LA HOMOSEXUALIDAD, EL SODALICIO Y LA IGLESIA CATÓLICA

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Hace algún tiempo un joven periodista gay peruano, habiendo leído algunos artículos míos en que abordaba el tema de la homosexualidad, se puso en contacto conmigo para solicitarme una entrevista sobre el tema, pidiéndome que hablara también sobre el Sodalicio y la actual enseñanza oficial de la Iglesia católica al respecto. Accedí gustosamente a este pedido, pues uno de los problemas que se da actualmente consiste en que casi ningún representante de la Iglesia católica ha entrado en diálogo con los homosexuales considerándolos como interlocutores válidos.

La doctrina católica sobre la homosexualidad —que no es dogma de fe— se basa sobre una interpretación fundamentalista de algunos textos bíblicos —sin hacer un análisis detallado del contexto en que se escribieron— y sobre un concepto de ley natural que cree conocer a fondo la naturaleza humana, discrepando —cuando lo considera conveniente— de los resultados verificables a los que llegan las disciplinas científicas. De modo que cuando la psicología moderna concluye que la homosexualidad no es un trastorno ni desorden ni síndrome ni nada por el estilo, ni mucho menos impide el sano desarrollo humano de una persona, muchos cristianos fundamentalistas, en vez de reflexionar sobre este dato y tratar de profundizar en él a la luz de los principios morales del Evangelio, sacan a relucir su espada para condenar esta conclusión, y de paso a todos aquellas personas que tienen una tendencia homosexual, la cual ellos mismos no han elegido. Y de este modo, omiten poner en práctica las mismas palabras de Jesús, quien dijo: «No juzguéis, para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá» (Mateo 7,1-3). Se trata del mismo Jesús que acoge en sus brazos a todos los seres humanos sin distinción.

Reproduzco aquí la entrevista que fue publicada en el blog La Revista Diversa el 5 de septiembre de este año (ver http://larevistadiversa.blogspot.de/2016/09/entrevista-martin-scheuch.html). Aclaro que sólo se trata de unas reflexiones y cuestionamientos efectuadas en ejercicio de la ley de la libertad que nos trae Cristo (ver Santiago 2, 12-13), sin pretender llegar a conclusiones definitivas, sino con la intención de promover una reflexión más profunda a nivel de Iglesia sobre la homosexualidad, pues lo que enseña el Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2357-2359) resulta —a la luz de las investigaciones científicas— insuficiente a todas vistas y no puede ser considerado en conciencia como una enseñanza completa y definitiva, requiriendo de un desarrollo ulterior.

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¿Cómo surge este interés por escribir acerca del tema de la homosexualidad dentro de la iglesia Católica, a raíz de los casos del Sodalicio?

Yo me he ido enterando de los abusos sexuales en época muy tardía, porque no tuve conocimiento de eso en la época en que pertenecí al Sodalicio, y entre las víctimas se encuentran algunas personas que yo conocí personalmente y que no sabía en ese momento que eran gays. Incluso viví con uno de ellos en una comunidad. Y las recuerdo como personas muy correctas, sinceras y que trataron de vivir su vida cristiana de la mejor forma posible como laicos consagrados dentro de la moral sexual de la Iglesia Católica. En el Sodalicio siempre ha habido un discurso homofóbico —lo tenían Luis Fernando Figari y Germán Doig—, es decir, que la homosexualidad era una especie de síndrome psicológico y, por lo tanto, era algo que debía ser tratada de forma terapéutica y que podía ser curada. Esa continúa siendo la posición del portal católico ACI Prensa, dirigido por el sodálite Alejandro Bermúdez. Yo hablé personalmente con dos de las víctimas, que habían tratado de no manifestar su homosexualidad pero se habían dado de cabeza contra la pared porque era algo que no iban a poder cambiar, y que habían llegado a la conclusión de que la única forma de poder vivir en paz consigo mismos era aceptando su condición.

La posición oficial de la Iglesia Católica sigue condenando la homosexualidad —o por lo menos los actos homosexuales— como un pecado, ¿cierto?

