LA NAVIDAD DEL VIEJO SOLITARIO

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En Alemania la Navidad es una fiesta familiar. Pero sólo de la familia conformada por el núcleo familiar de padres e hijos que todavía viven en el hogar. Por lo general, ni los abuelos ni los tíos ni los primos son invitados a pasar juntos la Nochebuena. Aun cuando algún pariente viva solo y no tenga con quién celebrar. Ya se le hará una visita el 25 o el 26 de diciembre, ambos días festivos no laborables en este país. Hay ancianos confinados en asilos que ni siquiera tienen ese consuelo.

En diciembre de 2002 yo estaba solo en Wuppertal. Había llegado hace un mes a Alemania en busca de las oportunidades laborales que el Perú me negaba. Por suerte, una familia polaca me invitó a pasar la Nochebuena con ellos.

Después de la cena navideña y la Misa de Gallo, acompañé a un amigo alemán, quien se había ofrecido a regresar a sus casas con su camioneta a los solitarios que habían sido invitados por voluntarios a celebrar la Navidad en el pabellón municipal.

Estaba repleto de gente, la mayoría ancianos. Uno de los que recogimos tenía una enfermedad que lo tenía atado a una silla de ruedas. No podía caminar, ni siquiera hablar bien. Hubo que cargarlo, pues no se podía valer por sí mismo.

Su vivienda constaba de una sola habitación, donde su única compañía era un enorme televisor. Pero ese viejo solitario había llamado por teléfono a un taxi y, sin saber cómo regresaría, había acudido al pabellón municipal para no pasar solo la Navidad.

Una víctima más de la indiferencia de muchos que se llaman incluso cristianos.

(Columna publicada en Exitosa el 19 de diciembre de 2015)

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Este relato forma parte de una de mis primeras “Crónicas desde Wuppertal”, que escribí al poco de tiempo de estar viviendo en Alemania. A continuación, reproduzco el texto original completo.

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NAVIDAD EN ALEMANIA

Wuppertal, 25 de diciembre de 2002

¡Hola a todos!

Quiero contarles mi experiencia de haber pasado la Navidad en Alemania.

Ciertamente, es distinto el ambiente que se respira aquí en comparación con el Perú. Como en todas partes, la Navidad se ve amenazada de perder su sentido debido al consumismo imperante. Pero todavía queda bastante de las tradiciones cristianas. Y los alemanes se ponen muy sentimentales por estas épocas. “Stille Nacht, heilige Nacht” (“Noche de paz, noche de amor”) es cantado casi como si fuera un himno nacional. He visto ojos al borde de las lágrimas cuando se interpretaba esta hermosa canción.

A las cuatro de la tarde hubo una representación del nacimiento realizada por niños en la iglesia parroquial. Hubo bastante música y canto. La música juega aquí un papel importante. En la iglesia hay un órgano enorme, que es interpretado durante todas las celebraciones litúrgicas por un músico contratado. A veces también se toca además trompeta, flautas, instrumentos de cuerda y teclado. El coro de niños había ensayado bastante, y se escuchó muy bien lo que cantaron.

Luego fui invitado a cenar a casa de una familia polaca. Antes de la comida tomaron una oblea grande, con motivos religiosos en altorrelieve, y la partieron y repartieron entre todos. Es un símbolo de que se desea a todos lo mejor para el año que viene. De comida hubo pescado con puré de papás y chucrut (Sauerkraut, para los puristas; y para los indoctos, coles blancas fermentadas). Luego cantamos algunas canciones navideñas, hubo repartición de regalos y comimos galletas y dulces navideños. El árbol de Navidad, como es costumbre aquí, había sido colocado el mismo día 24 de diciembre. Tenía juego de luces; lo tradicional es colocar velas y encenderlas.

Luego, a las nueve de la noche, fue la primera Misa de Navidad. A las once y media de la noche se iba a celebrar otra en italiano. Antes de la misa, una pequeña orquesta de vientos, conformada por parroquianos, interpretó algunas canciones navideñas. El aire se llenó de magia con esa música. Y eso iba a continuar durante la misa, donde al órgano se sumó un coro polifónico. El pregón navideño fue de lo más solemne que he escuchado, y musicalmente alcanzó cotas de perfección que nunca he escuchado en Lima, ni siquiera cuando lo cantaba ese curita gordo tan simpático con dizque tan buena voz que todos conocemos.

