los estereotipos de belleza y glamour de las estrellas de Hollywood. Es un Jesús comprometido con la gente sencilla, de mirada sincera pero incisiva, que habla de manera directa y rotunda, sobre todo cuando se dirige a los poderosos. El film carece de guion, y las escenas y diálogos son aquellos que aparecen en el Evangelio de Mateo, sin más añadidos. Con una banda sonora clásica, exhala una belleza estremecedora no obstante su escasez de medios y su reparto de actores no profesionales, que le dan un hálito de frescura y autenticidad a todo el film. Ha sido seleccionado por L’Osservatore Romano, el diario vaticano, como la mejor película sobre Jesús jamás hecha.

No se queda atrás en belleza la miniserie Jesus of Nazareth (Jesús de Nazaret), que rodó el cineasta homosexual católico Franco Zeffirelli en locaciones de Marruecos. Con bastante fidelidad a detalles históricos, la película se resiente de cierto conformismo con la piedad católica, evitando incomodar a nadie. El hálito hagiográfico rodea la figura de Jesús, quien aparece desgajado de la humanidad común y corriente de quienes le rodean, por los demás muy bien caracterizados en el film, a lo cual contribuye su reparto espectacular.

Son las versiones cinematográficas que buscan actualizar la figura de Jesús y que apelan a sensibilidades modernas las que resultan más interesantes y cuestionadoras. Entre ellas destacan dos películas de 1973, ambas adaptaciones de obras teatrales: el musical Godspell (David Greene, 1973) y la ópera rock Jesus Christ Superstar (Norman Jewison, 1973). Si bien ambos filmes tienen como trasfondo la cultura hippie, el primero se ambienta en Nueva York y presenta a un Jesús que viste un polo con los colores de Superman, risueño y alegre, que va escenificando junto con sus discípulos las parábolas del Evangelio, entre canciones de rock melódico, rezumando en todo momento el gozo de la vida, incluso cuando llega el momento de su crucifixión en una reja metálica. Jesus Christ Superstar, en cambio, es más dramático y se centra en la contraposición entre Judas y Jesús, con una potente banda sonora que pone la piel de gallina, mientras el espectador se ve arrastrado a una historia donde las pasiones humanas juegan un rol importante y donde Jesús se siente tan de carne y hueso como cualquier ser humano, como también ocurrirá en la siguiente década con The Last Temptation of Christ (La última tentación de Cristo, 1988) de Martin Scorsese.

Han habido adaptaciones teatrales posteriores de esta ópera rock, entre las cuales destaca Jesus Christ Superstar: Live Arena Tour (2012), que abandona la estética hippie para presentar a un Jesús aun más moderno, donde los sumos sacerdotes y Pilatos parecen ejecutivos de grandes empresas y Herodes, un moderador de talk shows televisivos. Es de notar que durante las escenas de la Pasión Jesús aparece vestido de naranja, como si fuera un prisionero de Guantánamo.

Otro versión fílmica que llega a la categoría de obra maestra es Jésus de Montréal (Denys Arcand, 1989), película canadiense que sigue las peripecias de un grupo de actores —tres hombres y dos mujeres—, a los cuales un párroco les encarga hacer una versión actualizada de la Pasión de Jesús, tarea que acometen con empeño y apartándose de la versión oficial de la Iglesia católica, lo cual termina disgustando al párroco —un clérigo mediocre que reconoce él mismo no ser un buen sacerdote según el ideal católico— ni a las autoridades eclesiásticas. Los actores, sobre todo el que hace el papel de Jesús, se verán cada vez más comprometidos con sus roles y terminarán reproduciendo en la vida real los acontecimientos de la vida de Jesús. El film es también una reflexión no religiosa —aunque sí espiritual— sobre el sentido de la vida y contiene una crítica fina y profunda a la Iglesia católica.

The Passion of the Christ (La Pasión de Cristo, 2004) de Mel Gibson nos retrotrae a las concepciones medievales de las representaciones de la Pasión, y si bien cuenta con una fotografía y edición de calidad y una recreación de pinturas clásicas sobre los últimos días de la vida de Jesús, su exaltación del sufrimiento y su regocijo sádico en mostrar gráficamente las peores torturas sólo apela a mentes conservadoras, pues quienes aprecian la libertad de conciencia suelen ser refractarias a una obra que más parece una prédica a latigazos.

Quizás la versión más bizarra y delirante de Jesús la encontramos en Jesus Christ Vampire Hunter (Jesucristo, cazador de vampiros, 2001) de Lee Demarbre, película canadiense independiente y relativamente desconocida, que es una parodia con tintes de comedia, terror, acción, artes marciales e incluso una parte musical. Todo a la vez. Sin pretensiones de ser tomada en serio, la película fue rodada con escasos recursos a lo largo de dos años durante los fines de semana. De ahí que la figura de Jesús vaya cambiando, pasando de ser un hombre barbudo de pelo largo y túnica larga, a cortarse el pelo y afeitarse y ponerse un piercing en la oreja, para finalmente en una siguiente etapa vestirse como una persona común y corriente.

La trama es como sigue. Ante la aparición de vampiros de ambos sexos que están asesinando lesbianas, un cura católico le pide a otros dos curas, uno de ellos con un peinado punk, que vayan a buscar a Jesús que ha regresado a la tierra en su segunda venida a fin de proteger a las lesbianas, que también son hijas de Dios y un tesoro para la Iglesia. A partir de ahí Jesús luchará contra una horda de vampiros —e incluso una pandilla de ateos— a golpes de kung fu y utilizando estacas de madera como armas letales. En ocasiones Jesús se movilizará en motocicleta o skateboard. Cuando es vencido tras una pelea y yace tendido en la calle, un agente de policía y un cura católico pasarán de largo, ignorándolo, mientras que será un transexual quien lo socorrerá y curará sus heridas, en clara alusión a la parábola bíblica del buen samaritano. Jesús pedirá entonces ayuda al luchador mexicano El Santo —conocido como el Enmascarado de Plata y a quien se llama Santos en el film— para luchar contra los vampiros. En esta tarea lo ayudará también Mary Magnum —en alusión a María Magdalena—, una hermosa mujer que viste de cuero rojo, con la cual ha compartido un sauna.

En medio de toda esta orgía de imágenes delirantes encontramos ideas interesantes: la inclusión de las personas marginadas de la sociedad, la aceptación de la diversidad y la libertad de conciencia, evidente en el mensaje final que Jesús da en un parque a sus seguidores, en una escena cargada de jolgorio y alegría.

En fin, es una película que sólo disfrutarán quienes posean un desarrollado e irreverente sentido del humor y sean capaces de admitir que existen diversas interpretaciones de Jesús. Y que de esas interpretaciones, las más rígidas y serias son quizás las más peligrosas y perjudiciales, las que más nos alejan de lo humano.

(Columna publicada el 1° de abril de 2023 en Sudaca)

ACI PRENSA Y “LA PASIÓN DE CRISTO”

Mel Gibson y Jim Caviezel durante el rodaje de “La Pasión de Cristo”

Mel Gibson y Jim Caviezel durante el rodaje de “La Pasión de Cristo”

Desde antes de su estreno, e incluso durante su etapa de producción, la película La Pasión de Cristo de Mel Gibson fue promocionada por ACI Prensa a través de una campaña mediática que no sólo la presentaba como una obra de arte, un clásico instantáneo, sino también como la reproducción más real que jamás se haya hecho de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. ACI Prensa fue incluso más allá, buscando presentar la adhesión al film o su rechazo como si se tratara de una cuestión de fe. Con este fin, no dudó en hacer de caja de resonancia de noticias que manipulaban hechos y sobre todo omitían información relevante.

El 17 de diciembre de 2003, ACI Prensa publicó uno nota con el titular «El Papa vio La Pasión y la aprobó: “Es como fue”» (ver http://www.aciprensa.com/noticias/el-papa-vio-la-pasion-y-la-aprobo-es-como-fue/). La noticia dice así:

Icon Films [en realidad, Icon Productions], productora de la película “La Pasión” (“The Passion of the Christ”), reveló este miércoles que el pasado fin de semana el Papa Juan Pablo II vio en el Vaticano la película producida por Mel Gibson y la aprobó diciendo que “es como fue”. El co-productor de La Pasión, Steve McEveety, viajó hace unos días a Roma para mostrar la película a diversas autoridades vaticanas, entre ellas al Secretario del Papa, Mons. Stanislaw Dziwisz, a quien entregó el film en DVD el pasado 5 de diciembre, para que sea visto por el Santo Padre.

El Pontífice, según reveló se reunió en uno de los apartamentos de su residencia para ver la producción acompañado de su Secretario. “La tuvo que ver por la noche. Está muy ocupado, pero quería verla”, informó McEveety.

Tras ver la película, Mons. Dziwisz expresó que al Papa le gustó la película pues relata la historia tal como sucedió.

Esta información aparentemente tenía la intención de otorgarle un aval pontificio a la película, que ya desde hacía algún tiempo ACI Prensa venía promocionando de manera sospechosa, haciendo caso omiso de observaciones críticas y renunciando a la objetividad periodística. Sintiéndome en ese entonces todavía identificado con la misión del Sodalicio de Vida Cristiana, esto constituía para mí una fuente de preocupación, la cual hice manifiesta en algunos e-mails que compartí con amigos y conocidos, a fin de recabar otras opiniones. De este modo, el 30 de enero de 2004 escribí lo siguiente:

Un ejemplo de [la] falta de análisis de [ACI Prensa] lo representa la noticia en que se informa que el Papa, luego de ver la película “La Pasión” de Mel Gibson, dijo «Es como fue». El 17 de diciembre, informando sobre este pretendido hecho, ACI Prensa ponía en su titular: “El Papa vió La Pasión y la aprobó”. Luego han seguido más noticias, defendiendo este enunciado y quitándole valor a reflexiones que ponían en duda el valor de lo dicho.

ACI Prensa no se hace ninguna suspicacia sobre el hecho de que el principal testimonio de esta información provenga de Icon Productions, la productora de la película, la cual tiene un interés marcado en defender que el Papa dijo estas palabras como un medio de promocionar el film de Mel Gibson.

