UN SANTO DE FOLLETÍN

Charlie Cox como Josemaría Escrivá en

Charlie Cox como Josemaría Escrivá en «There Be Dragons» (Roland Joffé, 2011)

En el año 2011 se estrenó en España Encontrarás dragones, película de Roland Joffé que tiene como personaje principal a Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, y que fue financiada con dineros provenientes de empresarios afines a la Obra.

Si bien la trama abarca varias épocas, los acontecimientos principales ocurren durante la Guerra Civil Española, siguiendo las aventuras de un Josemaría guapo, risueño, tolerante, de costumbres sencillas y espíritu de pobre, y sobre todo capaz de heroísmo hasta el sacrificio. En fin, un santo de folletín al cual no se le ve el revés de la flaqueza humana, aquel que según varios testigos fidedignos se manifestó en ataques de ira, manipulación de conciencias, mentiras sobre su propia historia y la de su institución, culto a la personalidad, fanatismo, exigencia de trato preferencial por parte de sus seguidores, gusto por ciertos placeres de este mundo (regalos lujosos, aplausos, estar con gente importante, casas espléndidas, honores, comidas superexquisitas), ansia personal de un título nobiliario (que vio satisfecha cuando se le otorgó el de Marqués de Peralta).

A estos testigos que conocieron personalmente a Escrivá nunca se les permitió declarar en el proceso de canonización, y de entre los más de 1000 testimonios recogidos sólo se aceptó uno en contra. ¿No se habrá canonizado la imagen idealizada de un santo que no lo es? ¿No estamos más bien ante un santo de folletín, que poco tiene que ver con el sacerdote de carne y hueso que realmente existió?

Pregúntenle al Cardenal Cipriani, que también tiene mucho de folletín en ciertos medios de prensa y poco de carne y hueso de este mundo.

(Columna publicada en Exitosa Diario el 3 de septiembre de 2014)

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Pocas veces una canonización fue tan rápida y estuvo tan rodeada de polémica como la de Josemaría Escrivá de Balaguer, a tal punto que, aún después de ser elevado a los altares, siguen habiendo muchos fieles católicos que dudan en conciencia y de buena fe de la santidad del fundador del Opus Dei. De hecho, el proceso parece haber estado plagado de irregularidades, siendo una de las más llamativas el que fueran impedidos de declarar como testigos exmiembros del Opus Dei que conocieron personalmente de cerca a Escrivá y cuyos testimonios en contra de su supuesta santidad eran contundentes, entre ellos María del Carmen Tapia, Miguel Fisac, el P. Vladimir Feltzman, John Roche y María Angustias Moreno.

Si bien durante siglos se ha aceptado como doctrina corriente entre los teólogos que en la canonización de los santos entra en juego la infalibilidad pontificia, la beatificación y posterior canonización de Escrivá ha dado lugar a una serie de reflexiones sobre si puede sostenerse aún esa opinión teológica, que nunca ha sido declarada oficial dentro de la Iglesia católica (ver, por ejemplo, http://exopus.wordpress.com/2009/01/13/la-canonizacion-de-balaguer-no-compete-a-la-infalibilidad-de-la-iglesia/).

En otras palabras: ¿puede el Magisterio de la Iglesia equivocarse al elevar a una persona a la dignidad de los altares?

Similares reflexiones se han originado en el campo tradicionalista después de las canonizaciones de los Papas Juan XXIII y Juan Pablo II (ver http://info-caotica.blogspot.de/2014/04/las-canonizaciones-de-juan-xxiii-y-de.html) y en el campo progresista con motivo de la canonización de este último (ver http://www.elplural.com/2014/04/28/malestar-entre-los-cristianos-de-base-por-la-canoninacion-de-juan-pablo-ii/). Independientemente de las circunstancias que hayan suscitado esas reflexiones, todas parecen coincidir en sus puntos principales. A saber, que la infalibilidad pontificia se extiende sólo a cuestiones de fe y costumbres contenidas en la Revelación divina, tal como lo expresa la doctrina de la Iglesia:

«Esta infalibilidad que el divino Redentor quiso que tuviese su Iglesia cuando define la doctrina de fe y costumbres, se extiende tanto cuanto abarca el depósito de la Revelación, que debe ser custodiado santamente y expresado con fidelidad. El Romano Pontífice, Cabeza del Colegio episcopal, goza de esta misma infalibilidad en razón de su oficio cuando, como supremo pastor y doctor de todos los fieles, que confirma en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), proclama de una forma definitiva la doctrina de fe y costumbres.» (Concilio Vaticano II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium, 24)

La canonización de una persona en cuanto declaración formal de que tuvo una vida santa y, por lo tanto, se halla entre los bienaventurados en el cielo no cumple con esa condición. No se trata de una verdad contenida en la Revelación. Y por eso mismo, no forma parte de aquellos enunciados de fe que el fiel católico está obligado a creer. El culto a los santos es algo legítimo, y mal estaría de un católico negar esta costumbre ancestral de la Iglesia, pero no existe la obligación de creer en la santidad de ningún santo particular reconocido por la Iglesia (a excepción tal vez de la Virgen María).