La Iglesia Católica ha suavizado su postura desde la época en que la homosexualidad era considerada una aberración, hasta el momento actual en que no la señala como algo intrínsecamente pecaminoso, por lo cual el hecho mismo de ser homosexual no debe llevar a una discriminación de la persona. Pero sigue insistiendo en que los actos homosexuales, como tú lo dices, sí son pecado; por lo tanto, se les exige a los gays vivir en celibato.

Casi como ser eunucos o no tener sexualidad, y eso es lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica.

A mí no me gusta lo que dice el Catecismo, porque infiere que las personas homosexuales tienen un problema, una tara, y no habla de tratar con igualdad a los homosexuales, aunque sí con respeto, compasión y delicadeza. Por otra parte, no tengo una explicación de dónde viene la homosexualidad, y comparto lo que dice la Iglesia Católica en que su origen continúa siendo desconocido. Sabemos que la psicología señala que es una orientación sexual que no debería impedir el normal desarrollo de la persona que es gay o lesbiana.

Y a esto se añade el tema reproductivo dentro de la sexualidad humana.

Es otro punto por el cual la Iglesia Católica condena la relación sexual de dos hombres o dos mujeres: porque no pueden alcanzar ese fin, a diferencia de un hombre y una mujer. Pero ese fin puede faltar si existiera una imposibilidad de concebir. La formulación católica actual dice que todo acto sexual debe estar abierto a la vida, lo cual también es un problema, porque el acto sexual no sólo cumple una función procreativa, sino también de unión amorosa, goce, satisfacción y, por supuesto, el intercambio de fluidos favorece el sistema inmunológico, lo cual está demostrado científicamente.

De otro lado, uno de los rasgos de la sexualidad humana ha sido a lo largo de la historia también la búsqueda de la belleza.

Dentro del mundo católico existen algunos ejemplos de relación entre homosexualidad y belleza. Al respecto te puedo mencionar tres casos. Por ejemplo, el director de cine Franco Zeffirelli, quien dirigió Hermano Sol, Hermana Luna y Jesús de Nazaret es homosexual. Él lo ha reconocido públicamente, sin embargo lo ha tratado de forma discreta, sin demasiada publicidad, ni tampoco ha luchado por los derechos gay. Pero me pregunto si la belleza que encontramos en sus películas no se alimenta del hecho que sea gay. El otro ejemplo es el del escritor estadounidense Julien Green, que vivió en Francia y escribió en francés. En su obra está siempre presente el sentido de la culpa en relación al tema homosexual, pero desde una perspectiva más espiritual que corporal. Describe el enamoramiento platónico entre hombres. Y el tercer ejemplo es el escritor belga Maxence van der Meersch, quien escribió sobre el movimiento obrero católico francés en los años 30 en su novela El coraje de vivir, que era un libro de lectura obligada en el Sodalicio. Su última novela, publicada póstumamente, es La máscara de carne, que trata el tema de la homosexualidad. Describe allí la experiencia de un homosexual católico que tiene fe y trata de ser santo, pero se siente atraído por otros hombres como él. Al final se da cuenta que no puede cambiar su orientación, porque la homosexualidad no es algo que se pueda o deba combatir, es algo que forma parte de la persona, y aún así considera que personalmente todavía tiene madera para llegar a ser santo.

Al inicio de nuestra conversación mencionaste que las personas heterosexuales que rechazan o condenan la homosexualidad nunca se han preguntado acaso todo lo que vive una persona gay o lesbiana. Es la falta de empatía hacia el otro, lo mismo que observamos en la Iglesia católica.

Esta visión proviene de actitudes fundamentalistas. Hasta hace poco la mayoría de cargos importantes estaban en su mayoría en manos de clérigos muy conservadores, pegados al pie de la letra, que piensan que los textos doctrinales son igual de válidos para todos los tiempos, sin abrir la posibilidad de una reflexión y una evolución doctrinal. Y la evolución pasa por que se vaya profundizando el mensaje que nos ha revelado Cristo. En el caso del Perú existen sectores muy radicales. Un ejemplo muy claro es el cardenal Juan Luis Cipriani.

¿Cuál es la posición del Papa? A algunos católicos progresistas les encanta lo que dice al respecto e igualmente a algunos gays.