Sin embargo, podemos conceder el beneficio de la duda, y aceptar que el Papa verdaderamente pronunció esas palabras. Aun así, no se nos informa sobre el contexto en que fueron dichas, lo cual constituye ciertamente falta de seriedad, pues ello no nos permite determinar con certeza qué significado se le debe dar a estas palabras. No se puede entender una frase a cabalidad si se la saca de su contexto.

Por otra parte, no creo que esas palabras (admitiendo que hayan sido dichas por el Papa) puedan entenderse como una aprobación oficial de la película. ACI Prensa ha querido darle ese significado, cuando en realidad la opinión cinematográfica del Papa no tiene mayor valor que la opinión de cualquier persona instruida, e incluso la de un experto en temas bíblicos o la de un crítico cinematográfico podrían tener más valor. Lo único que podría deducirse es que al Papa le gustó “La Pasión”, con el mismo derecho que podría tener cualquier otra persona a que no le guste. Esto mismo ha sido expresado (con otras palabras) por el portavoz del Papa, Joaquín Navarro-Valls (en una noticia que ACI Prensa tuvo la honestidad de publicar, aunque no la haya incluido en el dossier online que mantiene sobre “La Pasión”), diciendo que el Papa no opina oficialmente sobre películas, y que no hay que darle un valor oficial a las palabras «Es como fue».

El e-mail era más largo y contenía una serie de reflexiones críticas sobre el quehacer periodístico de ACI Prensa. En aras de la honestidad y la transparencia, el mensaje también fue enviado a Alejandro Bermúdez, director de ACI Prensa. Ésta fue su respuesta:

Martin:

Me alegro que hayas encontrado una manera de ocupar tu tiempo libre. Tu “debate”, sin embargo, no me resulta de interés, ni tampoco me incumbe si buscas otras fuentes informativas más a tu gusto. Te pido que elimines mi dirección de tu lista de correos, o por lo menos, que no me envíes estas especulaciones que, para mí, son una pérdida de tiempo. Esa es mi opinión, y espero que la respetes, como yo respeto la tuya. Algo de eso también debes haber aprendido en Alemania.

Tras haber recibido algunos e-mails de tono agresivo de un par de personas vinculadas al Sodalicio, sin información adicional que pudiera aclarar el asunto del «Es como fue», decidí yo mismo recurrir a otras fuentes y tratar de analizar qué es lo que realmente había ocurrido. A raíz de esto, redacté el siguiente e-mail y lo distribuí a una lista de correos el 4 de febrero de 2004:

Queridos amigos:

Ante la negativa a entrar en diálogo por parte del responsable de ACI Prensa, me he puesto a buscar otras fuentes que permitan formarse una opinión ponderada sobre la controversia que se originó sobre las palabras del Papa «Es como fue» respecto a la película “La Pasión” de Mel Gibson. En esa búsqueda, he encontrado un artículo interesante del 23 de enero de 2004 en el National Catholic Reporter, que analiza el asunto. Si saben inglés, les recomiendo que lo lean y comparen lo que allí se dice con la información que en su momento ofreció ACI Prensa.

Se da por cierto que el Papa visionó el filme entre el 5 y el 6 de diciembre de manera privada en compañía de su secretario Mons. Dziwisz. Al día siguiente, éste recibió al director asistente de la película, Jan Michelini, junto con su padre, Alberto Michelini (miembro del Opus Dei) y a Steve McEveety, uno de los productores, junto con su esposa. Mons. Dziwisz le comentó a los Michelini en italiano algunas impresiones del Papa sobre la película, y éstos le iban traduciendo a los McEveety lo que iba diciendo Mons. Dziwisz.

Lo que nunca hubo fue una comunicación directa del Papa con ninguno de los periodistas que publicitaron las palabras que supuestamente había dicho. Todo se basa en fuentes de segunda mano.

El artículo analiza en parte las fuentes en que se basaron los artículos. Éstas pueden resumirse en las siguientes:

  • Steve McEveety, que afirmó, de acuerdo a lo que le fueron traduciendo los Michelini de lo que contaba Mons. Dziwisz, que el Papa había dicho «Es como fue».
  • Otros periodistas mencionaron otras fuentes anónimas del Vaticano, que confirmaron que ésas habían sido las palabras del Papa.

Sin embargo, Mons Dziwisz declaró posteriormente: «Yo claramente le dije a McEveety y a Michelini que el Santo Padre no hizo ninguna declaración. Yo dije que el Papa vio la película en privado en su departamento, pero no hizo ninguna declaración a nadie. Él no hace juicios sobre arte de este tipo; se lo deja a otros, a los expertos».

¿Cuál testimonio será más confiable? ¿El de McEveety, interesado en promocionar comercialmente una película que él mismo ha producido y cuyo testimonio se basa en lo que le dijeron los Michelini sobre lo que dijo Mons. Dziwisz que había dicho el Papa? ¿O son más creíbles las palabras [directas] de Mons. Dziwisz sobre lo que éste verdaderamente dijo?

Su testimonio parece recibir confirmación de lo que dijo Joaquín Navarro-Valls, Director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, en un comunicado: «Es costumbre del Santo Padre no expresar juicios públicos sobre obras artísticas, juicios que están siempre abiertos a diversas valoraciones de carácter estético».

Posteriormente, Jan Michelini confirmó que el Papa vio la película junto con su secretario en privado y de manera informal. También señala lo indignante que es contemplar cómo la interpretación semántica de unas cuantas palabras dichas durante una conversación privada entre el secretario del Papa y el productor Steve McEveety y él mismo hayan sido usadas de manera incorrecta por algunos periodistas.

El asunto se presenta, pues, bastante confuso, y si bien no hay una prueba fehaciente de que el Papa haya dicho las palabras «Es como fue», tampoco nadie lo niega rotunda y directamente. Por mi parte, creo que es bastante probable que ésas hayan sido sus palabras.

Sin embargo, ése no es el punto. La cuestión es si puede considerarse éticamente correcto hacer públicas unas palabras dichas en privado (y en un contexto determinado) sin autorización de las personas implicadas, en algo que no afecta para nada el bien común.

Por otra parte, ¿qué interés hay en presentar al Papa apoyando una película, cuando sabemos que ésta brillará (o se opacará) por sus propios méritos? Hasta el más conservador sabe que la autoridad papal no se extiende a comentarios sobre películas y que resulta una intromisión en la privacidad del Papa hacer públicas unas palabras suyas que él probablemente no autorizó en su momento a que se difundieran. Esto se puede notar en el malestar que se percibe en las declaraciones de Mons. Dziwisz, de Joaquín Navarro-Valls y del mismo Jan Michelini.

Por otra parte, Alan Nierob, encargado de relaciones públicas de Icon Productions, la empresa que produjo “La Pasión de Cristo”, sin presentar ningún documento, afirmó que cuenta con permiso escrito del Vaticano para seguir diciendo que el Papa dijo sobre la película que «es como fue».

Lamentablemente, ACI Prensa ha informado sólo parcialmente sobre este asunto y se ha hecho eco de un sensacionalismo que poco contribuye a la imagen de la Santa Sede, y menos aún del periodismo católico.

Saludos,

Martin Scheuch

La respuesta airada de un adherente sodálite, muy amigo de Alejandro Bermúdez, no se hizo esperar. Ese mismo día recibí el siguiente mensaje:

Martin:

Qué lamentable resulta leer estos correos que vas enviando, buscando sustentar TU PUNTO DE VISTA como si fuera el único que habría de tomar en cuenta.

¿Estás haciendo a través de estos correos una práctica de defender tus tesis con ardor […]? Parece que sí, lo cual es muy penoso, pues no hace otra cosas más que evidenciar tu poca capacidad de autocrítica […] y la soberbia de pensar que TUS CRITERIOS son la medida de la verdad.

Aquí de lo que se trata, Martin, es de edificar, no de elaborar puntos de vista rebuscados hechos a la medida de tu gusto.

¿Tú crees que escribir lo que escribes a las personas que se encuentran en esta lista de correo […] ayuda en algo? Si tienes algo que discutir con Alejandro, hazlo con él, y si él considera prudente tomar tus opiniones en cuenta, BIEN, y si no, ASÍ ES LA VIDA. En todo caso, si yo tuviera que poner en una balanza los criterios de Alejandro y los tuyos, definitivamente me inclinaría por Alejandro, pues no sólo tiene de por sí una gran capacidad de autocrítica y amor a la Iglesia, sino también a los mejores hermanos a su costado (incluido a nuestro Padre Fundador) aportando en su crecimiento personal y su servicio eclesial.

Me gustaría ver cómo esa capacidad de crítica en el manejo de información la dirijas contra, por ejemplo, CNN, Reuters o alguna cadena grande de noticias. Creo que si apuntas ahí, tendrías suficiente material para escribir y no aburrirte. Eso sí, sería interesantísimo poder leerlo, pues tu capacidad intelectual (la cual no es poca) podrías ponerla al servicio de mejores causas.

En el momento en que escribas sobre cosas más importantes y edificantes estaré muy contento de poder leerlo. Creo que bastante trabajo tenemos defendiéndonos de ataques tan injustos como el tuyo, de gente que no sabe lo que hacemos, como para perder tiempo en responder a “matices” interesantes o a tu medida, o en generar debates que te sirvan para defender “ardorosamente” tus puntos de vista.

Tu hermano sodálite,
N.N.

Mi respuesta tampoco se hizo esperar y fue enviada al día siguiente, el 5 de abril de 2004:

Querido N.N.:

Mucho más lamentable de lo que te resulta leer mis correos es el hecho de que en ningún momento de tu respuesta hagas referencia a los contenidos del mensaje mío que lo originó. Lo que digo en mi e-mail puede ser sometido a crítica, analizado, desmenuzado, para luego elaborar una respuesta en la que, con argumentos razonables, se me haga ver aspectos que podría haber obviado en mi análisis.

La opinión que me he formado se basa en la misma información de ACI Prensa, junto con otras fuentes que he consultado, para luego sacar algunas conclusiones. No se trata, pues, de un PUNTO DE VISTA en el cual me atrinchero para luchar contra posiciones contrarias. Estoy convencido de que un debate basado en “puntos de vista” que defender es lo más improductivo que hay, pues suele haber una renuncia absoluta al diálogo y a la confrontación fructífera de las propias opiniones con las ajenas. Por eso mismo, lo único que he pedido en mis mensajes es opiniones distintas, para poder enriquecer mi aproximación al tema.

