LA TEOLOGÍA DEL GUSANO

bonet_teologia_del_gusanoA la edad de 72 años, el jesuita español José-Vicente Bonet publicó en el año 2000 un pequeño libro para ayudar a aquellas personas que padecen cierto tipo de neurosis religiosas debido a haber asumido una forma de entender la relación con Dios, donde éste se presenta como un ser perfecto omnipotente y omnipresente ante quien el hombre es lo más cercano a la nada. Peor aun. Debido al peso de sus pecados, es un ser miserable, una mierda viviente, un gusano.

Es ésa la concepción que encontramos en Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de esa asociación católica conservadora, verticalista y autoritaria conocida como Opus Dei, quien decía: «Si obraras conforme a los impulsos que sientes en tu corazón y a los que la razón te dicta, estarías de continuo con la boca en tierra, en postración, como un gusano sucio, feo y despreciable… delante de ¡ese Dios! que tanto te va aguantando» (Camino, 597).

En su libro Teología del “gusano” – Autoestima y evangelio, el P. Bonet presenta una concepción distinta: «La religiosidad auténtica es y ha sido una gran fuerza humanizadora y liberadora». Por eso mismo, denuncia esa neurosis eclesiogénica que «propicia un sentido malsano de indignidad personal y fomenta esa “espiritualidad terrorista”, contaminada de miedos, culpabilidad e infantilismos…»

En las instituciones con características sectarias, el fomento de un sentimiento exagerado de culpa constituye también una manera de mantener el control sobre sus adeptos. Una persona que se desprecia a sí misma es fácil de manipular. Y esas mismas personas terminan despreciando e insultando a todo aquel que critique legítimamente a la institución, buscando denigrarlo también como un “gusano”.

(Columna publicada en Exitosa el 30 de septiembre de 2015)

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FUENTES

José-Vicente Bonet
Teología del “gusano” – Autoestima y evangelio (Sal Terrae, Santander 2000)
https://53a52b541927de08c8fb94d15b0eef8e5c2913f0.googledrive.com/host/0B-iHtde6SS1RbjJlSnVHMk9VdlU/Bonet%20Jose%20Vicente%20-%20Teologia%20Del%20Gusano%20-%20Autoestima%20Y%20Evangelio%20-%20Sal%20Terrae%20-%202000.pdf

Steven Hassan
Cómo combatir las técnicas de control mental de las sectas (Ediciones Urano, Barcelona 1995)
https://libroweb.wordpress.com/2007/10/18/como-combatir-las-tecnicas-de-control-mental-de-las-sectas-steve-hassan/

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Vale la pena transcribir un par de textos del libro del P. Bonet:

Ese sentirse «gusano sucio, fe y despreciable», este sentimiento de indignidad personal, puede provocar en sus víctimas síntomas como los siguientes:

  • Se sienten culpables aún de pecados cometidos hace mucho tiempo y ya perdonados; no acaban de creerse que Dios les ha perdonado, ni se perdonan a sí mismos.
  • Sienten que Dios les castiga merecidamente por pecados propios y hasta ajenos cuando en su vida ocurren cosas desagradables, duras o trágicas, como la muerte de seres queridos, enfermedades, accidentes, pérdidas cuantiosas, etc. «¿Qué he hecho yo para merecer esto?», se preguntan; tienden a ver castigos de Dios en todas partes, en calamidades naturales, en terremotos, en el SIDA, etc.
  • Sienten pavor al juicio divino aun después de muchos años de vida cristiana sincera, aunque, naturalmente, imperfecta.
  • Viven una espiritualidad lastrada por fuertes dosis de prohibiciones, culpas y miedos.
  • No se atreven a examinar y cuestionar sus creencias religiosas y las normas morales de la Iglesia, por temor a ofender a Dios.
  • Su manera de entender las leyes de Dios y de la Iglesia es rígida y coercitiva.
  • Naturalmente, su autoestima tiende a ser baja y puede degenerar en depresión…

El perfil del dios de la “teología del gusano” es descrito de la siguiente manera:

  • Es el dios justiciero, violento y vengativo que impone castigos increíblemente duros y perdurables si no se le obedece; que inspira miedo, terror.
  • Es el dios discriminador y racista que favorece y protege a unos (su pueblo elegido, sus fieles) y no a otros (los infieles, los pecadores, los paganos).
  • Es el dios que impone normas rígidas de conducta sin permitir a sus adoradores que las cuestionen personalmente.
  • Es el dios que exige sangre y sufrimiento de sus «hijos» y de su «Hijo» para aplacar su majestad ultrajada por los pecados y desobediencias de sus criaturas.
  • Es el dios que se hace representar en la tierra por estructuras institucionales frecuentemente autoritarias y coercitivas, travestidas con ropajes y gestos pertenecientes a un pasado imperial ya periclitado, en vivo contraste con la figura sencilla y popular, libre y cercana de Jesús de Nazaret.
  • Es el dios que, pudiendo, no impide el sufrimiento de los inocentes; el dios que envía o, por lo menos, permite catástrofes naturales, hambrunas, masacres, enfermedad y muerte.
  • Es el dios que interviene «milagrosamente» en favor de unos pocos que se lo piden con mayor o menor fervor, aunque no la haga en favor de otros muchos —la mayoría—, se lo pidan o no.
  • Es el dios que delega su autoridad suprema en la tierra exclusivamente en varones (apóstoles, papas, obispos, clero) que han mantenido y mantienen en un segundo plano a las mujeres, como si fueran ciudadanas de segunda categoría en el Reino de Dios; en varones, teóricamente célibes, que parecen tener miedo a la mujer y al sexo y, sin embargo, dictan normas detalladas y rígidas sobre estos temas.
  • Es el dios que, si no estamos dispuestos a manifestar nuestros pecados más íntimos y vergonzosos, a humillarnos y reconocernos «sucios y despreciables como gusanos» (aunque sea sacerdote), no nos perdona magnánimamente.
  • Es el dios que condena a toda la humanidad (¡se dice pronto…!) a una vida plagada de sufrimientos por la desobediencia de nuestros primeros padres.

Tales ideas coinciden a grosso modo con aquelllo que señala el psicólogo Steven Hassan en su libro Cómo combatir las técnicas de control mental de las sectas, cuando explica el enorme poder de manipulación que se genera cuando se hace a las personas sentirse continuamente culpables:

La culpa es, con toda probabilidad, el arma emocional más sencilla y eficaz que existe para conseguir la conformidad y la sumisión. La culpa histórica (por ejemplo, el hecho de que Estados Unidos lanzara la bomba atómica sobre Hiroshima), la culpa de identidad (por ejemplo, un pensamiento del tipo «No vivo de acuerdo con mi potencial»), la culpa por acciones del pasado (por ejemplo, «Hice trampas en el examen») y la culpa social (por ejemplo, «Hay gente que muere de hambre») pueden ser explotadas por los líderes de las sectas destructivas. Sin embargo, la mayor parte de los miembros de una secta no pueden ver que utilizan la culpa y el miedo para controlarlos. Están tan condicionados a culparse siempre a si mismos que responden con gratitud cada vez que el líder les señala uno de sus «defectos». […]

Para poder controlar a alguien a través de sus emociones, a menudo hay que redefinir sus sentimientos. La felicidad, por ejemplo, es una sensación que todo el mundo desea. Sin embargo, si la felicidad se define como estar cerca de Dios, y Dios no es feliz (como aparentemente sucede en muchas sectas religiosas), entonces la única manera de ser feliz es ser desgraciado. En consecuencia, la felicidad consiste en sufrir para poder estar más cerca de Dios. Tal idea aparece también en algunas teologías ajenas a las sectas, pero en éstas es una herramienta para la explotación y el control.

En algunos grupos, la felicidad estriba en seguir las órdenes del líder, en reclutar el máximo número de individuos o en donar una buena cantidad de dinero. La felicidad se define como el sentido de comunidad que brinda la secta a todos aquellos que disfrutan de una buena posición.