El tema es muy sensible. La Iglesia Católica considera que el matrimonio es tan sólo entre un hombre y una mujer. La propuesta de unión civil no implicaba una equivalencia con el matrimonio. Ahora, el miedo frente a la unión civil es que pueda llegar a ser la puerta hacia el matrimonio igualitario.

Y tú sabes que ahora lo que se pide es el matrimonio igualitario…

El problema con los fundamentalistas es que quieren que la ley civil se ajuste a la ley moral, donde rige todavía la Iglesia católica, y eso es peligroso. La moral busca el bien de la persona, la sociedad y la ley buscan el bien común. Las parejas del mismo sexo tienen el derecho a la igualdad ante la ley. Con respecto a la adopción no tengo una opinión definida, no estoy ni a favor ni en contra. Pero se ha demostrado, por ejemplo, que muchas parejas homosexuales han adoptado hijos y éstos han salido heterosexuales. No han buscado imponer su sexualidad, porque el descubrimiento de la identidad sexual se da de forma natural e individual.

En el tema de los curas gay dentro de la Iglesia Católica, David Berger habla de un gran número, entre 20 a 25 por ciento.

Lo más alarmante es que la cantidad de sacerdotes que observan el celibato es mucho más reducido.

Lo cual significa que se ejerce la actividad sexual dentro de la Iglesia Católica. Me pregunto: ¿por qué muchos chicos gays quieren estar en ese ambiente católico sabiendo que existe esta condena moral y religiosa?

Quien siendo gay se mete, piensa y quiere seguir la vocación sacerdotal, por ejemplo, cree que va a poder dejar al margen su sexualidad y llevar una especie de vida asexual, quedando el tema solucionado de esta manera. Lo mira como un camino de redención. El problema es que la mayoría que hacen su promesa de celibato tienen el propósito de cumplirlo, pero luego descubren que no poseen la capacidad de hacerlo. Y entran en una espiral infernal, caen repetidas veces, pero piensan que mientras lo mantengan en secreto, todo irá bien. Creo que una gran mayoría de clérigos tiene un conflicto interior, en la medida que esté oculto. No todos los sacerdotes están llamados a vivir en celibato, esto debería ser opcional.

¿Entonces la Iglesia Católica sabe quienes son los sacerdotes gay?

Muchos obispos lo saben. En el Sodalicio de Vida Cristiana también pasaba lo mismo: algunos superiores lo sabían. Pero mientras ellos permanecieran dentro del clóset, no ocurría nada.

¿Luis Fernando Figari sabía quien era o no gay dentro del Sodalicio?

Parece que sí lo sabía. Y si sospechaban que alguien lo era, lo ponían a prueba como en los casos que has leído en el libro Mitad monjes, mitad soldados, a fin de averiguarlo.

¿Tú nunca hubieras imaginado que Luis Fernando Figari fuera gay?

No. Y sin embargo hubo por ahí algún padre de familia que sí sospechó que Luis Fernando fuera homosexual. Recuerdo un comentario de mi madre que me dijo que tuviera cuidado, que se puede tratar de una secta donde hay maricones (ese era el lenguaje que se usaba por aquellos días). Yo compartía los mismos referentes.

Y felizmente que esto no te marcó de forma tal que luego con el tiempo no hayas desarrollado una empatía hacia el tema. Tú sabes que las personas que no se comunican se enferman, porque no pueden expresar lo que piensan, y eso ha sido una constante en muchas personas gay.

De hecho que sí. La iglesia le coloca el rótulo de origen desconocido, que deben ser tratados con respeto, delicadeza, deben ser integrados a la vida de la parroquia, pero condena el acto homosexual. Ahora bien, el acto homosexual es en sí mismo de carácter privado, y debería ser tratado en el confesionario.

Es como decirle a alguien: sé media persona, no completa. Y está ese morbo o fijación de la Iglesia católica con el sexo y la forma en que juzga la práctica carnal de dos hombres.

No sé por qué razones la iglesia tiene que estar indagando si alguien realiza el acto homosexual, porque eso debe tratarse en el confesionario y el sacerdote está allí para ver cómo ayuda a la persona. Por ejemplo, también se condena la práctica de la masturbación, un acto privado, porque no está abierta a la vida. Pero se tiene más tolerancia hacia este acto y no se discrimina a los masturbadores, indicando que deben recibir un trato especial con respeto, compasión y delicadeza. Yo no entiendo la marginación de los gays. No conozco ningún homosexual que haya tratado de convertir a un heterosexual en homosexual, pero si a heterosexuales que han tratado de convertir a los gays en lo que ellos llaman personas “normales”.