Lo mismo podría decirse sobre el asunto de los CRITERIOS. Si pudieras detallarme cuáles son, a tu parecer, los “criterios” que busco defender, te lo agradecería, pues yo no he planteado en ningún momento [esta discusión] como una confrontación de criterios, y tampoco he pretendido imponer los míos (los que supuestamente pueda haber defendido) sobre los criterios de los demás. Lo único que he señalado es que ACI Prensa parece presentar algunas informaciones de manera poco ponderada y objetiva, pues la comparación con otras fuentes saca a la luz hechos relevantes que ACI Prensa parece haber omitido. […]

Si se trata de edificar, como tú dices, no creo que sea edificante la manera en que ACI Prensa informa sobre ciertos asuntos. No le niego carácter edificante a ACI como portal católico, pero como agencia de noticias parece presentar las deficiencias que he señalado. Por otra parte, si alguien viene y te dice que ACI Prensa no lo edifica, ¿considerarás que algo está mal en ACI Prensa o más bien considerarás a priori al sujeto como un “enemigo”, pues ACI Prensa tiene necesariamente que edificarlo?

Por otra parte, no he excluido a Alejandro Bermúdez de estas conversaciones. Pero el mismo me ha pedido expresamente que no le envíe nada al respecto, pues no quiere saber nada sobre el asunto. He cumplido con este deseo, pero lamentablemente en mi último mensaje olvidé borrar de la lista la dirección de e-mail de Alex. Me respondió de la siguiente manera:

Martin:

Te pedí expresamente que no me incluyeras en tu lista y me has enviado nuevamente material no solicitado. Material no solicitado enviado por Internet se llama SPAM y no sólo es ilegal, sino que habilita moralmente a la parte afectada a tomar medidas de fuerza. Espero que el envío haya sido una equivocación involuntaria y no una provocación. Si vuelvo a recibir otro mensaje tuyo comprenderé que sí es una provocación a pesar de mi respetuoso pedido, y actuaré en consecuencia.

ABR

Como verás, la posibilidad de un diálogo con el director de ACI Prensa se halla en un punto muerto, no porque yo así lo quiera, sino por el atrincheramiento de la mencionada persona detrás de posiciones que considera intocables. […]

Por otra parte, la capacidad de autocrítica que dices que tiene Alejandro no se ha visto reflejada en ninguno de los e-mails que he recibido de él en todo el tiempo que estoy en Alemania. Lo que he comprobado es una gran capacidad de crítica mediante el recurso a la falacia ad hominem y la frase insultante, pero no una sana utilización de la lógica y la argumentación respetuosa.

Si lo que quieres decirme es que todo el Sodalitium apoya a Alejandro Bermúdez, incluyendo Luis Fernando Figari, quien está tambien «a su costado» junto con «los mejores hermanos», no sé que tenga esto que ver con la información que sin lugar a duda ACI Prensa ha difundido públicamente, que parece demostrar falta de criterio periodístico en la manera como se maneja la información. Sin contar con la falta de madurez que significa catalogar cualquier observación crítica que se haga como un “ataque”, y no como un medio para iniciar una reflexión sobre lo que se está haciendo.

Por otra parte, si me pudieras especificar cuáles son los criterios míos que pondrías sobre una balanza y cuáles los de Alejandro, te lo agradecería, pues contribuiría a aclarar lo que dices. Sin embargo, ello no ayudaría a hacer luz sobre el asunto que nos concierne, pues, como dije más arriba, el asunto no consiste en una confrontación de criterios, sino en ver si mis observaciones sobre la manera de informar de ACI Prensa sobre el asunto del «Es como fue» son aplicables. Y eso no depende de las cualidades que tenga Alejandro, de quiénes supuestamente están detras de él, de quién soy yo, de por qué dije lo que dije, sino de un análisis de los argumentos y los datos disponibles, cosa que brilla por su ausencia en tu actual mensaje.

Mi amor a la Iglesia es enorme, y no lo puedo separar del amor de Cristo, y por eso quiero poner todas mis capacidades al servicio de su misión evangelizadora (que no es lo mismo que callar sumisamente ante lo que he podido observar en ACI Prensa). No sé que tenga que ver el amor a la Iglesia de Alejandro Bermúdez con el punto en cuestión. De todos modos, creo que mal servicio se le hace a la Iglesia si no hay apertura a la crítica y si se manipula la información con fines propagandísticos.

Soy consciente de que las grandes cadenas de noticias también suelen manipular la información sobre los hechos en las noticias que publican. Y esa es una de la razones por las que se creó ACI Prensa. En su página web afirma que quiere responder a tres desafíos:

  • La dramática ausencia de información católica, desde una perspectiva de fe, en la mayoría de los medios de comunicación de América Latina.
  • La manera desinformada y desinformadora con que muchos medios masivos abordan el quehacer de la Iglesia.
  • La falta de información al interior de la misma comunidad católica sobre la marcha cotidiana de la Iglesia.

Pero ¿cómo se puede responder adecuadamente a estos retos cuando no hay calidad en la labor periodística o cuando se toman informaciones de otras fuentes sin que haya un análisis concienzudo y profundo? ¿O, peor aún, cuando se omiten hechos importantes o se recurre al sensacionalismo?

No estoy haciendo las observaciones críticas que hago porque esté aburrido, sino por un deber de conciencia. Desde hace más de veinte años que me defino como sodálite y siempre he defendido todo lo bueno que hay en el Sodalicio, y lo sigo haciendo ahora aquí en Alemania. […] No suelo conversar las debilidades que tiene el Sodalicio con personas ajenas a esta institución. Sin embargo, ¿que debería decir si alguien percibe las cosas que yo he percibido en ACI Prensa? ¿Defender a ultranza lo indefendible? Antes que llegar a una situación así, prefiero comunicar estas cosas a personas que tienen (supuestamente) la madurez para entenderlas. Al actuar de esta manera, he procedido con transparencia, enviando mis comunicaciones incluso a Alejandro Bermúdez. Al hacer esto, me he sometido al riesgo de recibir frases desatinadas e irrespestuosas. No creas que esto me alegra; al contrario, me causa profundo dolor, sobre todo cuando quienes supuestamente deberían tener la madurez suficiente como debatir este asunto me achacan haber hecho «ataques tan injustos».

También me incluyes entre la «gente que no sabe lo que hacemos». Si es cierto que no lo sé, no ha sido por falta de esfuerzos míos por averiguarlo, sino por negativa de quienes sí lo saben a proporcionarme la información. Es decir, no es mi culpa no saber esto.

Finalmente, a mí no me arde nada. Si tienes “ardores” o emprendes algo “ardorosamente”, hay medicinas para eso.

De todos modos, un sincero abrazo,

tu hermano sodálite,
Martin

Todo este asunto, tanto el desempeño de ACI Prensa como las noticias que iban apareciendo en diversos medios sobre la película de Mel Gibson, me llevaron a plantearme ciertos interrogantes, que le planteé a un amigo adherente sodálite en un e-mail del 26 de abril de 2004:

…quisiera ponerte una lista de preguntas que me han inquietado en los últimos tiempos. Quizás esta sea la parte más dolorosa de mi actual mensaje, pues la verdad puede tocar carne viva, aunque por el momento yo mismo no sepa cuál es:

  • ¿Por qué la película de Mel Gibson se ha convertido en el tema al cual ACI Prensa le ha dado la mayor cobertura informativa que jamás haya desarrollado respecto a algún tema en particular?
  • ¿Por qué ACI Prensa ha omitido información relevante al respecto, como el comunicado del episcopado alemán o la acogida que el film ha tenido en los países árabes?
  • ¿Por qué, a pesar del comunicado del vocero de prensa del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls («Es costumbre del Santo Padre no expresar juicios públicos sobre obras artísticas, juicios que están siempre abiertos a diversas valoraciones de carácter estético»), ACI Prensa sigue resaltando en su reportaje (Últimas Noticias), bajo el titular “El Papa vio la Pasión y la aprobó: Es como fue”, una nota en que se dice que el Papa está de acuerdo con el film, lo cual significa darle carácter público a un comentario del Papa que se restringe al ámbito privado?
  • ¿Por qué ACI Prensa nunca cuestiona lo que declaran los representantes de Icon Productions, mientras que es capaz de hacer caso omiso de las indicaciones de Navarro-Valls y cuestionar el pronunciamiento del episcopado francés sobre la película?
  • ¿Es cierto que Alejandro Bermúdez es representante de Icon Productions para “La Pasión de Cristo” en América Latina, como es presentado en una entrevista que junto a Rafael de la Piedra le hizo el Diario Correo, publicada el 9 de marzo del 2004?
  • ¿Qué acuerdo hay entre Icon Productions y ACI Prensa para que ésta última produzca el sitio web oficial en español de la película (ver http://www.la-pasion.com)?
  • ¿Cuánto dinero ha recibido ACI Prensa de Icon Productions por la prestación de éste y otros servicios?
  • ¿Por qué ACI Prensa no ha informado sobre el tradicionalismo ultranconservador de Mel Gibson, su rechazo de las reformas del Concilio Vaticano II y sobre la teología de su padre, Hutton Gibson, el cual sostiene que la sede papal está vacante luego del pontificado de Pío XII y el Concilio Vaticano fue una conjura judeo-masónica, y de quien Mel Gibson nunca ha tomado distancia en lo referente a su pensamiento católico?

Estas preguntas han quedado sin respuesta hasta el día de hoy.

“LA PASIÓN DE CRISTO” COMENTADA

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The Passion of the Christ (Mel Gibson, 2004) es una de las películas más controvertidas que jamás se haya hecho. Estrenada a nivel mundial entre febrero y marzo del 2004, generó mucha polémica durante su realización y también después de su estreno. Tras haber leído opiniones y artículos de lo más variadas sobre el film, y después de haber asistido a su proyección en un multicine de Wuppertal —de ésos en los que te venden palomitas de maíz y bebidas gaseosas para que disfrutes de la función—, me animé a escribir mis propias reflexiones sobre lo que había visto para compartirlas por e-mail con amigos y conocidos. Quiero ahora hacer público este comentario personal, pues considero que lo que escribí entonces sigue siendo de actualidad.