Es decir, quien dude de la santidad del Marqués de Peralta, Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de una organización católica con características sectarias y con miembros ilustres que han apoyado a dictadores con muertos a sus espaldas —como Francisco Franco en España, Augusto Pinochet en Chile y Alberto Fujimori en el Perú, por mencionar a algunos—, no pone en riesgo su fe ni su pertenencia a la Iglesia católica.

Pues si bien como católicos creemos que la Iglesia no se equivoca al proponer a determinadas personas como modelos de santidad, la regla general no impide que en algunos casos particulares circunscritos a un espacio y tiempo determinados se pueda cometer un error. La Enciclopedia Católica Online de ACI Digital admite que la infalibilidad papal respecto a las canonizaciones es sólo una opinión mayoritaria entre los teólogos y «es un asunto de creencia pía» (ver http://ec.aciprensa.com/wiki/Beatificación_y_Canonización). Suponemos que esos teólogos no llegaron a prever que pudiera darse un caso como el de Josemaría Escrivá de Balaguer, capaz de quitarle toda creencia pía a cualquiera.

Asímismo, todavía sigue en pie lo que decía el Concilio de Trento: «nadie puede saber con certeza de fe, en la que no puede caber error, que ha conseguido la gracia de Dios» (DS 1534). De modo análogo, nadie en la Iglesia podría afirmar con absoluta certeza que determinada persona se hallaba en gracia de Dios al momento de morir y goza por lo tanto de la bienaventuranza eterna. El Catecismo de la Iglesia Católica, en el momento de citar este texto de Trento, matiza un poco la idea:

«La gracia, siendo de orden sobrenatural, escapa a nuestra experiencia y sólo puede ser conocida por la fe. Por tanto, no podemos fundarnos en nuestros sentimientos o nuestras obras para deducir de ellos que estamos justificados y salvados (Concilio de Trento: DS 1533-34). Sin embargo, según las palabras del Señor: “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 20), la consideración de los beneficios de Dios en nuestra vida y en la vida de los santos nos ofrece una garantía de que la gracia está actuando en nosotros y nos incita a una fe cada vez mayor y a una actitud de pobreza llena de confianza.» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2005)

Se deduce de ello que la Iglesia, antes de dictaminar con su autoridad la santidad de determinada persona, examinará sus “frutos”, basándose en un estudio histórico de la figura de la persona, en el análisis de los testimonios de aquellos que lo conocieron personalmente, en la veneración que le tiene el pueblo fiel por su sentido de la fe o en los posibles milagros hechos por su intercesión. La conclusión final a la que se llegue, según lo expuesto, no cuenta con la garantía de una infalibilidad a prueba de balas, pues se basa en procedimientos humanos susceptibles de error. En teoría, una investigación deficiente podría llevar a que se eleve a los altares a alguien que no lo merece.

Prueba de que el culto oficial de un santo reconocido por la Iglesia no tiene carácter definitivo está en algunas “descanonizaciones” que se efectuaron de “santos” que realmente existieron, como San Crispín y San Guillermo de Norwich (ver http://info-caotica.blogspot.de/2011/10/san-crispin-y-otras-descanonizaciones.html). Asimismo, el 10 de mayo de 1969, el Papa Pablo VI excluyó del Martirologio Romano a 33 santos que nunca se comprobó que existieran. De este modo, Santa Bárbara, Santa Úrsula, Santa Catalina de Alejandría, San Cristóbal, San Jorge, San Valentín y otros fueron desterrados del santoral católico y del calendario litúrgico. Lo que no se pudo eliminar fue la devoción existente en el pueblo cristiano ni las imágenes de estos “santos” todavía presentes en muchas iglesias católicas edificadas en épocas antiguas. Las leyendas que han alimentado la fe de generaciones enteras de cristianos no pueden ser eliminadas de la noche a la mañana. Además, creer en leyendas no tiene nada de malo y no constituye algo que la Iglesia repruebe oficialmente, mientras no vaya contra el núcleo de la fe cristiana. Al contrario, puede ser beneficioso en la medida en que estas leyendas representan valores humanos y cristianos que impulsan a las personas a mantenerse en el camino del seguimiento del Jesús de los Evangelios.