¿Qué crees que debe cambiar en la Iglesia católica respecto a la homosexualidad?

Creo, en primer lugar, que la moral del acto sexual no debe estar reducida al matrimonio, pues sabemos que los jóvenes practican el sexo y también algunos experimentan en la homosexualidad. Tú sabes que Klaus Mertes, jesuita alemán, en 2010 puso en el candelero el tema de los abusos sexuales en instituciones educativas católicas por primera vez en Alemania. Al final llegó a la conclusión de que dos sacerdotes del Colegio Canisio de Berlín, un colegio jesuita de élite, habían abusado de por lo menos cien alumnos. Él les escribió una carta a todos los alumnos de esa promoción para pedirles perdón por lo que pudiera haber pasado pasado. Eso fue el destape. Mertes considera, entre las causas contextuales para que haya abusos de este tipo, la estructura de poder de la Iglesia Católica y la moral sexual, que requiere ser revisada. Mertes, en uno de sus libros, cuenta como un sacerdote de su comunidad se acercó a él para decirle: «Mira, yo soy homosexual y nunca he abusado de nadie». Él lo apoyo porque hacía una buena labor pastoral, pero no otros sacerdotes de la comunidad. El problema está en que se pasa por alto todos los estudios y descubrimientos que ha hecho la psicología moderna. Entonces la imagen que genera la misma Iglesia católica es la de ser una institución retrógrada que no quiere entrar en diálogo con la ciencia. Pero hay sacerdotes que están buscando una apertura. Siempre hay algún clérigo que decide optar por la persona y no por una doctrina que perjudique a la persona.

¿Cómo crees que la Iglesia católica deberían cambiar su actitud respecto a la homosexualidad y defender finalmente los derechos humanos de personas que en miles de casos han sufrido de odio, violencia, tortura, persecución, crímenes de odio y muerte?

No sé cómo lograr estos cambios, especialmente en sociedades donde una fuerte actitud homofóbica va unida a una interpretación fundamentalista y restrictiva de la fe cristiana. En todo caso, una buena señal sería que en las diferentes diócesis se implemente un trabajo pastoral con personas homosexuales, como recomendaba ya en 1986 una carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y el primer paso sería que los mismos obispos convoquen a homosexuales católicos que quieran participar de la vida de la Iglesia a una reunión para escuchar sus inquietudes y mostrarles que la Iglesia está con ellos. O si no quieren hacer esto ellos directamente, pueden designar a algunos sacerdotes para que lo hagan en su nombre. Eso sería algo muy hermoso, pero lamentablemente creo que todavía estamos muy lejos de ello.

10 pensamientos en “LA HOMOSEXUALIDAD, EL SODALICIO Y LA IGLESIA CATÓLICA

  1. Estimado Martín: Lo felicito por sus reflexiones. No hay mejor manera de encaminarse hacia la comprensión del ‘otro’ que despojarse de prejuicios y abrirse al diálogo, lo cual la Iglesia, como institución, no ha sabido hacer, pese a los pequeños signos de cambio hacia el tema del Papa Francisco. Saludos y gracias por su publicación.

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  2. Con respecto al tema, uno de tus mejores artículos. La simpleza y claridad de las palabras ayuda a ir entendiendo el origen del problema.
    Muchas aperturas a un tema – desde el punto de vista social – se dan desde un proceso generacional, si bien es la Iglesia Católica una de las instituciones que más reacia se ha hecho a este tipo de proceso.

    Muchas tradiciones se basan en el miedo, en el terror al cambio y a la equivocación sin considerar el error que ellos mismos puedan estar cometiendo, año tras año, generación tras generación, como la rueda de un tren que cree nunca poder elegir la dirección del kilómetro que sigue, hasta que entiende que quien construyó la locomotora es el mismo que construyó los rieles.