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“LA PASIÓN DE CRISTO” COMENTADA

CUESTIONES PRELIMINARES

En principio, es necesario distinguir en esta película entre lo histórico, lo teológico y lo propiamente cinematográfico. Nos encontramos ante la plasmación de un acontecimiento histórico cargado de implicancias teológicas para la fe, lo cual debe distinguirse de la forma en que esa plasmación se ha concretizado en lo que vemos en la pantalla, es decir, el film como obra de arte cinematográfico.

Resulta lamentable que muchos no hayan hecho esta distinción al comentar la película, tanto aquellos que la defienden como los que la rechazan. Al confundirse estos aspectos en muchos de los comentarios que han sido hechos a la película, se llega a afirmaciones como la del sacerdote ecuatoriano Paulino Toral:

«La Pasión debe ser vista con el mismo espíritu con que fue hecha: con fe. La Pasión fue hecha con fe y para la fe. En el fondo, no está en juego si estamos o no de acuerdo con La Pasión de Mel Gibson, sino si creemos o no creemos en la Pasión de Jesús de Nazaret. Los que salen del cine diciendo: ¡Qué carnicería! ¡Qué exageración! demuestran que no la vieron con el corazón y sí, lamentablemente, sólo con los ojos.»1

Esto es, en cierto sentido, equiparar el filme a la Sagrada Escritura, de la cual dice el Concilio Vaticano II que debe ser leída con el mismo Espíritu con el que fue hecha. En otras palabras, si alguien critica la película, no sólo está contra la película sino también carece de fe, pues el que tiene fe necesariamente deberá estar de acuerdo con ella.

Si bien es posible que haya quienes rechacen la película porque rechazan la figura de Jesús, la Iglesia o el cristianismo en general, eso no implica que todo aquellos que no les guste o mantengan reservas frente a ella carezcan de fe. La película como tal es una obra pública que permite ser comentada por cualquiera, sin que se requiera para ello tener fe. Sin embargo, la polémica suscitada en torno al film ha llegado a veces hasta el extremo de sacralizar la obra que Mel Gibson ha plasmado, como si se tratara de una cuasi-revelación del Espíritu Santo. A esto han dado pie algunas declaraciones hechas por el mismo Gibson: «El Espíritu Santo estuvo trabajando a través mío, y yo sólo dirigí el tráfico. Realmente, espero que la película tenga el poder de evangelizar».2

Tratándose de una obra de contenido religioso, la película admite múltiples lecturas e interpretaciones a diversos niveles, que no deben confundirse para no caer en despropósitos como los del P. Paulino Toral.

EL ASUNTO DE LA VERACIDAD HISTÓRICA

Afirmar que la película es buena porque logra relatar con fidelidad histórica la Pasión de Nuestro Señor Cristo es confundir los planos de aproximación al film. Una película no es buena o mala porque narre con fidelidad una historia, sino por la forma en que la narra. Hay películas buenas que intencionalmente trastocan los acontecimientos históricos. Amadeus (Milos Forman, 1984) es un ejemplo de ello. Así también hay películas fieles a su material histórico que son malas por falta de auténticos valores cinematográficos. Los ejemplos en este sentido abundan. La película de Mel Gibson no será buena o mala por ceñirse a la verdad histórica, pues una obra cinematográfica no tiene por qué ser necesariamente una reconstrucción de museo.

De todos modos, el problema de la historicidad resulta pertinente desde el mismo momento en que Mel Gibson da a entender que su película es un relato fidedigno de las últimas doce horas de la vida de Jesús, como declaró a la agencia Zenit:

«Esta película mostrará la pasión de Jesucristo tal como sucedió. Es como regresar en el tiempo y contemplar aquellos hechos, presentados exactamente como ocurrieron. […] Yo estoy contando la historia como aparece en la Biblia, sin glosas. Habla por sí misma. El Evangelio es un guión completo y eso es lo que nosotros estamos filmando.»3

Gibson ha reafirmado posteriormente estas declaraciones hechas durante el rodaje, según informa ACI Prensa:

«PARIS, 29 Feb. 04 (ACI).- En una entrevista publicada el viernes por el diario Le Figaro, el director de “La Pasión de Cristo”, Mel Gibson aclaró a los detractores del filme que éste no presenta “las Escrituras según Mel” sino un relato que quiere ser fiel a los Evangelios.

“No creo haber traicionado los Evangelios, creo que he sido fiel a ellos”, declaró Gibson y aseguró “que los Evangelios son verdades. Baso mi fe en estos testimonios de los Evangelios”.»4

Sin embargo, abundan los detalles que o bien no concuerdan con los datos históricos o no pueden ser verificados históricamente, ya sea que se trate de material tomado de visiones de mujeres místicas —en este caso Sor María Ágreda y Ana Catalina Emmerick—, ya sea que consista en libertades que se ha tomado el director para lograr su propósito en el film.

He aquí algunos ejemplos de elementos presentes en la película que o bien no aparecen en los relatos evangélicos o bien no concuerdan con las investigaciones históricas:

  • Satanás tienta a Jesús en el huerto de Getsemaní.
  • Aquellos que han arrestado a Jesús lo maltratan camino a ser juzgado y lo arrojan encadenado de lo alto de un puente, ocasionándole un moretón en un ojo y otras heridas; debajo del puente se encuentra Judas y también una criatura demoniaca.
  • Enviados del Sanedrín sobornan a otros judíos para que se presenten en el juicio contra Jesús y pidan su muerte.
  • María Magdalena le dice a unos soldados romanos que «ellos [los judíos] están tratando de ocultar su crimen de ustedes», como solicitándoles que intervengan. Uno de los secuaces del Sanedrín responde a los romanos que se trata meramente de un asunto interno sobre alguien que ha quebrantado las leyes del Templo.
  • El lugar donde ser realiza el juicio delante del Sanedrín es un recinto con una amplia explanada que sólo puede ser el Templo —como se confirma por su destrucción a la muerte de Jesús—. Los datos históricos nos dicen que el juicio debió ser más bien en la casa del Sumo Sacerdote, pues el Templo no fue nunca utilizado para realizar este tipo de procesos.
  • Un ayudante le dice a Pilatos que se está cocinando un problema dentro de las paredes y que los fariseos aparentemente odian a este hombre. Los fariseos están casi totalmente ausentes de las narraciones sobre la Pasión. Esto resulta aún más comprensible, si tenemos en cuenta que el partido al que pertenecían los sumos sacerdotes, el de los saduceos, mantenía discrepancias sobre temas esenciales con los fariseos y, por lo tanto, una conjura de los fariseos con los sumos sacerdotes resulta altamente improbable.
  • Judas es atormentado por niños demonios, a tal punto, que enloquece y se suicida.
  • Pilatos, al serle presentado Jesús con huellas de los golpes que le han sido propinados, le pregunta a los sumos sacerdotes si siempre castigan así a sus prisioneros antes de juzgarlos.
  • Pilatos le ofrece una bebida a Jesús, que éste rechaza.
  • Pilatos le confiesa a su mujer que teme que el Sumo Sacerdote produzca una revuelta si no accede a sus demandas de crucificar a Jesús. Y si manda matar a este último, teme que sus seguidores ocasionen la revuelta. Uno de sus oficiales le dice a Pilatos que la revuelta ya ha comenzado en realidad. En realidad, Pilatos fue un gobernador cruel y drástico, que mandó ajusticiar a varios judíos durante su mandato; el Sumo Sacerdote sólo podía ejercer su puesto con la autorización de Roma, por lo cual no le convenía fomentar una rebelión, sino mantener una actitud sumisa, que es lo que efectivamente sucedió.
  • Pilatos le habla a los judíos en arameo; a su vez, Jesús se dirige a Pilatos en latín. Lo más probable es que en estos casos se hubiera utilizado el griego, que era el idioma administrativo y comercial de la época. Sin embargo, el griego no es incluido como lenguaje en la película.
  • Los soldados romanos azotan a Jesús con una especie de varas. Lo más probable es que la flagelación se haya hecho sólo con un látigo de varias puntas, y no con las varas que muestra la película. Por otra parte, si bien los látigos romanos tenían pedazos de metal o huesos de oveja en las puntas, con el fin de desgarrar la piel del reo, no tenían los garfios que se muestra en el film y, por lo tanto, desgarraban la piel sin clavarse en la carne.
  • Los sumos sacerdotes y la Madre de Jesús están entre los espectadores de la flagelación de Jesús. Según lo que se sabe, parece que la flagelación fue realizada en un recinto no accesible al público en general, donde sólo había soldados romanos.
  • Satanás se mueve entre los sumos sacerdotes.
  • La mujer de Pilatos le da a María unos paños, con los cuales ella recogerá la sangre derramada por su Hijo en el patio donde fue flagelado.
  • Pilatos, un gobenador romano, de quien se sabe que sofocó cruelmente varios levantamientos y mandó matar a una gran cantidad de judíos (ver Lucas 13,1), muestra estar impresionado por la apariencia de Jesús después de la flagelación.
  • Jesús carga una cruz entera, y no el madero horizontal, como era usual en los procesos de crucifixión efectuados por los romanos, como sí se ve en el caso de los dos ladrones crucificados junto con Jesús. Además, la cruz de Jesús es inusualmente larga.
  • Los soldados romanos siguen azotando a Jesús camino al Calvario. Este dato no se consigna en ningún Evangelio. En la película, si bien uno de los oficiales romanos advierte que Jesús está demasiado débil y podría no llegar al Calvario cargando la cruz, aún así los soldados lo siguen azotando una vez que obligan a Simón Cireneo a ayudar a Jesús a cargar la Cruz. Si bien los soldados romanos eran crueles en el momento de aplicar torturas, no les era permitido hacerlo de motu proprio sin una orden de por medio.
  • Sobre el Calvario vemos que ninguno de los ladrones crucificados al lado de Jesús muestra en su cuerpo señales de haber sido flagelado. En los Evangelios de Mateo, Marcos y Lucas la flagelación aparece como un procedimiento normal antes de la crucifixión. Incluso suponiendo que no sea así, dentro de la lógica narrativa que presenta la película los ladrones deberían mostrar huellas de azotes en su cuerpo, pues si supuestamente los romanos azotaron a Jesús, es razonable pensar que también lo hicieron con los otros dos reos.
  • Jesús es crucificado con clavos en las manos, cuando se sabe actualmente que los romanos solían clavar los clavos en las muñecas del reo. Además, le ponen un respaldo de madera en los pies, cuando lo usual era colocar ese respaldo a la altura de medio cuerpo, con el fin de que el crucificado pudiera sentarse allí.
  • Cuando uno de los ladrones se burla de Jesús, baja un cuervo y le arranca los ojos.
  • El Templo judío se parte en dos a la muerte de Jesús. Los Evangelios sólo relatan que la cortina del Templo se rasgó.
  • María Magdalena es identificada como la mujer adúltera.