La canonización de Escrivá de Balaguer, por lo tanto, no debería constituir ningún problema para aquellos que creen en su leyenda, en aquella imagen oficial que comenzó a ser acuñada durante la vida del personaje y que luego ha sido ampliada, completada y difundida después de su muerte. El problema surge cuando los acontecimientos históricos sobre el personaje en cuestión no se hallan tan lejos en el tiempo, y muchos de ellos contradicen abiertamente la imagen legendaria que se ha formado, tal como se desprende de los testimonios fidedignos de muchas personas que lo conocieron de cerca y que pudieron librarse del control mental que se aplica en el Opus Dei. No extraña, pues, que dos miembros del tribunal que debía juzgar sobre la beatificación de Escrivá se pronunciaran en contra, a saber, el español Justo Fernández Alonso, rector de la Iglesia Nacional Española de Santiago y Montserrat, en Roma, y el italiano Luigi de Magistris, de la Sagrada Penitenciaría Vaticana, asegurando uno de ellos por escrito que tal beatificación podría suponer «un grave escándalo público» (ver http://elpais.com/diario/1992/01/08/sociedad/694825201_850215.html). Como de hecho ha ocurrido.

Mientras tanto, sólo queda esperar que el Espíritu Santo haga su labor y en algún momento se vuelva a hacer una auténtica depuración del santoral católico. Pues después de la simplificación administrativa de los procesos de canonización decretada en 1983 por el Papa Juan Pablo II, donde se eliminó la figura del “promotor de la fe”, conocido popularmente como “abogado del diablo” —cuya tarea consistía en objetar, exigir pruebas y descubrir errores en toda la documentación aportada para demostrar los méritos del presunto candidato a los altares como beato o santo—, no resultaría extraño que entre tanta avalancha de beatificados y canonizados por el Papa Juan Pablo II (ver http://panoramacatolico.info/articulo/juan-pablo-ii-y-la-l-nea-de-montaje-de-santos) no se haya colado uno que otro que no merecía esos honores.

Esperamos esa depuración en nombre de la verdad y del buen gusto, para que no tengamos que sufrir el desagrado de seguir viendo colocadas en algunas iglesias estas esperpénticas muestras de arte religioso de dudosa calidad.

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ALGUNAS FRASES Y ANÉCDOTAS SABROSAS (DE ENTRE TANTAS QUE HAY) DE MONS. ESCRIVÁ DE BALAGUER

«El matrimonio es para la clase de tropa y no para el estado mayor de Cristo. —Así, mientras comer es una exigencia para cada individuo, engendrar es exigencia sólo para la especie, pudiendo desentenderse las personas singulares.» (Camino, 28)

«Cuando un seglar se erige en maestro de moral se equivoca frecuentemente: los seglares sólo pueden ser discípulos.» (Camino, 61)

«¡La guerra! —La guerra tiene una finalidad sobrenatural —me dices— desconocida para el mundo: La guerra ha sido para nosotros…
—La guerra es el obstáculo máximo del camino fácil. —Pero tendremos, al final, que amarla, como el religioso debe amar sus disciplinas.» (Camino, 311)

«El plano de santidad que nos pide el Señor, está determinado por estos tres puntos:
La santa intransigencia, la santa coacción y la santa desvergüenza.» (Camino, 387)

«La intransigencia no es intransigencia a secas: es “la santa intransigencia”.
No olvidemos que también hay una “santa coacción”.» (Camino, 398)

«Obedecer…, camino seguro. —Obedecer ciegamente al superior…, camino de santidad. —Obedecer en tu apostolado…, el único camino: porque, en una obra de Dios, el espíritu ha de ser obedecer o marcharse.» (Camino, 941)

«Si queréis entregaros a Dios en el mundo, antes que sabios —ellas no hace falta que sean sabias: basta que sean discretas— habéis de ser espirituales, muy unidos al Señor por la oración: habéis de llevar un manto invisible que cubra todos y cada uno de vuestros sentidos y potencias: orar, orar y orar; expiar, expiar y expiar.» (Camino, 946)

«¡Porque me da la gana! Que es una razón muy sobrenatural.»
Frase atribuida a Escrivá, corroborada por una cita de su libro Es Cristo que pasa:
«Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios.»
El evidente voluntarismo que destila este desafortunado enunciado podría se incompatible con la doctrina sobre la gracia que enseña la Iglesia.