La lealtad y la devoción son, entre todas las emociones, las más respetadas. Los miembros no están autorizados a sentir o expresar emociones negativas, excepto hacia los foráneos. Se les enseña que nunca han de experimentar sentimientos hacia su propia persona o sus propias necesidades, sino que deben pensar siempre en el grupo, sin quejarse jamás. No podrán nunca criticar al líder, pero en cambio deberán criticarse a sí mismos. […]

A menudo, se mantiene a los individuos en constante desequilibrio. En un momento dado se les alaba, y al siguiente son insultados. Este mal uso de las técnicas de modificación del comportamiento —recompensa y castigo— crea una sensación de dependencia e indefensión. En algunas sectas, un día puedes estar haciendo relaciones públicas vestido con traje y corbata ante las cámaras de televisión, y al día siguiente estar en otra provincia relegado a hacer trabajos manuales como castigo por algún pecado imaginario.

La confesión de antiguos pecados o de actitudes equivocadas es también un recurso poderoso para lograr el control emocional. Lo cierto es que una vez confesado públicamente, en contadas ocasiones se perdona o se olvida de verdad el antiguo pecado. En el instante en que uno se aparte de la fila, se sacará de nuevo a la luz y se utilizará para manipular al adepto y conseguir su obediencia. Cualquiera que se encuentre en una sesión confesional de una secta debe recordar esta advertencia: cualquier cosa que diga es susceptible de ser y será utilizada en su contra. Este ardid puede llegar incluso al chantaje si no abandona la secta.

La técnica más efectiva para el control emocional es la implantación de fobias […]. Con ella se consigue que los individuos experimenten una reacción de pánico al pensar en marcharse: sudores, palpitaciones, intensos deseos de evitar la posibilidad. Les dicen que si se marchan se encontrarán perdidos e indefensos en medio de los más terribles horrores; se volverán locos, les asesinarán, se convertirán en drogadictos o se suicidarán. Ejemplos de casos semejantes se narran continuamente tanto en las conferencias como a media voz en los corrillos informales. Es casi imposible que un miembro adoctrinado de una secta llegue a sentir que encontrará alguna seguridad fuera del grupo.

Cuando los líderes de las sectas declaran en público: «Los miembros son libres de marcharse cuando les parezca: la puerta está abierta», dan la impresión de que los miembros son libres de escoger y que sencillamente prefieren quedarse. Sin embargo, los’ miembros tal vez no dispongan de la posibilidad real de escoger, porque se les ha adoctrinado para tener fobia al mundo exterior. Las fobias inducidas eliminan la posibilidad psicológica de que un individuo decida abandonar el grupo simplemente porque no es feliz o porque desea hacer otra cosa.

3 pensamientos en “LA TEOLOGÍA DEL GUSANO

  1. Todas esas neurosis grises y deprimentes que suele estar presente en tantas religiones, más que una consecuencia de esas «teologías», son causa para ellas, luego se expanden con el color gris a cuestas y encuentran patologías afines que son las que mejor se adaptan.

    La vida y la naturaleza – así como es ella – son un hermoso regalo de Dios, llenas de sonidos y colores, de seres extraños y sorprendentes ! Libertad y culpa no tienen porqué estar en contradicción.

    El regalo de la vida es una forma de perdón anticipado, condicional, pero real e inmensamente lleno.

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    me he visto obligado a eliminar varios comentarios de los usuarios Gerundio, Renzo, Lucho y Gustavo, pues sus contenidos no guardaban relación directa con el tema principal de este post.

    Agradecería a los usuarios, en caso de que quieran continuar una discusión diciéndose sus obras y milagros, vean la manera de hacerlo por e-mail. Esto presenta la ventaja de que tienen mayor libertad para expresarse, y pueden hacer uso del hígado, del páncreas y del intestino en sus comentarios, sin necesidad de restringirse al uso del cerebro, como pretendemos que se haga en este blog.

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  3. No es culpa de la Iglesia, sino de la propia baja autoestima de la persona, que no termina de creerse que todos tenemos la dignidad de hijos de Dios. También está el peligro en el otro extremo, en creer que como Dios lo perdona todo puedo hacer lo que me de la gana, eso es abusar de la misericordia de Dios. Creo que son personas con problemas psicológicos y por eso no terminan de creerse que su vida tiene un gran valor para Dios. Creo que el libro es necesario para las personas que no tienen autoestima, pero lo que no me gusta es que parece que echa la culpa a «ideas que te mete la Iglesia en la cabeza», y los creyentes sabemos que no es así, que siempre se nos habla de la misericordia de Dios.

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