Considerando sólo estos detalles, resulta cuestionable que alguien pretenda que la película es una narración fidedigna de los acontecimientos que rodearon la Pasión y Muerte de Jesús. En este sentido, propagar la supuesta frase «Es como fue» de Juan Pablo II en relación a la película se presta a confusión, pues hace creer al común de la gente que lo que Mel Gibson ha hecho es plasmar en celuloide la versión más fidedigna de la Pasión que jamás se haya hecho. Curiosamente, la película The Last Temptation of Christ (Martin Scorsese, 1988), la cual se basa en una novela y no pretende ser histórica al detalle, es más acorde con los datos sobre crucifixiones de los cuales disponemos en la actualidad.

Por otra parte, hay quienes critican la película en base a que supuestamente resulta imposible considerar los relatos de la Pasión como históricos en sentido actual, según la teoría de que los Evangelios fueron redactados varias décadas después de los acontecimientos y los hechos han sido modificados de acuerdo a la intención teológica de sus autores. Esta crítica yerra el blanco, pues lo único que hace es contraponer una opinión teológica —por lo demás discutible— a aquella según la cual Gibson se ha guiado para realizar su película.

Desde el punto de vista de la historicidad, el problema de Gibson es que parece creer que las visiones místicas de Sor María Ágreda y Ana Catalina Emmerick son históricas sin más, sin comprender verdaderamente cómo deben ser asumidas esas visiones en el contexto de la fe. La Iglesia siempre ha manifestado sus prudentes reservas frente a este tipo de manifestaciones y se ha guardado siempre de colocarlas al mismo nivel que los relatos evangélicos.

Gibson, por ejemplo, no tiene en cuenta que las visiones místicas suelen pasar a través de la imaginación de los videntes, y éstos contemplan lo que se les revela místicamente revestido de los elementos religiosos aceptados socialmente en su época. Por eso mismo las heridas de Jesús suelen ser “vistas” en las manos y no en las muñecas. Además, se ha de tener en cuenta que el proceso de canonización de Ana Catalina Emmerick se detuvo momentáneamente antes de ser reintroducido por Pablo VI gracias a la iniciativa del entonces Arzobispo de Münster, debido a que se tuvo evidencias de que Clemens Brentano, el escritor que había escuchado a esta estigmatizada y luego había pasado por escrito lo que había escuchado, también había puesto algo de su parte en la historia y, por lo tanto, era difícil determinar cuál era el núcleo de lo que la Emmerick había contemplado y cuál era lo que Brentano había aportado a esas revelaciones. Si Ana Catalina Emmerick llega a ser canonizada, no lo será por sus visiones místicas, sino a pesar de ellas.5

Es comprensible que alguien que pertenece a un grupo católico tradicionalista con rasgos fundamentalistas, como Mel Gibson —lo cual no ha sido nunca desmentido por él mismo—, crea que las visiones místicas tienen un grado de fiabilidad más alto que la documentación histórica. No extraña, pues, que cuando hay discrepancias entre lo que la historia y los relatos evangélicos nos dicen, Gibson prefiera ser más fiel a lo que relatan sus fuentes místicas que a los documentos históricos fidedignos —incluidos los Evangelios—.6

Además de los elementos provenientes de las visiones místicas mencionadas, se incluye en la película otros elementos extrabíblicos provenientes de la Tradición de la Iglesia o de la piedad católica (como son las caídas de Jesús camino al Calvario —que Gibson eleva de tres a seis en su película—; el manto de la Verónica; la actitud compasiva de la esposa de Pilatos —de quien cuentan algunas fuentes antiguas que se convirtió al cristianismo—; la conversión de Longinos, el soldado que atravesó a Jesús muerto con su lanza y abrió sus ojos a la fe al caerle encima el chorro de agua y sangre que brotó de su costado; el descendimiento de Jesús de la Cruz, que es colocado entre los brazos de María antes de ser enterrado).

El guión, además de poner en labios de los personajes frases tomadas de los relatos evangélicos, incluye también muchas líneas que no se encuentran en ellos y que o bien expresan conceptos teológicos fruto de la reflexión de la Iglesia a través de los siglos o bien reflejan deteminados rasgos de la piedad y devoción cristiana que Mel Gibson ha hecho propios.

He aquí unos cuantos ejemplos:

  • Satanás le habla a Jesús en el huerto, insinuándole que no hay hombre alguno que pueda cargar con el peso de todos los pecados del mundo.
  • Pedro y Juan se dirigen a María llamándola «Madre».
  • Uno de los reos que va a ser crucificado junto con Jesús le recrimina que abrace la Cruz.
  • Jesús le dice a María cuando está cargando la Cruz: «Madre, mira cómo hago las cosas nuevas».
  • Al pie de la Cruz, María le dice a Jesús: «Hijo, hazme morir contigo».

Dado que todos los elementos mencionados anteriormente aparecen amalgamados en un único hilo narrativo, resulta difícil para el espectador promedio distinguir entre lo que proviene de los relatos evangélicos y lo que el director ha añadido a la historia.

Como ya he indicado más arriba, esto no sería tan problemático, a no ser porque el mismo Mel Gibson ha afirmado que él no ha presentado una interpretación de los Evangelios, sino una versión lo más fiel posible a ellos.

Sin embargo, a raíz de todo lo expuesto, es evidente que no nos hallamos meramente ante una narración de la Pasión que se basa exclusivamente en los relatos evangélicos —y que incluso en este punto yerra en algunos aspectos—, sino ante una interpretación personal de los mismos que, como tal, está sujeta a crítica.

Como he dicho anteriormente, una película no tiene por qué ser una reconstrucción de museo y el artista tiene el derecho a tomarse libertades frente a la historia si así lo cree conveniente. Podemos contemplar el film, pues, como una meditación personal sobre el misterio de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, sin buscar en él una precisión histórica al detalle, de la cual por cierto carece.

LA VISIÓN TEOLÓGICA

El núcleo teológico de la película queda expresado por la frase inicial que le sirve de hilo conductor, tomada del profeta Isaías:

«El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados» (Is 53, 5).7

La película quiere recalcarnos que Jesús murió en sacrificio por nuestros pecados, por amor a todos nosotros. Sin embargo, no queda claro en qué consiste el valor de ese sacrificio. La película parece decirnos que ese valor se halla en el sufrimiento mismo por amor, en la cantidad de sangre derramada por los hombres, de tal modo que las imágenes se orientan a mostrar el mayor sufrimiento posible, a tal punto, que el hilo narrativo de la película muestra más torturas y detalles crueles que los que aparecen en los Evangelios.

Menciono algunos ejemplos de estos detalles adicionales:

  • Jesús es maltratado físicamente antes de ser presentado ante el Sumo Sacerdote. Si bien es posible que esto haya ocurrido, también es posible que lo hayan cogido y llevado sin maltratarlo a juicio, considerando que es muy probable que los guardias no hayan tenido ningún motivo para abusar de Jesús.
  • Es encadenado y arrojado de un puente.
  • En el Templo es atacado físicamente por una turba enfurecida, que lo golpea por todo el cuerpo. Los relatos evangélicos sólo hablan de bofetadas y escupitajos.
  • Jesús sigue siendo azotado por los soldados cuando carga la cruz camino al Calvario.
  • Las caídas, dato no bíblico aportado por la Tradición cristiana, son escenificadas de tal manera, que impliquen el mayor daño posible para Jesús: caídas aparatosas, donde la cruz le cae encima del cuerpo con todo su peso o le cae encima de la cabeza coronada de espinas, caída de cara, etc.
  • Cuando los soldados romanos están clavando a Jesús en la cruz, se dan cuenta de que su mano derecha no llega hasta el hueco que han preparado para el clavo correspondiente; por eso mismo, le atan una cuerda a la mano para jalársela y le dislocan el hombro.
  • Una vez que han clavado a Jesús a la cruz, los soldados la levantan para voltearla, y la dejan caer estrepitosamente, con el fin de doblar las punta de los clavos por la parte posterior; hecho esto, vuelven a levantar la cruz —con Jesús clavado en ella— y la vuelven a dejar caer para voltearla; luego encajan la cruz en un hueco preparado en el suelo, encájandola con un golpe seco; todos estos procedimientos aumentan el sufrimiento corporal de Jesús crucificado.

A raíz de lo expuesto, resulta difícil estar de acuerdo con quienes afirman con la más absoluta certeza que lo que se ve en la pantalla se queda corto ante lo que fue el sufrimiento físico de Jesús en realidad. ¿Cuál es la base para afirmar esto? ¿Acaso el supuesto de que los sufrimientos de Jesús han de ser infinitos y, por lo tanto, tuvieron que ser peores de lo que jamás se pueda representar? Bajo tal supuesto nos deberíamos preguntar si una muerte por crucifixión es la manera más dolorosa de morir, pues si el sufrimiento de Cristo debió ser infinito, entonces debería haber elegido la manera más cruenta posible para morir. Y creo personalmente que un empalamiento, procedimiento que también era practicado por los romanos como método de ejecución, es un método de tortura más cruel y doloroso que una crucifixión.

En realidad, el valor del sacrificio de Cristo está en función de quién lo realizó —la segunda Persona de la Trinidad: el Verbo Encarnado— y por qué —el amor a los hombres—, no en función de la intensidad del sufrimiento ni de la cantidad de sangre derramada. Existe una tradición que tiende a introducir ciertos detalles cruentos en la Pasión, con el fin de acentuar hasta el extremo los dolores sufridos por Cristo. El problema es que de esta manera se tiende a “desencarnar” el sufrimiento del Señor, en la medida en que se lo hace tan insufrible, que sólo Dios puede haberlo soportado sin desfallecer. El sufrimiento de Cristo deja de ser propiamente humano. Cuando en realidad Dios se hizo hombre igual a todo en nosotros menos en el pecado, y no hay razones para suponer que su sufrimiento físico haya sido mayor que el de cualquier reo condenado a morir crucificado. El sufrimiento de Cristo puede ser asumido por cualquier ser humano, como lo hicieron los mártires a lo largo de la historia de la Iglesia, precisamente porque hasta en el sufrimiento Dios se hizo en todo semejante a los hombres.