«Prefiero mil veces que una hija mía muera sin recibir los sacramentos, antes de que le sean administrados por un jesuita.» (Citado por María del Carmen Tapia, en su libro Tras el umbral. Una vida en el Opus Dei, Barcelona: Ediciones B, 1992; ver http://www.opuslibros.org/PDF/tras_umbral.pdf)

«Al comienzo de mi ingreso en el Opus, el fundador vio que una chica del servicio de la casa donde yo vivía, salía a la calle sin medias (esto era por el año 45) y me dijo que la despidiera. Al día siguiente me llamó por teléfono diciéndome:
—¿Has despedido a la sirvienta?
—No, padre. Me ha dado pena echarla a la calle.
Montó en cólera y me dijo:
—¡Pena sólo con la Obra! Despídela inmediaticamente.»

«El fundador vino una vez a España, exclusivamente a hablar a un grupo de personas y nos dijo justo al terminar el Concilio Vaticano II: “Hijas mías, vengo a deciros que la Iglesia va muy mal, va al desastre, lo que os digo es que pidáis por la Iglesia, porque está muy mal, este Concilio es el Concilio del diablo”.»

«Una vez estando en Roma cayó en mis manos un libro sobre un cartujo llamado Rafael. A mí la vida monástica siempre me había interesado y yo lo estaba leyendo. Pasó el padre Escrivá y me dijo:
—¿Qué estás leyendo, qué es esto? Pero ¿quién te ha dado permiso para leer este libro?
—He visto que era un cartujo y…
—¿Qué tienes que ver tú con un cartujo? Para ti es mal espíritu, ¡fuera!
Me lo cogió violentamente y lo rompió.»

(Anécdotas relatadas por Rosario Badules en su libro Escrivá de Balaguer: ¿Mito o santo?, Madrid: Libertarias/Prodhufi, 1992; ver http://www.opuslibros.org/escritos/rosario_badules.htm)

«He aquí un rasgo que casi todos los autores que han escrito sobre el Opus en un sentido crítico están conformes en reconocer en el carácter del fundador. Tiene lo que suele llamarse “bruscas y violentas cóleras” en que monseñor pierde los estribos y comienza a gritar. Parece ser que una de las causas de mayor irritación para él es la salida del Instituto de alguna persona que haya prestado una valiosa colaboración o que, por la responsabilidad del cargo que ha ocupado, esté en situación de dañar a la Obra con sus posibles indiscreciones. Suele decir, cuando está enfadado: “Para el que abandone el Opus Dei, no doy diez céntimos por su alma.” A una asociada que estuvo durante largo tiempo en el Instituto desempeñando misiones de alguna importancia y que luego salió, la llamó a Roma y —según ella misma me contó— la increpó duramente diciéndole: “Estás en pecado mortal.” Después de haberle dedicado una larga y muy poco sacerdotal serie de injuriosos epítetos, le dijo: “¡La Magdalena era una pecadora, pero tú eres una corruptora!” Y la amenazó afirmando que “si se filtra algo de lo que tú has visto en la Obra, yo, José María Escrivá de Balaguer y Albás, haré publicar un editorial contra ti en todos los periódicos del mundo”.» (Luis Carandell, Vida y milagros de monseñor Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, Barcelona: Laia, 1975; ver www.opuslibros.org/vida_milagros.pdf)

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FUENTES

De “Encontrarás dragones” a “Secretos de pasión” (4 de agosto de 2012)
http://www.opuslibros.org/nuevaweb/modules.php?name=News&file=article&sid=20067

El País
Un cardenal amigo de Escrivá y excluyó a los testigos opuestos a su beatificacion (14 de mayo de 1992)
http://elpais.com/diario/1992/05/14/sociedad/705794408_850215.html

Documento de exclusión de importantes testigos en el proceso de beatificación de Escrivá (12 de septiembre de 1984)
http://www.opus-info.org/index.php?title=Exclusion_de_testigos_en_la_causa_de_beatificaci%C3%B3n

Vatican Insider
¿Canonizaciones infalibles? (5 de septiembre de 2014)
http://vaticaninsider.lastampa.it/es/vaticano/dettagliospain/articolo/canonizzazioni-canonizations-canonizaciones-35158/

InfoCaótica
A vuelta con la infalibilidad de las canonizaciones (7 de enero de 2013)
http://info-caotica.blogspot.de/2013/01/a-vueltas-con-la-infalibilidad-de-las.html

Enciclopedia Católica Online
Beatificación y Canonización
http://ec.aciprensa.com/wiki/Beatificación_y_Canonización

José Mª Castillo
Historia de la canonización en la Cristiandad: su significación de fondo (11 de julio de 2013 / Publicado en Concilium N° 351)
http://blogs.periodistadigital.com/teologia-sin-censura.php/2013/07/11/historia-de-la-canonizacion-en-la-cristi