Terminada la misa, acompañé a Rony John y a su hijo Martin a hacer una obra de caridad. Aquí en Alemania hay muchas personas que viven solas, en especial ancianos, pero también divorciados, personas que duermen en la calle, etc. Para ellos, algunos voluntarios organizan desde hace años una celebración navideña en el pabellón municipal de Wuppertal. Comienza a eso de las seis de la tarde y se prolonga hasta las once de la noche. A los presentes se les da de comer, se les regala un pequeño obsequio y se hace un show navideño. Pero cuando esta actividad termina, ya no está en funciones ningún tipo de transporte público. Los organizadores convocan de diversas maneras (por ejemplo, anuncios en los periódicos) a personas que estén voluntariamente dispuestas a regresar en su vehículo particular a los solitarios que han asistido al evento. Y desde hace algunos años Rony, en su camioneta combi, colabora en regresar a algunas personas a sus domicilios.

Quedé impresionado al ver el tamaño del pabellón municipal y de ver lo repleto que estaba, y todas eran personas que no contaban con un familiares o amigos con los cuales pasar la Nochebuena. Esta vez se subieron a la camioneta de Rony tres ancianas y dos ancianos. Había que ayudarlos a subirse con los regalos al vehículo. Tuvimos que dejar a otra señora de edad, porque fue imposible, no obstante nuestra ayuda, lograr que subiera. El caso más dramático fue el de uno de los ancianos, que estaba en silla de ruedas, con una dolencia que le impedía mover una pierna y hablar con buena dicción. Aún así, logramos subirlo, y la silla de ruedas fue colocada en la parte de atrás de la camioneta. En todo esto nos ayudó uno de los voluntarios que participaba en la realización del evento.

Dejamos en su casa primero a este anciano. Si había habido dificultades para subirlo, también las hubo para bajarlo, pues ya no estaba el voluntario, pero entre Rony, su hijo y yo lo logramos. Empujé la silla de ruedas hasta la habitación donde vivía el señor, quien requirió de nuestra ayuda para abrir la puerta y luego para sacarse la chaqueta. En su habitaciín, por supuesto, había un televisor grande. Este aparato se convierte aquí en un sucedáneo para olvidar la soledad, pero ésta siempre suele reaparecer revestida de crueldad y amargura.

¿Cómo había hecho este anciano inválido para llegar al pabellón municipal? Él mismo nos lo dijo: había llamado por teléfono a un taxi. ¡Qué terrible debe haber sido la soledad de este hombre para intentar llegar a un sitio donde podía encontrar gente en la Nochebuena, aun estando en una situación en que muchos no se tomarían la espantosa molestia de tener que salir de su casa! Ante este pensamiento se me hizo un nudo en la garganta, y casi lloré por los pobres que hay aquí en Alemania, que nunca se van a morir de hambre, que no corren peligro de dormir a la intemperie, pero que carecen del amor y la compañía de alguien que se preocupe personalmente de ellos. ¡Y cuán insuficientes, aunque dignas de encomio, son las iniciativas que se realizan para aliviar su sufrimiento! Los pobres del Perú carecen de muchas cosas, pero poseen riquezas que aquí se han perdido.

Dejamos a los demás ancianos en sus casas, y llegando a mi habitación, me puse a dormir.

Hoy día en la mañana ha habido misa con canto gregoriano. Era como para elevarse hasta las nubes.

Mi almuerzo navideño, con el P. Ulrich Lemke y dos religiosas de la comunidad italiana, fue copioso, como suelen ser los almuerzos navideños: jamón crudo, jamón cocido, queso, alcachofas, espinacas, asado de res, pato, vino tinto, y finalmente, pandoro (una especie de panetón sin pasas ni frutas confitadas) con vino espumante.

Mañana continuarán las celebraciones navideñas, durante lo que se llama el segundo día de Navidad, que también es festivo no laborable. En la mañana se celebrará la Misa de San Esteban Mártir. A esa misa viene más gente que a la del 25 de diciembre. Y muchas familia van a seguir teniendo comidas navideñas, particularmente con los parientes.

El clima está ligeramente caliente para estas épocas. Todavía, en lo que va del año, no ha caído nieve, aunque de vez en cuando suele caer lluvia.

A todos los deseo una feliz Navidad y que el Año Nuevo sea mejor que el que ha pasado.

Saludos

Martin