Mel Gibson parece sumarse a esa tradición que busca presentar de manera intensificada los sufrimientos de Cristo, incluso corriendo el riesgo de exagerarlos o suponer tormentos que aumentan el dolor de Jesús, pero que no están comprobados históricamente —me refiero a todos los detalles que han sido tomados de visiones místicas—. En ese sentido, existe la posibilidad de que Gibson haya presentado una versión aumentada de la Pasión. El peligro está en que el sentimiento religioso de muchos de los espectadores de la película puede llegar a basarse sobre una Pasión presentada con muchos adornos sangrientos que se hallan en el campo de la hipótesis, de lo que podría haber sido o no, pero que en definitiva no es relevante para la fe, pues no aparece en los Evangelios, cuya presentación realista de la Pasión del Señor prescinde de los detalles sangrientos y va directamente a lo esencial: Jesús se entregó a los tormentos y la muerte en Cruz por amor a nosotros. Los Evangelios, más que resaltar lo que le hicieron a Jesús detalle por detalle, se interesan más por subrayar su inocencia y la actitud amorosa de Jesús ante la injusticia sufrida, que lo lleva a una muerte ignominiosa por amor.

Pasando a otro tema, la película busca desarrollar teológicamente en imágenes la relación de Jesús con su madre María, para lo cual presenta varias escenas que ejemplifican enunciados mariológicos desarrollados por la Tradición de la Iglesia. María aparece con una lúcida comprensión de la necesidad del sacrificio de su Hijo para lograr la redención de los hombres y sigue todo el camino de la Cruz como Madre dolorosa, que busca cooperar con su Hijo en el Via Crucis sufriente que tiene que recorrer. Continuamente se ven intercambios de miradas, mediante los cuales se escenifica la íntima unión de los corazones de Jesús y María en esos momentos tan difíciles. Éste es quizás uno de los aspectos mejor logrados de la película y que más apelante pueda resultar para el pueblo católico.

También se establece una relación del sacrificio en la Cruz con la Última Cena mediante flashbacks, dándole un sentido eucarístico a la entrega amorosa del Hijo de Dios. Las imágenes parecen querer decirnos que en la Eucaristía se vuelve a hacer presente de una manera misteriosa la Pasión del Señor.

También la contraposición de Jesús y María a las fuerzas demoniacas juega un papel importante. Todo el drama se contempla como una lucha cósmica entre el bien y el mal, entre los poderes celestiales y los infernales, entre el amor y el odio.

EL TEMA DE LA VIOLENCIA

Los obispos franceses, en un comunicado sobre la película, afirmaron que la violencia de la película, «que abruma al espectador, acaba borrando el significado de la pasión y la esencia de la persona y el mensaje de Cristo: el amor llevado a su perfección por la entrega voluntaria de sí mismo».8

La representación gráfica de la violencia en el film ha sido cuestionada por su excesiva brutalidad y sadismo. Los defensores del film, por otra parte, han argumentado que las escenas tienen que ser necesariamente violentas si se quiere presentar imágenes realistas de todo aquello que sufrió Cristo. Lo curioso de todo esto es que muchos que anteriormente han sido críticos de la excesiva violencia que aparece contemporáneamente en muchas películas de repente han descubierto que el mostrar ese tipo de violencia en la pantalla puede estar justificado. Ahora ya no se habla de si es legítimo presentar violencia o no, sino de si la violencia es gratuita o justificada. De este modo, lo sagrado del tema ha convertido a los detractores de las escenas violentas en partidarios de mostrar una violencia que llega hasta el extremo del gore —término inglés que se usa en cinematografía para describir escenas sangrientas de brutalidad extrema—, siempre y cuando lo justifique el asunto.

También resulta discutible lo que se entiende por “realismo”, más aun cuando se usa este término como una etiqueta para justificar la decisión de Gibson de presentar la Pasión de la manera más brutal posible. La elección de Mel Gibson a favor de una representación gráficamente violenta de los últimos momentos de la vida de Jesús no creo que responda a un deseo de ser realista, pues el realismo no implica mostrar necesariamente todos los detalles. Y la abundancia en detalles escabrosos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo no entró en la literatura cristiana sino hasta época muy tardía, en textos que recurren a veces a la imaginación para hacer más escabrosos los detalles del sufrimiento de Cristo. Los Evangelios, en su estilo escueto y más realista que estas representaciones posteriores, no inciden en los detalles sádicos y crueles que resalta el film.

Como ya he indicado más arriba, la película presenta más detalles cruentos de los que usualmente han sido asociados a la Pasión del Señor, y busca aumentarlos en lo posible con el fin de presentar el mayor sufrimiento corporal posible y la mayor cantidad de gore que permita la historia narrada. En este sentido, puede estar justificada la observación de quienes afirman que Mel Gibson ha exagerado los padecimientos de Cristo y de que en su película «el rostro de Cristo se transparenta menos que nuestras obsesiones contemporáneas: la angustia del mal, la fascinación por la violencia y la búsqueda de culpables», como afirman los obispos franceses.9

Esta Pasión aumentada y mejorada —en lo que se refiere a representación gráfica de violencia con respecto a lo que pudo ser en realidad— puede llevar a una manipulación de los sentimientos del espectador, que se ve agobiado por un espectáculo sangriento que agrede su sensibilidad y lo sobrepasa, más aún si se ha insistido repetidamente que lo que se ve en la película se queda corto frente a lo que realmente sufrió Jesús.

Personalmente, la dosis de violencia contenida en la película me pareció menor de lo que yo esperaba. Esta impresión mía se deba tal vez a que he visto películas que son más violentas aún —y aquí sólo menciono aquellas que mantienen un buen nivel cinematográfico y presentan una violencia no gratuita—:

  • Return of the Living Dead III (Brian Yuzna, 1993)
  • Natural Born Killers (Oliver Stone, 1994)
  • La reine Margot (Patrice Chéreau, 1994)
  • Mary Shelley’s Frankenstein (Kenneth Branagh, 1994)
  • Saving Private Ryan (Steven Spielberg, 1998)

También he visto buenas películas que, con dosis de sangre menores, me parecen más brutales por el tremendo impacto psicológico de sus escenas:

  • The Wild Bunch (Sam Peckinpah, 1969)
  • A Clockwork Orange (Stanley Kubrick, 1971)
  • Blue Velvet (David Lynch, 1986)
  • La boca del lobo (Francisco Lombardi, 1988)
  • The Silence of the Lambs (Jonathan Demme, 1991)

Sin embargo, muchas de estas películas generalmente no han sido vistas por el común de los espectadores, que usualmente van al cine para pasar un momento entretenido y suelen evitar filmes que saben que son perturbadores por contener escenas violentas o depresivas. De ahí que para muchos de ellos la dosis de violencia que presenta La Pasión de Cristo pueda ser excesiva, muy por encima de lo que están acostumbrados a ver, y, por lo tanto, puede resultar chocante y desagradable. No creo que ésta sea la película más brutal que jamás se haya filmado –como han afirmado algunos críticos–, pero aún así me guardaría de recomendarla sin reservas, más aún cuando se sabe que a nivel mundial tres personas —que tenían en común el estar bordeando los 60 años de edad— han muerto de infarto en cines donde se proyectaba el film.

A raíz de lo dicho, resulta irresponsable recomendar que incluso niños vean la película, como lo hace el ya mencionado P. Paulino Toral:

«Al salir de la sala, una reportera me preguntó: Padre, la película ¿es apta para niños? Mi respuesta fue: ¡Por supuesto que sí! La película es apta para todo público que tenga fe o busque tenerla. Pero no es apta para los que no tienen fe y, además, no quieran tenerla. Los niños deben y pueden verla, y es bueno que salgan llorando del cine; pero para ello, los mayores han de decirles antes: “hijo, lo que vas a ver fue consecuencia del pecado de todos los hombres; también de los tuyos y los míos…”»10

Sin llegar a este extremo, ha habido declaraciones de algunos obispos que han recomendado indiscriminadamente la película, sin manifestar las debidas reservas que ameritan la cruda representación gráfica de violencia y brutalidad que se ve en el film. Como ejemplo se puede mencionar una declaración del Card. Darío Castrillón:

«Quisiera que todos nuestros sacerdotes católicos alrededor del mundo vean esta película. Espero que todos los cristianos tengan la oportunidad de verla, así como todas las personas en todas partes.»11

Aquí en Europa, en concreto en países como Francia y Alemania, donde el común de la gente suele ser más sensible frente a representaciones crudas de violencia —hasta el punto de que uno de los criterios para calificar una película de mayores de 18 años suele ser su alto contenido de violencia gráfica y gore—, los respectivos episcopados católicos de ambos países han emitido sendos comunicados, donde se considera problemática la presentación excesivamente violenta de los sufrimientos de Jesús que hay en La Pasión de Cristo. También afirman que una excesiva acentuación de estos sufrimientos puede significar una reducción de la Buena Nueva del Evangelio.

¿Qué es lo que se proponía Mel Gibson al presentar tanta violencia en su versión de la Pasión de Nuestro Señor, incluso más de la que contienen las fuentes, como ya he indicado más arriba? En palabras del propio Gibson a la periodista Diane Sawyer de la cadena norteamericana ABC, «quería que la gente se estremezca y también quería ser extremo. Quería que lleve a la gente a la cima y pueda desde ahí ver la inmensidad de su sacrificio, cómo alguien puede dar amor y perdón, a pesar del dolor extremo».12 Sin embargo, la relación entre el fin y el medio utilizado es problemática en cuanto a su proporcionalidad. ¿Es lícito buscar la conversión de una persona mediante el sometimiento a una experiencia tan extrema, que deviene en una especie de manipulación de sentimientos? Esto se asemejaría a una especie de “prédica a latigazos”. Me rememora las tácticas avasallantes de la sensibilidad personal a que recurren ciertas sectas. O lo que hicieron los americanos aquí en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, cuando obligaron a poblaciones enteras a desfilar delante de los cadáveres de judíos muertos en campos de exterminio, con el fin de generar un sentimiento traumático de culpa que permaneciera en el subconsciente colectivo. Este procedimiento resulta aún más cuestionable cuando consideramos que no todo lo que se ve en pantalla tiene sustento histórico.