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    • Lo que me indigna como homosexual es la certeza con que otros juzgan mi condición: lo que siento, lo que pienso, etc. Más aún cuando postulan como verdaderas teorías que calzan en sus concepciones del mundo pero no en la realidad de los involucrados. Como muestra, la Iglesia no tiene el monopolio del concepto de familia, menos en un estado laico. Menos aún pueden proponer una atrocidad como la «terapia de conversión» como una solución (lo digo por experiencia propia). Uno de los grandes problemas al enfrentar esta situación es que no hay lugar para un diálogo: para ella nosotros somos intrínsecamente errados y, si por algún milagro se busca una fórmula para reconocer lo humana y cotidiana de esta condición, se toparían con que no entramos en ningún lugar de la moral familiar católicos. Se les cae la doctrina y tendrían que reformularla. Hacer eso abriría la puerta a que más cosas se revisen para actualizarla, y eso no se va a permitir. El ala conservadora está feliz desde la esquina de su entendimiento del mundo, juzgando a la gente: pero es debido a que la vida misma muestra que varios aspectos de su doctrina están mal (era impensable antes cómo se está flexibilizando la pastoral a los divorciados vueltos a casar) que pierden seguidores. Los pierden por sentido común.

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      • «El ala conservadora está feliz desde la esquina de su entendimiento del mundo». Sospecho que se la pasan moliendo tanto con este tema para no tenerse que hacer cargo de la Doctrina Social de la Iglesia.

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  3. Sobre este tema se ha debatido mucho en México los últimos meses, desde que el año pasado la Suprema Corte sentó jurisprudencia declarando válidos en todo el país los matrimonios homosexuales contraídos en los estados donde la legislación local los permite, esto basado en el artículo 1° de la Constitución Federal: «…Queda PROHIBIDA TODA DISCRIMINACIÓN MOTIVADA POR origen étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión, las opiniones, LAS PREFERENCIAS, el estado civil O CUALQUIER OTRA que atente contra la dignidad humana Y TENGA POR OBJETO ANULAR O MENOSCABAR LOS DERECHOS Y LIBERTADES de las personas.»

    También esta sentencia permite a los homosexuales, tras un amparo, a unirse en los estados donde no esté legislado. Entonces esto comprometió al Presidente (cercano al Opus Dei y al Arzobispo Primado de México, Norberto Rivera) a presentar una iniciativa al Congreso para ahorrarles el trámite de los amparos o el viaje a algún estado cercano. Parece que el Cardenal Norberto se sintió traicionado (y eso que Bermúdez que ya le había dado su absolución plenaria al PRI en un «Punto de Vista» de 2013) y empezó una campaña a través de varios frentes contra la iniciativa. La campaña es encabezada por el Sacerdote Hugo Valdemar, director del órgano oficial del Arzobispado, el semanario «Desde la Fé», gays se han quejado de algunas de las cosas publicadas, considerándolas discriminatorias y ofensivas hacia su comunidad; me parece que hay un artículo que sí fue bastante pedestre y que fue retomado y ridiculizado en varios medios masivos, también considero que otro error fue el invitar al país al desprestigiado Richard Cohen.

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  4. La página web del Semanario «Desde la Fé».
    http://www.desdelafe.mx/

    El rector de la Universidad (Jesuita) Iberoamericana Ciudad de México, David Fernández (S.J.), publicó un artículo al respecto en el diario «Reforma».
    http://www.ibero.mx/noticias/postura-de-jerarcas-cristiana-rector-ibero-en-diario-reforma

    También el rector de la Universidad Iberoamericana Puebla, Fernando Fernández Font, se sumó al debate.
    http://www.diariocambio.com.mx/2016/secciones/homo-sapiens/item/22968-matrimonios-gay-no-danan-a-nadie-iglesia-debera-afrontar-esta-nueva-realidad-ibero

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    • Sobre el mismo tema, el 22 de agosto pasado, el director de la Comisión de Cultura de la Arquidiócesis Primada de México, el Padre Álvaro Lozano Platonoff, pidió perdón a título personal -siguiendo las palabras del Papa Francisco- a los homosexuales que se hayan sentido ofendidos por los editoriales del semanario «€œSí creo que la Iglesia tiene cosas que cambiar y con el dolor del alma; expresamos una disculpa por todo el dolor que hayan sentido. Perdón porque como Iglesia a veces la regamos»€.

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