No me opongo a que se muestre violencia en pantalla cuando la historia narrada así lo requiera. Lamentablemente, en la película de Mel Gibson, la representación gráfica de los tormentos de Jesús a partir del momento de su prendimiento se convierte prácticamente en el tema principal y avasallante del film. Las imágenes se subordinan al fin de mostrarnos el mayor sufrimiento posible y la mayor crueldad imaginable por parte de los ejecutores de la crucifixión. Al final, la continua incidencia en el derramamiento de sangre y la obsesión por mostrar el cuerpo destrozado de Jesús —desde los mejores ángulos de cámara— terminan por correr el riesgo de limitar de alguna manera el mensaje de amor que pretende transmitir la película.13

LA PLASMACIÓN CINEMATOGRÁFICA

Comenzaré por los aciertos que tiene la película.

El film tiene unos valores de producción de gran calidad, es decir, los decorados y el vestuario, los efectos especiales y de maquillaje son bastante buenos. Por sobre todo destaca la fotografía de Caleb Deschanel, que con una buena utilización de la luz y el recurso a un color terroso predominante nos hace recordar las obras de Rembrandt y Caravaggio.

La actuación de Jim Caviezel es convincente, así como la de Maia Morgenstern, la actriz que hace de María. Hristo Shopov, quien hace de Pilatos, representa bien su papel de funcionario romano atribulado por la duda y vacilante ante la decisión que debe tomar. Sin embargo, no hay mayor desarrollo de los demás personajes, que aparecen como comparsas sin mayores matices. Caifás y los sumos sacerdotes son caracteres planos, personificaciones de la maldad, representados de acuerdo a estereotipos judaicos. Los soldados romanos son enfermizamente crueles y sádicos, en consonancia con los modelos de malvados a los que nos ha acostumbrado el cine hollywoodense. Los demás personajes atraviesan la historia como sombras sin mayor profundidad ni consistencia y se dividen de manera polarizada entre los que están con Jesús y los que están contra él. Es el rasgo que los define. Este recurso a los esterotipos y la falta de matices en el desarrollo de los personajes es un problema del cual adolecía también la anterior cinta de Gibson, Braveheart (1995), cuyas virtudes se encontraban más bien en la escenificación de acciones épicas.

Cuando se trata de una película sobre Jesús, esta polarización resulta problemática, incluso si se quiere representar en imágenes la verdad de que Jesús murió a causa de los pecados de todos los hombres. Es decir, la verdad teológica de que todos somos culpables de su muerte requiere que podamos identificarnos de alguna manera con los personajes que aparecen en escena, lo cual resulta difícil cuando éstos quedan reducidos en su mayoría a estereotipos. Por ejemplo, una aproximación más interesante puede ser vista en la película Jésus de Montréal (Denys Arcand, 1989), que narra como un grupo de actores busca representar la Pasión para espectadores del mundo actual, teniendo como objetivo que Jesús inocente y condenado a muerte siga apareciendo como una figura cuestionante. Finalmente, el actor que hace de Jesús terminará asumiendo su papel en la vida real y muriendo a causa de la maldad y desidia de los hombres. Pero aquellos que producen su muerte son personas aceptadas socialmente, que no destacan por una maldad estereotipada, sino que sus pecados ni siquiera son considerados como tales por la sociedad en la que viven. Si obviamos algunos aspectos teológicos e históricos cuestionables planteados en esta historia, la película logra involucrarnos en está búsqueda de Jesús en el mundo actual y nos ilustra claramente la presunción de que si Él volviera a venir, nosotros mismos seríamos cómplices de su muerte.

Es la presentación de los sumos sacerdotes de acuerdo a estereotipos judaicos en la película de Gibson lo que, de alguna manera, resulta más problemático. Si bien la película no es intencionalmente antisemita —puesto que se ve que muchos judíos no aceptan que Jesús sea crucificado—, al presentar a las autoridades judías de entonces de esa manera, se corre el riesgo de dar pie a interpretaciones antisemitas, como parece que está ocurriendo en países árabes donde se está viendo la película.

La película de Gibson tiene una primera media hora interesante, con una cámara en continuo movimiento que nos introduce en un huerto de Getsemaní cubierto por sombras nocturnas, donde acechan presencias malévolas misteriosas. En medio de este paraje desolador y terrorífico se halla un Jesús atormentado interiormente por el sacrificio que tiene que realizar. El demonio acecha e intenta causar desesperanza en Jesús, poniendo en duda su identidad y su misión. Gibson crea una atmósfera ominosa, que nos remite a las mejores películas del género de terror.

Sin embargo, desde el momento en que Jesús es aprehendido, la película pierde ese carácter sugestivo, para dar lugar a una sucesión de imágenes donde el maltrato y destrozo del cuerpo de Jesús ocupará el centro, sin mayor desarrollo dramático.

Gibson toma elementos prestados de otras géneros, que orquesta sin mayor originalidad. Ejemplo de ello es la representación de los demonios, primero en el caso de esa figura diabólica que se observa cuando Judas sale de debajo de un puente y el otro en el caso de los niños cuyos rostros se transforman en figuras monstruosas —uno de ellos inclusive le muerde la mano a Judas— e, instigados por el demonio, atormentan luego al traidor hasta llevarlo al suicidio. Son préstamos del género de terror.

La representación del cuerpo lacerado de Jesús y otros detalles gore —como la oreja cercenada de Malco, la mano mordida de Judas, los ojos del mal ladrón arrancados por un cuervo— tienen su fuente en la violencia que Hollywood acostumbra presentar en muchas de sus producciones violentas.

La cámara que se ralentiza durante las caídas de Jesús —y también en otros momentos—, con el fin de que podamos captar sin perdernos ningún detalle sus padecimientos corporales, recuerdan las escenas en cámara lenta que muestran algunas películas de acción, en las cuales el protagonista es llevado al borde de su resistencia física.

Algunas elementos de la crucifixión parecen estar basados en la representación que se ve en The Last Temptation of Christ (Martin Scorsese, 1988), a la cual se le críticó su excesiva violencia gráfica,14 siendo así que ha sido superada ampliamente por la película de Mel Gibson en este aspecto.

El recurso continuo a elementos provenientes del cine comercial termina por quitarle calidad cinematógrafica al conjunto, llegándose incluso a escenas burdamente efectistas. Por ejemplo:

  • El demonio paseándose con un niño de rostro monstruoso.
  • Barrabás, un subversivo implicado en un asesinato —según los Evangelios—, es presentado de manera caricaturesca como un psicótico agresivo con desórdenes mentales. La escena, con los rostros sorprendidos de los romanos al ver que los judíos prefieren su libertad antes que la de Jesús, resulta ridícula.
  • La escena ya mencionada en que un cuervo le arranca los ojos al mal ladrón.
  • La escena en que el soldado romano que atraviesa el costado de Jesús se convierte al caerle encima el chorro de sangre y agua.
  • La lágrima que cae del cielo y ocasiona un terremoto, que parte en dos el recinto principal del Templo judío, y que finaliza con Satanás agarrándose la cabeza con desesperación y lanzando un grito de derrota.

Además, hay un simbolismo presente en la película —la serpiente, la paloma, el burro muerto— que es más ilustrativo que sugerente y que no aporta mayor profundidad a lo que se ve en las imágenes.

Todos estos elementos, sumados a una música que sólo parece estar ahí para subrayar reiteradamente con tonos solemnes cada momento del camino doloroso de Cristo, contribuye a que la película no tenga valores cinematográficos que sobresalgan por encima del promedio de las producciones a que nos tiene acostumbrados Hollywood.

Sin embargo, precisamente este aspecto, que la convierte en una obra que no exige mucho al espectador, explicaría su enorme popularidad en muchos países, más aún cuando entronca con una religiosidad cristiana enraízada en lo más profundo de la identidad colectiva de un pueblo y apela a símbolos conocidos por el común de los espectadores.

Las escenificaciones populares de la Pasión de Cristo han tenido siempre un público fervoroso que las acoge en su corazón como medios para meditar sobre la inmensidad del Amor de Dios. Cuando esa representación ha alcanzado las dimensiones que tiene la película de Mel Gibson, el éxito está garantizado. Incluso puede contribuir a una renovación de la fe en muchas personas, no obstante los defectos que he señalado, así como aquellos que asisten a las escenificaciones populares de la Pasión en Semana Santa renuevan su fe, sin importarles las inexactitudes de lo que están viendo ni la calidad histriónica de los actores.

Teniendo como transfondo una peor teología —aunque con aspectos interesantes—, The Last Temptation of Christ (Martin Scorsese, 1988) es mejor película que la de Mel Gibson.15 Creo que ni Il Vangelo secondo Matteo (Pier Paolo Pasolini, 1964) ni Jesus of Nazareth (Franco Zeffirelli, 1977) han sido superadas por La Pasión de Cristo de Mel Gibson, las cuales, sin ser perfectas, me siguen pareciendo las dos mejores películas que jamás se han hecho sobre la figura de Jesús.

La mediocre calidad cinematográfica de la película de Mel Gibson no es obstáculo para que tenga un considerable potencial evangelizador, el cual, en mi opinión, debe ser complementado con una advertencia sobre su violencia gráfica —en contra de recomendarla indiscriminadamente— e información catequética sobre los aspectos históricos de la Pasión de Cristo y su significado teológico. De igual modo, también hay que recalcar que la película se trata de una interpretación, en la cual no todos los elementos pueden ser aceptados sin más. Si bien hay muchos que se han beneficiado espiritualmente de su visión, sería lamentable que un producto artísticamente tan defectuoso llegara a convertirse en un símbolo católico, más aún cuando no nos consta que la comunión de Mel Gibson con la Iglesia católica sea plena, puesto que parece rechazar muchas de las reformas del Concilio Vaticano II.16

Definitivamente, ha sido providencial que se haya hecho esta película, pues de alguna manera ha puesto el tema de Cristo en el centro de la atención mundial. Ello nos debe servir para acercarnos más al Señor Jesús y dejar con humildad que Él mismo se nos revele personalmente. Hay muchos Cristos literarios —y ahora cinematográficos—, pero sólo un Cristo de la fe.

Wuppertal, 23 de abril de 2004

NOTAS

1 Sacerdote ecuatoriano desautoriza a críticos de cine que atropellan teología. ACI Prensa, 2 de abril de 2004.
http://www.aciprensa.com/noticias/sacerdote-ecuatoriano-desautoriza-a-criticos-de-cine-que-atropellan-teologia/

2 Líderes evangélicos elogian trabajo de Mel Gibson en The Passion. ACI Prensa, 1° de julio de 2003.
http://www.aciprensa.com/noticias/lideres-evangelicos-elogian-trabajo-de-mel-gibson-en-the-passion/

3 Mel Gibson narra la mayor historia jamás contada. Zenit, 6 de marzo de 2003.
http://www.aciprensa.com/reportajes/passion4.htm#1

4 Gibson aclara a críticos: “La Pasión” no es el Evangelio según Mel. ACI Prensa, 29 de febrero de 2004.
http://www.aciprensa.com/noticias/gibson-aclara-a-criticos-la-pasion-no-es-el-evangelio-segun-mel/

5 [Nota añadida posteriormente a la fecha de este escrito] La siguiente noticia apareció en la edición de octubre de 2004 de la revista 30DIAS (versión en español de 30GIORNI):
SANTA SEDE / 3 Saraiva Martins: no son auténticos los escritos atribuidos a Emmerick
«La beata [Ana Catalina Emmerick (1774-1824)] nos ha dejado sólo tres cartas. Los otros escritos, que erróneamente se le atribuyen, tienen varios orígenes. Las “visiones” de la Pasión de Cristo fueron anotadas, reelaboradas con gran libertad y sin control alguno, por el escritor alemán Clemens Brentano (1778-1842) y fueron publicadas en 1833 con el título La dolorosa pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. […] Por lo tanto, las obras en discusión no pueden considerarse ni escritas ni dictadas por Emmerick ni tampoco auténticas transcripciones de sus afirmaciones y de sus narraciones, sino una obra literaria de Brentano y con tantas ampliaciones y manipulaciones que es imposible establecer cuál es el núcleo verdadero y propio que puede atribuirse a la beata. Por consiguiente, los escritos en cuestión no son el espejo veraz del pensamiento y de las experiencias místicas de la monja agustina. Las afirmaciones, tanto las que expresan una sana religiosidad como las que presentan rarezas y sentimientos antisemitas, han surgido de la creatividad y de la fantasía artística de Brentano.» Lo confirmó el cardenal José Saraiva Martins, prefecto de la Congregación para las causas de los santos, en un artículo publicado por L’Osservatore Romano el 7 de octubre de 2004. La beatificación de Ana Catalina Emmerick, que tuvo lugar el 3 de octubre, había suscitado algunas polémicas en la comunidad judía internacional. Una curiosidad: entre los escritos oficialmente juzgados falsos por el Vaticano, están también los que —como La dolorosa pasión de nuestro Señor y Salvador Jesucristo— han inspirado la película The Passion de Mel Gibson.
http://www.30giorni.it/in_breve_id_numero_149_id_arg_32126_l2.htm

6 En una entrevista ya citada (ver nota 3) a la agencia Zenit del 6 de marzo de 2003, Gibson respondía así a la siguiente pregunta:
«—¿Cómo puede estar tan seguro de que su versión es tan fiel a los hechos?
—Porque hemos hecho una investigación. Yo estoy contando la historia como aparece en la Biblia, sin glosas. Habla por sí misma. El Evangelio es un guión completo y eso es lo que nosotros estamos filmando.»
Sin embargo, el resultado final dista mucho de carecer de “glosas”. A pesar de que Gibson intenta tomar los evangelios tal cual son («un guión completo»), sin interpretación (al pie de la letra, como pretenden los fundamentalistas que se puede hacer), el resultado final no deja de ser un interpretación personal de los relatos de la Pasión, poniendo incluso en boca de Jesús y de María palabras que no aparecen en los relatos evangélicos.

7 Hay quienes han insistido en que la película no hace más que mostrar en imágenes lo que anunciara el profeta Isaías en frases como éstas:
«Así como se asombraron de él muchos —pues tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana—, otro tanto se admirarán muchas naciones; ante él cerrarán los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca oyeron reconocerán» (Is 52, 14-15).
«No tenía apariencia ni presencia; (le vimos) y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta» (Is 53, 2-3).
Sin embargo, esto sólo se justifica si prescindimos del contexto en que fueron compuestos los textos proféticos así como del género literario en que están escritos. Los profetas suelen describir con imágenes poéticas –que tienen semejanzas con el lenguaje utilizado en los salmos– los designios que Dios tiene preparados para el pueblo. No nos hallamos, pues, ante textos que busquen describir con precisión documental lo que ha de suceder. Tomarlos al pie de la letra, como si fueran relatos históricos precisos, nos llevaría a una lectura fundamentalista, ajena a los avances del saber teológico y escriturístico de la Iglesia. Si bien es legítimo plasmar artísticamente en imágenes lo que se expresa en esos textos, no se puede a la vez considerar esas imágenes como representaciones históricas genuinas de lo que realmente sucedió.

8 Dispares comentarios sobre “La Pasión” publican episcopados de Italia y Francia. ACI Prensa, 1° de abril de 2004.
http://m.aciprensa.com/noticia.php?n=4005

9 Ver nota anterior.

10 Artículo “La Pasión de Cristo, ¿es violenta?” publicado por el P. Paulino Toral en la página web de la Parrroquia Santa Teresita (Guayaquil, Ecuador).
http://web.archive.org/web/20040601095926/http://steresita.com/noticiaprincip/pasion27-03-04.htm

11 Card. Castrillón: Todos los sacerdotes del mundo deberían ver “La Pasión”. ACI Prensa, 17 de septiembre de 2003.
http://www.aciprensa.com/noticias/card-castrillon-todos-los-sacerdotes-del-mundo-deberian-ver-la-pasion-1941/

12 Mel Gibson: La Pasión de Cristo no acusa, solo refleja inmensidad del amor de Dios. ACI Prensa, 16 de febrero de 2004.
http://www.aciprensa.com/noticias/mel-gibson-la-pasion-de-cristo-no-acusa-solo-refleja-inmensidad-del-amor-de-dios/

13 La reseña elaborada por la USCCB Film, Broadcasting Office (Oficina de Cine y Medios de Comunicación de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos), si bien presenta una valoración en líneas generales positiva de la película, manifiesta la siguiente reserva:
«As depicted, the violence, while explicit and extreme, does not seem an end in itself. It is not the kind of violence made to look exciting, glamorized or without consequences. It attempts to convey the depths of salvific divine love. Nonetheless, viewers’ justifiable reaction is to be repelled by such unremitting inhumanity. In the end, such savagery may be self-defeating in trying to capture the imagination of the everyday moviegoer.» [«Tal como está representada, la violencia, si bien explícita y extrema, no parece ser un fin en sí misma. No es el tipo de violencia hecha para parecer excitante, glamorosa o sin consecuencias. Intenta expresar las profundidades del amor salvífico divino. Sin embargo, la reacción justificable de los espectadores es ser repelidos por tal inhumanidad sin término. Finalmente, tal salvajismo puede ser contraproducente en su intento de capturar la imaginación del espectador de cine común y corriente.»
http://old.usccb.org/movies/p/thepassionofthechrist.shtml

14 Ver, por ejemplo, la reseña en la página web de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.
http://old.usccb.org/movies/l/lasttemptationofchristthe1988.shtml

15 La película de Scorsese, al basarse en una novela (de Nikos Kazantzakis), no pretende ser histórica, sino más bien presentar una reflexión sobre la dualidad de naturalezas en Jesús (divina y humana), incidiendo en la problemática de su conciencia mesiánica y su fragilidad como hombre. El film tiene baches teológicos, arrastrados desde la obra en que se basa, la cual refleja la concepción personal de Kazantzakis sobre el hombre y sobre Cristo, lastrada de rasgos adopcionistas y gnósticos. Aún así, resulta una película interesante, exigente para el espectador, con un guión bien elaborado, personajes desarrollados —que la buena labor de los actores logra plasmar sugerentemente en pantalla—, buena fotografía, escenografía y una música memorable. La dirección de Scorsese es magistral. Algunas escenas son incluso de una belleza sublime, como las tentaciones en el desierto, Jesús sacándose el corazón y entregándoselo a los Apóstoles, la resurrección de Lázaro, la crufixión misma. Ello, sin embargo, va acompañado de muchas escenas que pueden ser ofensivas para la sensibilidad religiosa del espectador común, además de que la figura de María, la madre de Jesús, se halla muy lejos de lo que nos transmiten la Sagrada Escritura y la Tradición. No se trata de una película que niegue la divinidad de Jesús ni el valor de su sacrificio en la Cruz, pero lleva la reflexión sobre su humanidad a límites pantanosos, que requieren de una reflexión sobre hasta qué punto puede manifestarse frágil la condición humana —más aun tratándose de Jesús, el Hijo de Dios— sin caer en pecado. El hecho de que sea una película problemática no debería ser obstáculo para destacar su buena calidad cinematográfica y artística.

16 Ver, por ejemplo, el siguiente diálogo que salió al aire el 25 de febrero de 2004 en NewsHour por la televisión americana:
JEFFREY BROWN: «Gibson has repeatedly said the film is based on the four gospels, and comes directly from his personal faith. He is a traditionalist Roman Catholic, part of an ultraconservative movement that rejects many of the 1960s Vatican II reforms in the Catholic Church. Gibson sees the Bible as literal truth.» [«Gibson ha dicho reiteradamente que la película se basa en los cuatro evangelios, y proviene directamente de su fe personal. Él es un católico romano tradicionalista, parte de un movimiento ultraconservador que rechaza muchas de las reformas del Vaticano II hechas en los ’60 en la Iglesia Católica. Gibson ve la Biblia como verdad literal.»]
MEL GIBSON: «You either accept the whole thing or don’t accept it at all.» [«O bien aceptas la cosa entera o no la aceptas en absoluto.»]
En ningún momento Gibson desmentirá la descripción que se ha hecho de su postura religiosa. El diálogo completo contó también con la participación de otros especialistas.
http://www.pbs.org/newshour/bb/religion/jan-june04/passion_2-25.html